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Entaguas
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Desde: 21/04/2005

#332 Respondiendo a: Rúmil Är-Feinield

Acción

Avanzábamos rápidamente con los magníficos caballos que nos habían prestado en Rohan. A pesar de la velocidad de estos no encontrábamos aun a nuestros compañeros. Al llegar al Nevado, en el cual se había construido un puente provisional, Elder vio como varios orcos se ahogaban en el río y ot...

NARRACIÓN

La velada paso agradable entre las risas y divertidas anécdotas. Todos os pusisteis a cantar canciones mientras que Adan tocaba su instrumento. Aunque algunos seguiais tristes por las nuevas noticias, pronto la alegría brotó en la compañía. Los elfos degustaron la comida de Gondor, felicitando al posadero, aunque la verdad, tampoco era tan buena como la probada en Lórien. Pronto llegó la madrugada y el posadero ordenó a los de la posada que se fueran a dormir, y se dieron cuenta todos al levantarse que se habían pasado bebiendo. Dimas y Burzumgad que habían bebido bastante, cruzaron las escaleras y el pasillo tambaleandose y apoyandose el uno en el otro, y Dimas cantaba canciones enanas en una lengua extrañísima. Los elfos tenían un poco las narices coloradas debido a la bebida, lo cual a Abârmil le hacía gracia debido a la palidez de sus caras. En cuanto a Abârmil, no le costó dificultad cruzar las escaleras pues tampoco había bebido tanto, al igual que Lanceloth y Barin. Adan se quedó abajo para pagar al posadero la noche y la cena, con Farahir. Pronto los demás miembros entraron en la estancia, la cual era muy cómoda, una hogareña chimenea, con múltiples camas bastantes cómodas, y algunas ventanas chicas por las que entraba la luz de la luna. Enseguida entraron en un sueño placentero.
Algo les despertó de improviso, pocas horas despues y todavía de noche. Un grito desgarrador que ya conocían mucho antes; nazgûl. Todos se levantaron de la cama rápidamente desenvainaron sus espadas y vieron a Burzumgad como estaba apoyado en una de las ventanas muy pensativo mirando por ella. Todos os acercásteis y visteis como múltiples bestias aladas volaban por encima de la ciudad. Burzumgad dijo:
[quote]-Tranquilos... todavía no atacarán. Aunque no tardarán en atacar. He visto desde aquí como algunas tropas de Gondor se están replegando hacia atrás, pues el ejército de Mordor es muy numeroso. Pero todavía no atacarán, pues el ataque lo comandará algun nazgûl, y primero llenará la ciudad de temor y los aterrorizará. Será mejor acostarnos y descansar, aunque no creo que haya que hacer guardias como en el bosque negro- bromeó el orco, para animar un poco a la compañía.[/quote]
En ese momento se volvieron a dormir todo sin reparar en algo que ya sabrían después, pues al levantarse por la mañana temprano(todos con dolor de cabeza por la resaca) observaron por las ventanas como miles de campamentos con el ojo rojo pintado y campos quemados. Burzumgad observaba todo muy pensativo reflexionando, pues el estaba librando una guerra personal contra los nazgûl, esos seres que le habían arrebatado la libertad tanto tiempo. En ese momento todos vieron que Adan y Farahir no estaban, y salieron rápidamente a buscarlos. Pronto los encontraron en la calle, con montones de armaduras y armas, pues había ido a la armería. Tenía mucho sueño y Faramir estaba apoyado en su hombro roncando, pues como Adan les explicó Farahir se quedo hablando con el posadero y con las rohirrim, para saber más sobre el peligro. Por ahí fue como se enteraron todos de que el ataque lo comandaba... el rey brujo.
Ahora todos desayunando frente a la posada, y vestidos con las armaduras y espadas nuevas. Pronto una voz sonó entre las calles:
[quote]- ¡Nos atacan! ¡Prepararos para la defensa valientes hombres de Gondor![/quote]
La compañía salió espada en mano pero antes vieron por la ventana de su habitación como el ejército oscuro se preparaba para el ataque a plena luz del día; catapultas con las cabezas de los muertos eran arrojadas, y torretas se preparaban para asaltar la ciudad. Dicho esto, corristeis hacia la muralla, con todas las armas que teníais. Pocos eran los hombres que luchaban frente a las murallas y vosotros sin perder tiempo, os aproximabáis mas a las murallas para defenderlas.
¡Oh Orofarnë, Lassemista, Carnimirië!
¡Oh hermoso fresno, sobre tu cabellera qué hermosas son las flores!
¡Oh fresno mío, te vi brillar en un día de verano!
Tu brillante corteza, tus leves hojas, tu voz tan fresca y dulce:
¡qué alta llevas en tu cabeza la corona de oro rojo!
Oh fresno muerto...