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Ver tema#340 Respondiendo a: burzumgad
Acción.
La noticia de la muerte de Fernando hizo doblar de dolor a Farahir, pues los dos compañeros habían vivido juntos inefables aventuras. Por un rato le vi llorar en silencio , con ira contenida y temple varonil. Me acerqué a él , pues lo advertía ajeno al bullicio circundante, mas apenas le p...
Acción
La noche terminó anegada en diversos licores del pueblo de los hombres, siendo la cerveza y dos o tres pellejos de vino los que corrieron más generosamente entre la animada compañía. Es verdad que la muerte de Fernando y de los amigos elfos de Lorien había creado un ambiente triste por instantes, pero como dice un dicho enano “comamos y bebamos hoy, pues mañana moriremos”. Y si bien esto segundo no era ansiado por nadie, la verdad es que todos necesitaban esparcirse y restañar las heridas de la travesía iniciada en el Bosque Negro. No fue Dimas el que menos rienda suelta dio a su alegría, pues en la exaltación del compañerismo también unieron sus vasos un eufórico Burzumgad y un gozoso Adan. Si que fue el enano quien quizá desvarió algo más, por eso de elevar demasiado el tono de voz con canciones en un khuzdul ininteligible si quiera para el más avezado filólogo de las viejas lenguas enanas, y para asombro de las compañeras rohirrim.
Sea como fuere, aún entre tambaleos, Dimasalang se desplomó sobre la mullida cama de la posada y rápidamente se durmió. Cuando despertó le hablaron de unos gritos de nazgul en la noche que ni siquiera escuchó dado su pesado sueño.
[quote]- En fin, creo que no me he perdido nada,- dijo rascándose la cabeza- ¿cuándo llegará del día de enviar a esos pajarracos y sus jinetes a la oscuridad?
- No muy tarde maese enano, no muy tarde- expresó circunspecto Lanceloth.
[/quote]
Cuando había terminado de asearse y de afilar su hacha con una piedra, llegaron Farahir y Adan con unas armaduras para el combate que se avecinaba. En verdad Dimas pocos aditamentos hubo de añadir a su yelmo, coraza, cota de malla y grebas, optando por cargar con otro hacha algo más pequeña que la suya, que inicialmente la cargó a la espalda, y un escudo. Sin tener casi ni tiempo para ponérselo Adán imprecó a todo el grupo a partir al primer anillo murado. En el exterior, en la calle, se oían pisadas, voces y ruidos metálicos. Eran los soldados de Gondor ya prestos para la batalla. Entre ellos uno que parecía un oficial de alto rango gritaba con todas sus fuerzas.
[quote]- ¡A cubiertooooo![/quote]
Acto seguido cientos de objetos golpeaban contra los pétreos muros de Minas Tirith. Entre ellos cabezas deformadas y ensangrentadas.
[quote]- ¡Malditos bastardos!- gritó Dimas- como en Azanulbizar al final de este día abonaremos esta inmensa llanura con vuestra sangre. [/quote]
Todo el grupo corrió hacia uno de los lados de la primera muralla. Los elfos y alguno de los montaraces acordaron con un retén de gondorianos defender una porción del primer anillo murado. Más valía coordinarse pues no había tiempo que perder. Multitud de escalas y torres de asedio se acercaban ya a los muros. En su camino iban sembrando el suelo de cadáveres saeteados lanzados por cientos de arqueros de las líneas de defensa. Imparables en su trayectoria la inmensa marea negra chocó contra las primeras murallas. Decenas de escaladores habían logrado desbaratar varias de las defensas en el este. En el muro oeste, donde se encontraba el grupo, se acercaban las primeras plataformas rebosantes de uruk y orcos. Mientras tanto, Burzumgad ya había entrado en combate, un poco más allá le acompañaba Abarmil y Adan, junto a la muralla, y algo más lejos aún, separando escalas, Elder y Aikanaro.
Dimas, que se había ceñido las insignias que había portado en Khazad-dûm como capitán de su guardia real (dos hachas entrecruzadas sobre un campo de mithril), aguardaba con un grupo de hombres y Barin a cien metros del resto de sus compañeros para hacer frente a una torre de asedio que se acercaba rápidamente
[quote]- mantened la posición compañeros, si nos mantenemos juntos haremos resistencia- sugirió el enano. [/quote]
Segundos después aconteció un ruido seco y estruendoso. El portalón principal de la Torre se había abierto, habían desaparecido diez almenas aplastadas. De momento nadie bajó. Pero entre el polvo y los escombros apareció al instante un uruk enorme ordenando a viva voz que le siguieran. Frente a él, el enano, Barin y un grupo de gondorianos algo temerosos. Al instante se puso a dar gritos de guerra a sus soldados, aún en formación. Pero fue terminar de vocear y ver su cabeza separada del cuerpo mediante un limpio hachazo. Sus ojos antes de cerrarse miraban como incrédulos a un fornido enano de barba grisácea que miraba a la cabeza arrancada con desprecio
[quote]- Vete al infierno, sucio esbirro de Sauron- gritó Dimas tras escupir la cabeza recién cortada de ese comando de uruks. [/quote]
Acto seguido el enano arrojó la cabeza arrancada a los uruks, quienes salieron rabiosos en marea incontenible de la torre. Después un inmenso griterío y kaos. La primera fila vomitada de la Torre pereció bajo el frío acero de las espadas de los soldados de Minas Tirith. Junto a ellos Dimas repartía hachazos con una furia incontenible. Pronto, a su lado, yacían no menos de quince extremidades deformadas y sanguinolentas....
La noche terminó anegada en diversos licores del pueblo de los hombres, siendo la cerveza y dos o tres pellejos de vino los que corrieron más generosamente entre la animada compañía. Es verdad que la muerte de Fernando y de los amigos elfos de Lorien había creado un ambiente triste por instantes, pero como dice un dicho enano “comamos y bebamos hoy, pues mañana moriremos”. Y si bien esto segundo no era ansiado por nadie, la verdad es que todos necesitaban esparcirse y restañar las heridas de la travesía iniciada en el Bosque Negro. No fue Dimas el que menos rienda suelta dio a su alegría, pues en la exaltación del compañerismo también unieron sus vasos un eufórico Burzumgad y un gozoso Adan. Si que fue el enano quien quizá desvarió algo más, por eso de elevar demasiado el tono de voz con canciones en un khuzdul ininteligible si quiera para el más avezado filólogo de las viejas lenguas enanas, y para asombro de las compañeras rohirrim.
Sea como fuere, aún entre tambaleos, Dimasalang se desplomó sobre la mullida cama de la posada y rápidamente se durmió. Cuando despertó le hablaron de unos gritos de nazgul en la noche que ni siquiera escuchó dado su pesado sueño.
[quote]- En fin, creo que no me he perdido nada,- dijo rascándose la cabeza- ¿cuándo llegará del día de enviar a esos pajarracos y sus jinetes a la oscuridad?
- No muy tarde maese enano, no muy tarde- expresó circunspecto Lanceloth.
[/quote]
Cuando había terminado de asearse y de afilar su hacha con una piedra, llegaron Farahir y Adan con unas armaduras para el combate que se avecinaba. En verdad Dimas pocos aditamentos hubo de añadir a su yelmo, coraza, cota de malla y grebas, optando por cargar con otro hacha algo más pequeña que la suya, que inicialmente la cargó a la espalda, y un escudo. Sin tener casi ni tiempo para ponérselo Adán imprecó a todo el grupo a partir al primer anillo murado. En el exterior, en la calle, se oían pisadas, voces y ruidos metálicos. Eran los soldados de Gondor ya prestos para la batalla. Entre ellos uno que parecía un oficial de alto rango gritaba con todas sus fuerzas.
[quote]- ¡A cubiertooooo![/quote]
Acto seguido cientos de objetos golpeaban contra los pétreos muros de Minas Tirith. Entre ellos cabezas deformadas y ensangrentadas.
[quote]- ¡Malditos bastardos!- gritó Dimas- como en Azanulbizar al final de este día abonaremos esta inmensa llanura con vuestra sangre. [/quote]
Todo el grupo corrió hacia uno de los lados de la primera muralla. Los elfos y alguno de los montaraces acordaron con un retén de gondorianos defender una porción del primer anillo murado. Más valía coordinarse pues no había tiempo que perder. Multitud de escalas y torres de asedio se acercaban ya a los muros. En su camino iban sembrando el suelo de cadáveres saeteados lanzados por cientos de arqueros de las líneas de defensa. Imparables en su trayectoria la inmensa marea negra chocó contra las primeras murallas. Decenas de escaladores habían logrado desbaratar varias de las defensas en el este. En el muro oeste, donde se encontraba el grupo, se acercaban las primeras plataformas rebosantes de uruk y orcos. Mientras tanto, Burzumgad ya había entrado en combate, un poco más allá le acompañaba Abarmil y Adan, junto a la muralla, y algo más lejos aún, separando escalas, Elder y Aikanaro.
Dimas, que se había ceñido las insignias que había portado en Khazad-dûm como capitán de su guardia real (dos hachas entrecruzadas sobre un campo de mithril), aguardaba con un grupo de hombres y Barin a cien metros del resto de sus compañeros para hacer frente a una torre de asedio que se acercaba rápidamente
[quote]- mantened la posición compañeros, si nos mantenemos juntos haremos resistencia- sugirió el enano. [/quote]
Segundos después aconteció un ruido seco y estruendoso. El portalón principal de la Torre se había abierto, habían desaparecido diez almenas aplastadas. De momento nadie bajó. Pero entre el polvo y los escombros apareció al instante un uruk enorme ordenando a viva voz que le siguieran. Frente a él, el enano, Barin y un grupo de gondorianos algo temerosos. Al instante se puso a dar gritos de guerra a sus soldados, aún en formación. Pero fue terminar de vocear y ver su cabeza separada del cuerpo mediante un limpio hachazo. Sus ojos antes de cerrarse miraban como incrédulos a un fornido enano de barba grisácea que miraba a la cabeza arrancada con desprecio
[quote]- Vete al infierno, sucio esbirro de Sauron- gritó Dimas tras escupir la cabeza recién cortada de ese comando de uruks. [/quote]
Acto seguido el enano arrojó la cabeza arrancada a los uruks, quienes salieron rabiosos en marea incontenible de la torre. Después un inmenso griterío y kaos. La primera fila vomitada de la Torre pereció bajo el frío acero de las espadas de los soldados de Minas Tirith. Junto a ellos Dimas repartía hachazos con una furia incontenible. Pronto, a su lado, yacían no menos de quince extremidades deformadas y sanguinolentas....
"Así lucharemos a la sombra"- dijo Dieneces en las Termópilas al saber que los persas harían una nube con sus flechas.