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adan_eadur
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Desde: 17/07/2005

#379 Respondiendo a: Lanceloth

Accion

¿Estaría despierto o soñando? No podía ser un sueño... mas bien una pesadilla. Pero no... era real. Los orcos se acercaban, uno tras otro dando, gritos y blandiendo sus mortales armas. Luego caían y se retorcían para entregar su alma con un gruñido repulsivo, no sin antes dejar su legado de...

Acción

Los orcos salían de las torres cual hienas a su presa, en sus ojos se podía ver un odio macabro. Los enemigos aumentaban en número y se arremolinaban en torno a la puerta entonando salvajes y rabiosos gritos:
[quote]¡GROND GROND![/quote]
Aclamaban al enorme ariete que se acercaba hacia la puerta; el punto débil de la muralla. Tenía forma de huango y era empujado por varios Olog-Hai. Mi espada había perdido su brillo por la negra sangre, y mi carcaj se hallaba vacío. Daba estoques y mandobles a diestro y siniestro. A mi izquierda estaban Aikanaro y Rúmil luchando codo con codo. El griterío era enorme pero pude oír lo que decían: De esta ofensiva no pasamos, o moríamos o retrocedíamos. Sucedió esto último y me separé de mis compañeros, empujado por el voraz avance de las tropas de El Ojo.
[quote]¡Abârmil!¡Barin!¡Elder![/quote]
No veía a ninguno de mis camaradas, la embestida nos había separado. Me encontraba en las escaleras que daban a tierra, intentando no abandonar la muralla aún. Frente a mi había un orco corpulento y alto, que me dirigió una mirada asesina y despiadada. Descargó su pesada espada sobre mi, que estaba a unos escalones más abajo que él. Me tiré hacia la calle y su arma atravesó mi capa rasgándola. Caí en tierra firme y tan rápido como pude me alejé de la muralla para no ser un blanco fácil. Fue entonces cuando todo retumbó.
BUUM
Se oyó un enorme estruendo de colisión y el suelo vibró breve pero contundentemente. ¡Era la puerta! Estaba siendo abatida por el monstruoso ariete. Fui corriendo hacia la zona, donde ya se estaban preparando para contener la marea de enemigos.
BUUM
Se oyó otro golpe. Me situé junto a los arqueros gondorianos, rescatando unas flechas del suelo. Se formó una primera línea defensiva compuesta por una muralla de lanzas.
[quote]¡Resistid, resistid![/quote]
Se oía la lejana voz de Gandalf, montado en su corcel blanco. Más allá de las murallas se oía incesante y amenazadores los gritos de “¡Grond!¡Grond!
Un golpe más sacudió la debilitada puerta. Las bisagras se aflojaron y la puerta chirrió. No duraría mucho. Todos esperaban con angustia el último y mortal golpe, y hasta Gandalf cayó
BUUUM
La puerta voló por los aires ayudados por un poder maligno. La onda expansiva dio de lleno a todos, y la férrea defensa se desbarató. Tirado en el suelo pude ver como delante de la imponente efigie de Grond se adelantaba el Señor de los Nazgûl. Toda la defensa huía en desbandada presas del miedo. Una muchedumbre se abalanzó encima de mí. Cuando por fin logré levantarme vi como imponentes y bestiales se adelantaban unos trols. Disparé una flecha hacia uno de ellos sin comprobar el resultado y corrí hacia el interior de la ciudad. Mi corazón se llenó de horror y sólo atendía a la huida. Deseé estar en mi bosque, entre sus grandes sauces, sus verdes caminos…
En estos pensamientos estaba cuando se me presentó otra bella visión. Vi con sorpresa a Aradna, que luchaba en una calle sola y desasistida, rodeada de orcos. De pronto uno la sujetó y acercó su vil cuchillo a su suave garganta. Se me hizo un nudo en el estómago y mi mente se angustió. Corrí precipitadamente hacia ella espada en mano mientras gritaba con desesperación. Atravesé al despiadado orco por el costado. Dejó caer su cuchillo y finalicé la faena separándole la cabeza de su tronco. Mi espada rasgó piel, músculos y venas. Los demás orcos huyeron. Aradna, aterrorizada se aferró a mi. Nos retiramos del tumulto y le hablé preso del miedo:
[quote]-¡Huye! Regresa a los niveles superiores. Escóndete o huye de este infierno. Todos se repliegan, huye.
- ¿y tu?- me respondió con su dulce y desesperada voz - ¿no vas a luchar, también vas a huir?[/quote] Sus palabras me dolieron, pero el infierno que reinaba a nuestro alrededor sólo me dejaba pensar en una cosa:
[quote]Sí, supongo que sí - dije lamentándome - mis amigos de esta aventura han desaparecido. Quizás tengan un destino diferente, quizás estén muertos, no lo sé. Pero ahora en la hora de la batalla mi corazón late con prisa y debo descansar antes antes de asistir un último golpe. Opondré resistencia en los niveles superiores.[/quote]
Aradna me siguió insistiendo, estábamos muy cerca el uno del otro, y podía sentir su aliento, en su rostro podía ver la desesperación, y esa desesperación hacía que quisiera que se pusiera a salvo. Mi mente me decía ¡huye! Pero en el fondo pensaba “¿qué estás haciendo Adan?”. Estaba confuso y replicaba a Aradna insistentemente. Entonces, como una ráfaga de aire cálido en un día invernal, me besó.
Duró sólo un instante, pero lo suficiente como para ruborizarme y quedarme sin aliento. Cuando nos miramos pude leer muchas cosas en sus ojos, y a mi se me aclararon muchas ideas que tenía confusas. Me quedé callado sin saber que hacer o decir. Ella levantó sus manos llevándolas hacia mis omoplatos; subiendo hasta meterse de lleno en mi pelo. Me hizo girar dulcemente la cabeza y vi como los orcos, con macabras carcajadas quemaban las casas.
Vi como uno sacó los ojos de sus cuencas a un pobre anciano tullido. Ví como dos sarnosos cogían a un niño de no más de tres años y lo quemaban vivo. Vi como otros dos forzaban a una mujer mientras ella gritaba con desesperación.
[quote]-si te vas - dijo Aradna - ¿habrá más posibilidades de que la gente pueda resistir a esta horda de salvajes?[/quote]
Algo me detuvo. Oí un ruido detrás y me volví. Sentí como Aradna acariciaba mi espalda y se iba. Me quedé rígido. Frente a mi se encontraba un orco alto, grande y corpulento, con una cara horriblemente deformada. Se rió malévolamente y me miró con una sonrisa. Sentí que debía matar a aquella vil criatura, antes de que ella hiciera lo propio. Con el grito de ¡Mirkwood Free! Me abalancé hacia él, pero dos Uruks me cortaron el paso. Con mi espada cerré el paso al primero, y una patada en el antebrazo del segundo desvió la suya. Ágilmente rodeé al primero quedando su gaznate entre mi espada y yo. Moví la empuñadura y la hoja pasó por su garganta, salpicándome la cara de sus líquidos internos. El segundo se abalanzó dando un aullido al que respondí con un golpe superficial que me dio tiempo para después degollarle. Tras los últimos espasmos del uruk, el orcos amorfo habló:
[quote]¡Huye humano!¡no resistirás a mis ataques, soy Gothmog, el lugarteniente de Minas Morgul!¡huye antes de que con un golpe de mis armas te mate![/quote]
No respondí a su bravuconería y me puse en posición de ataque. Mi mente estaba ahora despejada y concentrada en lo que debía hacer. Gothmog llevaba una espada y un mazo. Se abalanzó hacia mi mazo en alto. Cogí un escudo de los uruks y frené con el su mazo y me abalancé. Nuestras espadas se movían rápidamente, chocando. Mi escudo frenaba su feroz mazo. Entramos en una casa mientras seguíamos la cruel lucha. Él se subió a una mesa y se lanzó contra mi, espada en mano. Desvié su hoja que no obstante me hizo un superficial rasguño en la mejilla. Respondí dándole un golpe seco con el escudo en su deforme boca. Varios de sus dientes volaron por los aires.
[quote]¡Garn!¡Has cometido un gran error![/quote]
Dicho esto me lanzó la maza. Usé mi espada, que con la fuerza del lanzamiento se me cayó de las manos. Alcé la vista y vi el rostro de la muerte. Su espada se acercaba a mi cabeza pero una oportuna flecha dio de lleno en su mano. Me alejé del orco y oí una voz a mi derecha:
[quote]¡Por Arnor![/quote]
Miré a Abârmil con agradecimiento y él me devolvió la sonrisa. Ambos nos abalanzamos contra Gothmog quien, impedido de la diestra y con una herido en la boca, se veía en inferioridad. Abârmil demostró sus buenas dotes de lucha y entre los dos íbamos ganando terreno. Finalmente, Abârmil le despojó de su espada a la par de que yo le arrancaba de cuajo su armadura pectoral. Gothmog dio un gran aullido y escapó de la casa donde estábamos debido a (como supimos más tarde) la muerte del Rey Brujo.
Era media mañana y los ruidos de guerra se alejaban. Hacía 48 horas que no dormía, estaba cantado pero ahora sí quería luchar.
[quote]-Debo encontrar a los demás - dijo Abârmil - Gandalf me lo encomendó.
- Esta bien, te ayudaré a encontrarlos.[/quote]
Salimos raudos del edificio en busca de nuestros compañeros en medio del tumulto de la batalla.


"La libertad no hace felices a los hombres. Los hace, sencillamente, hombres"
M. Azaña (Presidente durante la República)