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Ver tema#386 Respondiendo a: Aikanáro Telrunya
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Perdón por la inmensa tardanza de casi 2 semanas,pero los examene sme invaden,intentare como sea postear antes del lunes,incluso antes del domingo para no haceros perder tanto tiempo,sobre todo ahora que estamos al final,ansiosos y algo agotados por la larga pero placentera fati...
Acción
La batalla se volvía cada vez más cruel y encarnizada a medida que pasaban los minutos, centenares de orcos cargaban contra Elder, Rúmil y yo, que cómo podíamos aguantábamos las embestidas de dichas bestias de piel sarnosa y horribles caras que no cesaban en salir de las torres con afán y empeño de derribarnos para no levantarnos jamás. Mientras me defendía, miraba atónito como un ariete al que animaban el paso con gritos de “Grond” se iba acercando con una gran vigilancia y protegido por decenas de olog-hai y cientos de orcos acompañados a su vez por sureños rodeándole como si de sus raíces se tratara... La situación se volvía incontrolable, los orcos y fuertes uruks invadían la muralla e iban apropiándose de la zona a medida que los gondorianos y demás caían retrocediendo por el gran achaque que propiciaba dicha marea ennegrecida. Tal fue el potencial de las bestias oscuras que terminamos replegándonos casi a pasos agigantados mientras todos los miembros de la compañía perdíamos la situación visual del resto de los integrantes. Acercándome al gondoriano más cercano con el que codo con codo manteníamos la posición a medida que retrocedíamos con cautela, a la vez que repelía estocadas de las repugnantes bestias, le dirijo unas breves palabras de asombro y desesperación ante tal situación:
[quote]Gondoriano, ¿sabes de la posición de mis acompañantes al inicio de la batalla?; son vigorosos guerreros y dudo que hayan caído en el frente, pues deberían estar por aquí pero no alcanzo a divisarlos…[/quote]
Con algo más de animo por la respuesta del gondoriano que me daba aliento para continuar y creer que mis amigos continuaban con vida, sigo degollando cuellos de inmundas y mugrientas bestias que se acercaban sin parar como un torrente de agua desbordado. El tiempo se hacía eterno defendiendo la capital de Gondor, cuando de repente un odioso orco me sorprendió por un costado mientras evadía otros dos, clavándome con atino una lanza entre las costillas; la herida era algo preocupante pero no mortal, la sangre recorría mi armadura mientras continuaba a corto plazo la defensa con menos fuerzas y desfallecía lentamente. Choque contra el duro y ya malgastado piso de Minas Tirith, grande era la multitud de orcos que intentaba impedir que mi vida siguiera su curso, pero los gondorianos con los que compartía batalla y situación, se abalanzaron sobre ellos conteniéndoles mientras yo huía como podía sobre mis aun fuertes brazos, para recaer sobre la esquina de una pared de piedra blanquecina. Desde la posición que ocupaba, podía mirar la inmensidad de la capital, el nivel inferior se hallaba en llamas casi totalmente, mientras tanto observaba como los defensores de Minas Tirith se retiraban, replegándose hacía el segundo nivel intentando no perder la posición ni los nervios que les invadían al ver la multitud de la masa negra que se iba adueñando con rapidez de la zona baja. Los guerreros que contenían el frente y que anteriormente habían cargado para protegerme, iban cayendo paulatinamente, mientras tanto me retiraba de ese lugar a gatas a la vez que el sufrimiento causado por la herida se volvía más punzante y demoledor. El silencio comenzó de repente, y por instantes, a invadir el ambiente, parecía que algo malo se avecinaba, un espectro estaba presente en algún lugar cercano; fue entonces cuando cogí mis armas, centre mi pequeña armadura y con una exhalación de ánimos y aliento para sacar fuerzas, me dirigí hacía el portón principal. A medida que me acercaba a la puerta, vi como yacía en el suelo una muchedumbre de gondorianos guerreros y algún que otro campesino, y a su vez, de espaldas, el mago blanco con la vara impasible en alto pronunciaba unas palabras que no llegaba a entender por el viento y las habladurías que oía de fondo por parte de los guerreros que al igual que yo contemplaban atónitos el momento. Instantes más tarde, el espectro oscuro se alejo con su bestia alada y entraron de forma bestial varios olog-hai dando mazazos a diestro y siniestro con ganas de matar inocentes guerreros que defendían su ciudad. En dicho momento se produjo una carga contra los olog-hai que acababan de cruzar las murallas, y yo sin pensármelo dos veces anime a los de mí alrededor ha hacer lo propio junto a mí:
[quote]Guerreros de Gondor, alzad junto a mi vuestras armas para la victoria, erguid el pecho y aguantad la maldad del ojo, pues no es corto el día en que los pueblos libres venzan al lado oscuro y recuerden sus hazañas durante generaciones para toda la eternidad. ¡Adelante soldados, vencimos y venceremos![/quote]
Seis gondorianos guiados por mis gritos de guerra me seguían para cargar contra los olog-hai que impacientes nos miraban, yo iba adelantado algún metro de los guerreros cuando varios orcos aparecidos como si nada de entre las casas y un callejón, se echaron sobre ellos entreteniéndoles en una pequeña batalla bastante igualada. Sin perder tiempo continué mi carrera contra el único olog-hai con el que no daban abasto el resto, me sumí en una guerra concreta y encarnizada, uno contra uno, aún con fuerzas en el cuerpo, me dispuse a esquivar sus golpes y atacarle lo más estratégicamente posible para no cansarme más, puesto que mi herida me limitaba movimientos importantes y me traía dolor y cansancio cada vez mas intenso al cuerpo. A pocos metros, mientras esquivaba uno de los brutales golpes del olog-hai bordeándole, vi como los rohirrim, Barin, Lanceloth, Farahir y Eva cabalgaban velozmente para cargar de frente contra unos rudos jinetes que aparentaban poseer gran fuerza, sobre todo el que les encabezaba. Poco a poco los soldados gondorianos se iban retirando, dejando la zona vacía de defensores, y algo temerosos huían otros corriendo al siguiente nivel, cosa que yo, como buen guerrero y experimentado luchador, veía deshonrado e infiel al reino, si antes no se había anunciado dicha retirada o repliegue posterior. La zona se llenaba de más fuerzas del mal, desde sureños, orcos, orientales, uruks, todo tipo de bestias desgraciadas penetraban las murallas para acabar con la capital, pero a lo lejos y con gran ilusión, logro oír la energuecida voz de mi amigo y compañero de virreinato Rúmil, que me da aliento para seguir y aguantar hasta acercarse para llegar a ayudarme. Con algo de ironía por mi estado y situación, le replico sin pensármelo:
[quote]Tranquilo estoy, solo que las fuerzas flaquean y este troll no quiere hacer las paces, jeje. Date prisa y acércate para distraerle antes de que no pueda dar un paso más y me de de lleno… Cuidado, por tu flanco derecho se acercan dos orcos, no tengas piedad, ellos nunca la tuvieron contigo ni con ninguno de los humildes que poblamos la Tierra media…[/quote]
Me costo acabar la pelea con el olog-hai, gracias a mi amigo de fatigas que pude acabar vivo y no tendido en el suelo como muchos otros, por lo que paso largo tiempo hasta ver yacido en el suelo a la pesada bestia con la que habíamos tenido que luchar y defendernos por nuestras vidas. No muchos instantes después, caía como desfallecido ayudado por mi compañero que me reclinaba sobre su hombro agarrándome del brazo, mientras él se preocupaba de recoger a todos los desperdigados y guiarles hacía el segundo nivel, incluidos los integrantes de la compañía que habían tenido una gran y emocionante batalla contra los feroces jinetes del sur. Aunque personalmente habíamos logrado victorias, el enemiga continuaba invadiendo y ocupando todo a su paso, destruyendo vida alguna como pistones de hierro que no dejan ser vivo allá por donde caminan…puesto que, Rúmil nos comenzó a llevar hacía el siguiente nivel…
[quote]No siento apenas el cuerpo…el costado me esta matando… gracias por venir en mi búsqueda compañero…sin ti nada hubiera sido posible…te debo la vida amigo…[/quote]
Apenas logre divisar como soldados del reino junto con los integrantes de la compañía nos acompañaban al nivel posterior en el que todos estaríamos a salvo por momentos y desde el que nos sería más fácil seguir repeliendo el mal y proveernos de lo necesario, al igual que curarnos de las heridas y males padecidos. Más o menos medio perdí el conocimiento cuando Rúmil me llevaba agarrado y me dejaba apoyado en la pared de la muralla del segundo nivel, oía el ruido de los portones cerrarse, frases de tranquilidad, suspiros por parte de muchos soldados, pero todo parecía moverse a mi alrededor sin concentrarme ni recordar apenas lo justo… Entonces sentí un gran alivio al frescor de la medicina que me aplicaba como buen sabio en curaciones élficas mi amigo Rúmil que supo reaccionar antes y ahora, para no dejarme perdido ni acaecer mi vida… Continuaban las palabras de ánimo y aliento por parte de la mayoría, para todos los supervivientes del primer nivel, no debíamos perder las ganas ni los valores para lograr la victoria, pues ese sería nuestro único posible fracaso…
La batalla se volvía cada vez más cruel y encarnizada a medida que pasaban los minutos, centenares de orcos cargaban contra Elder, Rúmil y yo, que cómo podíamos aguantábamos las embestidas de dichas bestias de piel sarnosa y horribles caras que no cesaban en salir de las torres con afán y empeño de derribarnos para no levantarnos jamás. Mientras me defendía, miraba atónito como un ariete al que animaban el paso con gritos de “Grond” se iba acercando con una gran vigilancia y protegido por decenas de olog-hai y cientos de orcos acompañados a su vez por sureños rodeándole como si de sus raíces se tratara... La situación se volvía incontrolable, los orcos y fuertes uruks invadían la muralla e iban apropiándose de la zona a medida que los gondorianos y demás caían retrocediendo por el gran achaque que propiciaba dicha marea ennegrecida. Tal fue el potencial de las bestias oscuras que terminamos replegándonos casi a pasos agigantados mientras todos los miembros de la compañía perdíamos la situación visual del resto de los integrantes. Acercándome al gondoriano más cercano con el que codo con codo manteníamos la posición a medida que retrocedíamos con cautela, a la vez que repelía estocadas de las repugnantes bestias, le dirijo unas breves palabras de asombro y desesperación ante tal situación:
[quote]Gondoriano, ¿sabes de la posición de mis acompañantes al inicio de la batalla?; son vigorosos guerreros y dudo que hayan caído en el frente, pues deberían estar por aquí pero no alcanzo a divisarlos…[/quote]
Con algo más de animo por la respuesta del gondoriano que me daba aliento para continuar y creer que mis amigos continuaban con vida, sigo degollando cuellos de inmundas y mugrientas bestias que se acercaban sin parar como un torrente de agua desbordado. El tiempo se hacía eterno defendiendo la capital de Gondor, cuando de repente un odioso orco me sorprendió por un costado mientras evadía otros dos, clavándome con atino una lanza entre las costillas; la herida era algo preocupante pero no mortal, la sangre recorría mi armadura mientras continuaba a corto plazo la defensa con menos fuerzas y desfallecía lentamente. Choque contra el duro y ya malgastado piso de Minas Tirith, grande era la multitud de orcos que intentaba impedir que mi vida siguiera su curso, pero los gondorianos con los que compartía batalla y situación, se abalanzaron sobre ellos conteniéndoles mientras yo huía como podía sobre mis aun fuertes brazos, para recaer sobre la esquina de una pared de piedra blanquecina. Desde la posición que ocupaba, podía mirar la inmensidad de la capital, el nivel inferior se hallaba en llamas casi totalmente, mientras tanto observaba como los defensores de Minas Tirith se retiraban, replegándose hacía el segundo nivel intentando no perder la posición ni los nervios que les invadían al ver la multitud de la masa negra que se iba adueñando con rapidez de la zona baja. Los guerreros que contenían el frente y que anteriormente habían cargado para protegerme, iban cayendo paulatinamente, mientras tanto me retiraba de ese lugar a gatas a la vez que el sufrimiento causado por la herida se volvía más punzante y demoledor. El silencio comenzó de repente, y por instantes, a invadir el ambiente, parecía que algo malo se avecinaba, un espectro estaba presente en algún lugar cercano; fue entonces cuando cogí mis armas, centre mi pequeña armadura y con una exhalación de ánimos y aliento para sacar fuerzas, me dirigí hacía el portón principal. A medida que me acercaba a la puerta, vi como yacía en el suelo una muchedumbre de gondorianos guerreros y algún que otro campesino, y a su vez, de espaldas, el mago blanco con la vara impasible en alto pronunciaba unas palabras que no llegaba a entender por el viento y las habladurías que oía de fondo por parte de los guerreros que al igual que yo contemplaban atónitos el momento. Instantes más tarde, el espectro oscuro se alejo con su bestia alada y entraron de forma bestial varios olog-hai dando mazazos a diestro y siniestro con ganas de matar inocentes guerreros que defendían su ciudad. En dicho momento se produjo una carga contra los olog-hai que acababan de cruzar las murallas, y yo sin pensármelo dos veces anime a los de mí alrededor ha hacer lo propio junto a mí:
[quote]Guerreros de Gondor, alzad junto a mi vuestras armas para la victoria, erguid el pecho y aguantad la maldad del ojo, pues no es corto el día en que los pueblos libres venzan al lado oscuro y recuerden sus hazañas durante generaciones para toda la eternidad. ¡Adelante soldados, vencimos y venceremos![/quote]
Seis gondorianos guiados por mis gritos de guerra me seguían para cargar contra los olog-hai que impacientes nos miraban, yo iba adelantado algún metro de los guerreros cuando varios orcos aparecidos como si nada de entre las casas y un callejón, se echaron sobre ellos entreteniéndoles en una pequeña batalla bastante igualada. Sin perder tiempo continué mi carrera contra el único olog-hai con el que no daban abasto el resto, me sumí en una guerra concreta y encarnizada, uno contra uno, aún con fuerzas en el cuerpo, me dispuse a esquivar sus golpes y atacarle lo más estratégicamente posible para no cansarme más, puesto que mi herida me limitaba movimientos importantes y me traía dolor y cansancio cada vez mas intenso al cuerpo. A pocos metros, mientras esquivaba uno de los brutales golpes del olog-hai bordeándole, vi como los rohirrim, Barin, Lanceloth, Farahir y Eva cabalgaban velozmente para cargar de frente contra unos rudos jinetes que aparentaban poseer gran fuerza, sobre todo el que les encabezaba. Poco a poco los soldados gondorianos se iban retirando, dejando la zona vacía de defensores, y algo temerosos huían otros corriendo al siguiente nivel, cosa que yo, como buen guerrero y experimentado luchador, veía deshonrado e infiel al reino, si antes no se había anunciado dicha retirada o repliegue posterior. La zona se llenaba de más fuerzas del mal, desde sureños, orcos, orientales, uruks, todo tipo de bestias desgraciadas penetraban las murallas para acabar con la capital, pero a lo lejos y con gran ilusión, logro oír la energuecida voz de mi amigo y compañero de virreinato Rúmil, que me da aliento para seguir y aguantar hasta acercarse para llegar a ayudarme. Con algo de ironía por mi estado y situación, le replico sin pensármelo:
[quote]Tranquilo estoy, solo que las fuerzas flaquean y este troll no quiere hacer las paces, jeje. Date prisa y acércate para distraerle antes de que no pueda dar un paso más y me de de lleno… Cuidado, por tu flanco derecho se acercan dos orcos, no tengas piedad, ellos nunca la tuvieron contigo ni con ninguno de los humildes que poblamos la Tierra media…[/quote]
Me costo acabar la pelea con el olog-hai, gracias a mi amigo de fatigas que pude acabar vivo y no tendido en el suelo como muchos otros, por lo que paso largo tiempo hasta ver yacido en el suelo a la pesada bestia con la que habíamos tenido que luchar y defendernos por nuestras vidas. No muchos instantes después, caía como desfallecido ayudado por mi compañero que me reclinaba sobre su hombro agarrándome del brazo, mientras él se preocupaba de recoger a todos los desperdigados y guiarles hacía el segundo nivel, incluidos los integrantes de la compañía que habían tenido una gran y emocionante batalla contra los feroces jinetes del sur. Aunque personalmente habíamos logrado victorias, el enemiga continuaba invadiendo y ocupando todo a su paso, destruyendo vida alguna como pistones de hierro que no dejan ser vivo allá por donde caminan…puesto que, Rúmil nos comenzó a llevar hacía el siguiente nivel…
[quote]No siento apenas el cuerpo…el costado me esta matando… gracias por venir en mi búsqueda compañero…sin ti nada hubiera sido posible…te debo la vida amigo…[/quote]
Apenas logre divisar como soldados del reino junto con los integrantes de la compañía nos acompañaban al nivel posterior en el que todos estaríamos a salvo por momentos y desde el que nos sería más fácil seguir repeliendo el mal y proveernos de lo necesario, al igual que curarnos de las heridas y males padecidos. Más o menos medio perdí el conocimiento cuando Rúmil me llevaba agarrado y me dejaba apoyado en la pared de la muralla del segundo nivel, oía el ruido de los portones cerrarse, frases de tranquilidad, suspiros por parte de muchos soldados, pero todo parecía moverse a mi alrededor sin concentrarme ni recordar apenas lo justo… Entonces sentí un gran alivio al frescor de la medicina que me aplicaba como buen sabio en curaciones élficas mi amigo Rúmil que supo reaccionar antes y ahora, para no dejarme perdido ni acaecer mi vida… Continuaban las palabras de ánimo y aliento por parte de la mayoría, para todos los supervivientes del primer nivel, no debíamos perder las ganas ni los valores para lograr la victoria, pues ese sería nuestro único posible fracaso…
Rey elfo, junto a su amigo Rúmil Är-Feinield, de los Bosques de Herindat en las lejanas tierras de Ianna. (Virreinato entre la Primera y la Segunda edad, segun el computo de Ianna)