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dimasalang
dimasalang
Desde: 14/09/2004

#425 Respondiendo a: burzumgad

Off-topic

Hola.
Disculpad la pequeña tardanza en escribir esta acción, pero he tenido algo de trabajo amontanado con la orquesta por estos dias.
Os confieso que estoy algo triste ahora que se acerca el final.
Y bien, si nos tomamos un respiro será para ver la partida de algunos compañeros...

Acción

La riada de orcos, uruks y trolls parecía verdaderamente incontenible. Dimas y el retén de gondorianos luchaba a brazo partido en el segundo nivel. A pesar de que el grupo que luchaba con el enano se diezmaba paulatinamente, estaban logrando retener las embestidas. En un momento de calma, el aguerrido hijo de Durin pudo secarse el sudor de la frente y apoyar sus armas junto a la almena. Entre el griterío y confusión de la batalla no había sido consciente de lo que ocurría allende las murallas de Minas Tirih:
[quote]- ¡Por las barbas de Náin, juraría que esa mancha negra que barre el campo de batalla son ejércitos de Roham!- dijo con gran sorpresa y emoción- ¡qué lástima que no hayan venido mis hermanos de la Colina de Hierro, de Moria o de la Montaña Solitaria![/quote]
Instantes después un gondoriano avistó unas embarcaciones en el Anduin. Para su sorpresa no salían de su interior corsarios de Umbar, como pregonaban los orgullosos estandartes de sus mástiles, sino feroces montaraces y entre ellos....
[quote]- ¡Maese Dimas, juraría que en las primeras filas de los montaraces brilla mortalmente el acero de un enano!- señaló el capitán Ecthar, que venía luchando todo este tiempo junto al hijo de Thranios.
- Así es mi buen amigo. En verdad parece Gimli, hijo de Glóin, con quien coincidí últimamente en Helm. ¡Ya somos dos vástagos de Durin los que segamos gargantas en este día inolvidable que será inmortalizado en los cantares de todos los pueblos libres y nobles de esta Tierra Media!.
[/quote]
La batalla se decidió en un par de horas. Dimasalang, el capitán Ecthar y un valiente retén de gondorianos pudieron poner en huída a los últimos siervos de Sauron que querían proseguir su avance. Sólo una última sacudida de Khámul puso sobre alerta a todos. En éstas la vieja compañía, a quien ya une una imperecedera amistad, pudo reunirse. Burzumgad, que sobrevivió de milagro a la contienda, partió junto a Adan, Aikánaro y Farahir a las conocidas como Casas de Curación. Brebajes laxantes y humos medicinales como mejor solución para cicatrizar las heridas. El resto, hubo pronto de marchar, aleccionados por el antes montaraz trancos, y hoy, presumible rey de la sempiterna ciudad blanca, Aragorn. La puerta Negra, nada más y nada menos, aguardaba a las huestes mermadas en el Pelennor, y junto a ellas a Lanceloth, Barin, Rúmil, Dimas y Abârmil.
La altura y fortaleza de las citadas puertas acongojó el animo de Dimas. Detrás de aquellos inmensos portones, un inmenso griterío. Al momento, los goznes chirriaron y salió de su interior un emisario de Mordor a parlamentar. Boca de Sauron, alguien dijo que se llamaba. Dimas aún no entendía nada, pero supo que lo que aquel ser -quizá del mundo antiguo- tenía en sus manos, era una cota de malla de mithril de los enanos de Tumunzahar.
[quote]- ¡Por Aulë!, ¡es el regalo que Thorin hizo a Bilbo Bolsón!- pensó para sí mientras observaba a Gimli, que se encontraba parlamentando junto a Aragorn al pie de la Puerta Negra. [/quote]
Instantes después, ya en formación de batalla, miles de orcos se abalanzaron sobre ellos. Encima de sus cabezas, un cielo imposiblemente oscuro y amenazador, un cielo que auguraba el fin del mundo. Dimas apenas tuvo tiempo de reaccionar. Pudo repeler los primeros golpes de tres orcos, pero apunto estuvo de perecer bajo la maza de un enorme olog-hai. Repuesto del susto, pudo cercenar con su hacha el talón del enemigo, quien se derrumbó entre alaridos. A pocos metros de él, un mediano lograba tumbar un troll de proporciones hercúleas. Dimas recibió un duro golpe tras eliminar al olog-hai. Con su brazo había parado un golpe de cimitarra. Creyó perder el conocimiento. Pero no era por la pérdida de sangre. Algo raro ocurría. La tierra temblaba con todo su furor. La gran torre de Barad-dûr se desplomaba, y el suelo se abría en canal arrastrando a sus simas insondables cientos de guerreros oscuros. Algo así hubo de ocurrir cuando desapareció Thangorodrim. Varios minutos más tarde todos celebraban la victoria. Dimas, herido, se abrazó con sus compañeros.
[quote]- parece que esta vez sí, hemos triunfado- sentenció aliviado. [/quote]
De vuelta a Minas Tirih, el enano no tardó en volver a celebrar su triunfo con los zumos de la fértil vega del Aduin, con vinos y, por supuesto cánticos, a los que se unieron los convalecientes en las casas de Curación.
"Así lucharemos a la sombra"- dijo Dieneces en las Termópilas al saber que los persas harían una nube con sus flechas.