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Esto se acabó, mis buenos amigos. El viaje ha concluido. Agradezco a todos el nivel que se ha dado a las Acciones (algunas verdaderamente vibrantes y bien curradas), la continuidad (lamento el parón del último mes), el trabajo e ingenio de Entaguas (me quito el sombrero), la perseverancia...
Epílogo
La tranquilidad y la paz habían llegado al fin a nuestros corazones, las diferentes razas de la Tierra Media podían mirar al cielo claro y luminoso después de tanta oscuridad. La ceremonia de entronización del rey Elessar fue todo lo grande que se podía esperar de tan importante acontecimiento, y allí fuimos invitados los miembros de nuestra compañía por la ayuda ofrecida. La ciudadela estaba engalanada con estandartes y banderas por todos lados y la gente vestía sus mejores trajes, era un día que sería recordado.
No queríamos que la disolución del grupo fuese tan rápida, así que nos quedamos un tiempo en Minas Tirith, ayudando en su reconstrucción, hablando, comiendo y dando largos paseos por sus preciosas callejuelas. Quería ofrecer un regalo a mis compañeros antes de nuestra separación y los reuní a todos para hacerles entrega de un pequeño libro a cada uno. Estaba revestido con unas tapas duras de color oscuro y en su portada podía leerse el título "La extraña alianza". Gracias a mis contactos en la ciudad conseguí que me hicieran los ejemplares utilizando la piel de la bestia alada que abatimos frente a las puertas, un buen trofeo de guerra. Dentro de aquellas páginas se encontraba relatado el viaje que comenzamos semanas atrás y que nos llevaría a vivir tantos peligros, así podríamos recordarnos a pesar de estar alejados unos de otros. Para agradecer a Burzumgad su unión al grupo, le entregué un tomo igual al de los demás salvo por estar escrito en lengua negra, un detalle que le alegró.
Antes de marcharme invité a todos a visitar mi hogar en Bealfast, donde serían recibidos con los honores de auténticos reyes, a Adan y Abarmil, a mi nuevo amigo enano Dimas le prometí un banquete suculento sólo para él, y especialmente a mis compañeros elfos Rúmil y Aikanáro, de los cuales me costó bastante despedirme después de todo lo vivido con ellos, sobretodo en Lórien.
Así pues partí de Minas Tirith montado a lomos de un imponente caballo de color negro regalo del rey Aragorn, con el que además tuve el privilegio de poder elegir su nombre, le puse Elros en homenaje al hermano de Elrond, un medio-elfo que eligió el camino de los hombres y dejó atrás su inmortalidad. Decidí que antes de volver a casa debía regresar a Lórien, ya que la última vez que la vi se encontraba en llamas, no quería que aquella fuera la imagen que quedara en mi recuerdo de tan precioso lugar.
Pase largo tiempo con los elfos ayudando en lo que estuviese en mi mano para darle de nuevo el esplendor que tenía antaño.
Por fin regresé a mi hogar listo para volver a ver a mi familia y mis queridos súbditos, preparado para seguir disfrutando de todo por lo que había luchado meses atrás y que hubiera desaparecido de haber fracasado en nuestra misión. Pero sabía que mi tiempo en la Tierra Media estaba llegando a su fin y pronto debería partir con los de mi raza lejos de mis tan queridas tierras, el momento de los elfos debía dejar paso al momento de los hombres.
La tranquilidad y la paz habían llegado al fin a nuestros corazones, las diferentes razas de la Tierra Media podían mirar al cielo claro y luminoso después de tanta oscuridad. La ceremonia de entronización del rey Elessar fue todo lo grande que se podía esperar de tan importante acontecimiento, y allí fuimos invitados los miembros de nuestra compañía por la ayuda ofrecida. La ciudadela estaba engalanada con estandartes y banderas por todos lados y la gente vestía sus mejores trajes, era un día que sería recordado.
No queríamos que la disolución del grupo fuese tan rápida, así que nos quedamos un tiempo en Minas Tirith, ayudando en su reconstrucción, hablando, comiendo y dando largos paseos por sus preciosas callejuelas. Quería ofrecer un regalo a mis compañeros antes de nuestra separación y los reuní a todos para hacerles entrega de un pequeño libro a cada uno. Estaba revestido con unas tapas duras de color oscuro y en su portada podía leerse el título "La extraña alianza". Gracias a mis contactos en la ciudad conseguí que me hicieran los ejemplares utilizando la piel de la bestia alada que abatimos frente a las puertas, un buen trofeo de guerra. Dentro de aquellas páginas se encontraba relatado el viaje que comenzamos semanas atrás y que nos llevaría a vivir tantos peligros, así podríamos recordarnos a pesar de estar alejados unos de otros. Para agradecer a Burzumgad su unión al grupo, le entregué un tomo igual al de los demás salvo por estar escrito en lengua negra, un detalle que le alegró.
Antes de marcharme invité a todos a visitar mi hogar en Bealfast, donde serían recibidos con los honores de auténticos reyes, a Adan y Abarmil, a mi nuevo amigo enano Dimas le prometí un banquete suculento sólo para él, y especialmente a mis compañeros elfos Rúmil y Aikanáro, de los cuales me costó bastante despedirme después de todo lo vivido con ellos, sobretodo en Lórien.
Así pues partí de Minas Tirith montado a lomos de un imponente caballo de color negro regalo del rey Aragorn, con el que además tuve el privilegio de poder elegir su nombre, le puse Elros en homenaje al hermano de Elrond, un medio-elfo que eligió el camino de los hombres y dejó atrás su inmortalidad. Decidí que antes de volver a casa debía regresar a Lórien, ya que la última vez que la vi se encontraba en llamas, no quería que aquella fuera la imagen que quedara en mi recuerdo de tan precioso lugar.
Pase largo tiempo con los elfos ayudando en lo que estuviese en mi mano para darle de nuevo el esplendor que tenía antaño.
Por fin regresé a mi hogar listo para volver a ver a mi familia y mis queridos súbditos, preparado para seguir disfrutando de todo por lo que había luchado meses atrás y que hubiera desaparecido de haber fracasado en nuestra misión. Pero sabía que mi tiempo en la Tierra Media estaba llegando a su fin y pronto debería partir con los de mi raza lejos de mis tan queridas tierras, el momento de los elfos debía dejar paso al momento de los hombres.
"¡Seguid en posición, hacedles frente! Hijos de Gondor y de Rohan, mis hermanos. Veo en vuestros ojos el mismo miedo que encogería mi propio corazón. Pudiera llegar el día en que el valor de los hombres decayera, en que olvidáramos a nuestros compañeros y se rompieran los lazos de nuestra comunid...