- Ah... que dolor... ¡Ay!- dije mientras me ayudaba a levantarme un hombre desconocido por mí hasta entonces. Me levanto, pero la cabeza me da vueltas; todo esta borroso y mis andares eran dignos de sonoras carcajadas. Finalmente el hombre me sujeto y me dio una palmada, pronto me pareció verlo todo mejor, hasta que volví a ver claramente, más el dolor no se me había pasado.
- Sí, mucha puntería, ¡Y mucho aguante! - le dije al hombre, aunque sentía un dolor muy fuerte en el costado, afortunadamente, no me estampé contra el suelo en mi caída, pues caí contra un orco, el cuál estaba a mis espaldas, sin vida, y un poco aplastado .
Finalmente vi que el anciano beis nos reclamaba, y yo torpemente, entre el enano, el beis y el hombre que me había ayudado, levantamos al montaraz.
- Vaya, veo que no has perdido ningun diente- me dijo el enano riéndose.
Pero hay demasiado silencio; algo extraño. Finalmente veo como farawyn se acerca y nos dice:
- ¡Rápido! ¡Entremos en la taberna y obstruamos el paso por si vienen más, quizá allí encontremos algo para curarle!