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Entaguas
Entaguas
Desde: 21/04/2005

#549 Respondiendo a: Aravir

Narracion (resto del grupo)

Terminada la lucha con los orcos, Brosovich desaparece para reunirse con Entaguas...
El resto del grupo revisa el pequeño campamento, pero no encuentran nada excepto un baúl bastante grande...
Gandalf lo observa cuidadosamente.
- Este baúl devió ser transportado con b...

Narracion (resto del grupo)

¿Estoy en el bando equivocado? ¿Como puedo seguír así, después de tantos años?
Después de tales pensamientos, me doy cuenta de que la mujer me sonrié enigmáticamente, aunque al ver que la he vuelto a mirar, sigue mirando de la misma pinta de cabreo.
- ¿No piensas hablar o qué?- le dije bromeando, y ella volvió a sonreír otra vez, aunque bajo la cabeza para tener la misma pinta de cabreada.
En ese momento, veo varias figuras oscuras y lejanas... son 8, portan antorchas... son orcos... y llevan ballestas... y se acercan...
Sin pensarlo, me echo al suelo junto a la mujer y permanezco atento, no me han visto, pero siguen acercandose con paso lento pero seguro.
- ¡Entaguas, piensa!- me digo a mí mismo- Mis compañeros me temo que están demasiado cerca para ayudarme, y si huyo los orcos me veran... no es que me asuste luchar contra ocho, pero llevan ballestas, y si tienen suficiente inteligencia para usarlas soy elfo muerto... debo soprenderlos...
En ese momento, una brillante idea surca la cabeza. Le doy a la mujer unos puñales y mi jabalina dorada. Por un momento esta se me queda mirando y temo que me matara, pero no hizo tal cosa y se quedo esperando alguna orden. Yo cogí varias flechas y tensé mi arco.
- Cuando diga tres, les lanzas los puñales y la jabalina, mientras yo los acribillo con mis flechas.
La mujer asiente y mientras esperamos a los orcos que se van acercando. Están muy cerca...
- 1...2... ¡y 3!
Dicho esto, la mujer lanza los puñales y la jabalina con tal precisión que me deja helado, de hecho, la jabalina le ensarta la cabeza al orco jefe. Yo con mi arco hago el resto. Sin perder tiempo me dispongo a recoger en ese momento las flechas y los puñales, y a darle el punto de gracia a algún orco moribundo de los 8. Hecho esto, varias flechas surgen de la oscuridad, y veo otras figuras pequeñas moverse.
- ¡Trasgos!
En ese momento, una figura fantasmal aparece a mis espaldas.
- ¡Joder, señor Arnoniano, no me des esos sustos!- digo con el corazón en un puño - ¡Esa si tiene que ser una ventaja de estar muerto, poder dar unos sustos de muerte!
- ¡Trasgos!- me dice señalando a las figuras que corren hacia allí y disparan flechas con no muy buena puntería.
- Avisa a los demás, diles que vengan inmediatamente. Yo los contendré, no parecen ser muchos.
- De acuerdo, aunque no tardaré mucho, volveré a estar aquí para ayudarte- me dijo riendo- aunque no creo que necesites ayuda.
Dicho esto, desaparece, mientras, yo le doy una espada a la mujer. Confío en ella, pues ya me ha demostrado su fidelidad. Y no, no me degolla con la espada si no que se me pone al lado dispuesta a matar a los trasgos. Mientras, unas malévolas risas hacen eco por todo el lugar.
¡Oh Orofarnë, Lassemista, Carnimirië!
¡Oh hermoso fresno, sobre tu cabellera qué hermosas son las flores!
¡Oh fresno mío, te vi brillar en un día de verano!
Tu brillante corteza, tus leves hojas, tu voz tan fresca y dulce:
¡qué alta llevas en tu cabeza la corona de oro rojo!
Oh fresno muerto...