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Entaguas
Entaguas
Desde: 21/04/2005

#561 Respondiendo a: brosovich

Acción

Increpo al grupo para que interroguen de una vez a la mujer:

"Gandalf!!!! Hay que hacerle hablar, y si no suelta prenda, deberiamos deshacernos de ella!!!! Acaba de demostrarnos que es peligrosa, y en cualquier descuido puede hacernos zozobrar e irnos a pique, TIENE QUE HABLAR!!!!!! "

Acción

Después de la movidita noche de kung-fu élfico que he tenido, despierto alegre y muy descansado. Sin embargo, unas palabritas de ulbar me quitan la sonrisa de repente:
- Adivina quién va a cargar con la dundelina.
- Oh, mierda, ¿Al final voy a acabar de niñero de la dundelina?
- Pues creo que sí- dijo Miquel, aunque había en él distinto. Parecía como si hubiera vuelto a poseer la joya, pero eso era imposible, yo la había perdido...o eso creía... no creo que el señor enano me la hubiera quitado. Estaba cansado y le costaba trabajo poder con su cuerpo.
Mientras vamos caminando silbo una alegre melodía élfica.
- Oye Ulbar, ¿Cuántos orcos mataste?
- no se, creo que nos 15...
- Bueno, yo unos 20. Te gané...
- Yo superé los 23...- dijo Miquel, aunque su tono fue descendiendo, casi melancólico y soltó un quejido, estubo a punto de caerse, pero siguió adelante sin más interrupciones.
De repente, empiezo a pensar en mis asuntos, cuando de repente, subsconcientemente, casi sin darme cuenta, pienso ''Los mataré, a todos''. Alarmado por tal oscuro y siniestro pensamiento veo que la dundelina me mira fijamente.
- Joder, a ver si la tía esta va a tener poderes telequinésicos de esos... uf- pienso para mí, y claramente solicito que otra persona cargue con la dundelina, pero nadie me oye, o se hacen los locos.
En un momento, el señor ''Arnoniano'' encuentra un yelmo, que Delior reconocé como del Harad.
- Bueno, si estamos cerca de los dundelinos mejor- digo- Así puedo quitarme de una maldita vez esta carga que llevo...
- ¿Sabes algo?- le pregunta Aravir a la dundelina, y esta apenas le responde. Yo intuyo que sí sabe algo, seguramente entre los dundelinos este su familia.
Mientras el camino, intentó interrogar a mi manera a la dundelina.
- ¿Cómo te llamas?
(silencio digno de cementerio)
- ¿De donde eres?
(silencio digno de cementerio)
- ¿Cómo has llegado hasta aquí?
(silencio digno de cementerio)
- ¿Y tú familia?
Aunque dicho esto, la mujer en vez de callar, veo un notable cambio de expresión en su cara, pues se entriztece y suelta una lágrima. Yo no me fío, pero si esas lágrimas son de verdad, es evidente que habría perdido a toda su familia.
En ese momento, mi amigo verde insta a que la interroguemos.
- No la podemos dejar así como así suelta. Y no es porque le haya cogido cariño como dicen algunos, si no porque simplemente, si el enemigo topa con ella o cualquier cosa parecida, podría contar mucho a través de esa boca. Si no habla y hay que tomar decisiones al respecto, matémosla y punto.
Dicho esto, muchos recapacitan y piensan su opinión, aunque veo como la mujer me mira sorprendida y helada.
¡Oh Orofarnë, Lassemista, Carnimirië!
¡Oh hermoso fresno, sobre tu cabellera qué hermosas son las flores!
¡Oh fresno mío, te vi brillar en un día de verano!
Tu brillante corteza, tus leves hojas, tu voz tan fresca y dulce:
¡qué alta llevas en tu cabeza la corona de oro rojo!
Oh fresno muerto...