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Ver tema#690 Respondiendo a: Aravir
Narracion(batalla de los vados...)
Faltaba muy poco para que la batalla de los vados del Isen por fin cesara. La caballeria del principe Theoden era furiosa y aplastaba al enemigo. La superioridad de los orcos ya no tenía valor, ellos corrian para salir del río. Sólo de vez en cuando, alguno mas va...
Acción
A lomos de Eatol embestí algunas veces más contra los pocos orcos restantes, que eran eliminados por los demás. De pronto vi a un enano, que corría hacia un bulto que yacía en el suelo, aunque se movía. Parecía un montaraz, pero se incorporó con dificultad y suspiré de alivio al ver que sólo estaba herido. Un oriental en la orilla del río eliminaba a los cobarrdes orcos que intentaban huir después de que un soldado gondoriano eliminara a su jefe. Los elfos también contribuían a la eliminación con sus arcos y su precisión. También había una doncella guerrera, que combatía con furia.
Poco después se eliminó el último orco y los rohirrim y los compañeros alzaron sus armas en señal de victoria. Una vez pasada la emoción, todos me miraban a mí. Me sonrojé, pero no se notó por la banda que cubría el rostro. No pusieron objección alguna de que me uniera al grupo, y me preguntaron mi nombre.
-Me llamo Findon -les informé.- Decidí ayudaros porque odio a los orcos, aunque en principio no os vi.
Todos me dieron palmadas en la espalda y se presentaron. El montaraz, afortunadamente sólo herido se llamaba Aravir, el gondoriano que había destrozado al orco jefe Ulbar y el enano que acudió en ayuda del montaraz Miquel. También había una especie de mago con vestiduras beis, de cuyo nombre no me informaron. Además, vi al oriental que portaba una cimitarra, al que todos miraban más que a mí. Le pregunté al gondoriano su nombre y el me respondió Delior. A pocos metros vi pasar al fantasma verde que me había impresionado tanto al unirme a la batalla. Vi a un elfo, que parecía de la raza noldor, llamado Entaguas, y por último a una doncella guerrera, con armadura llamada Farawyn.
El grupo se encaminó a un pueblo cercano, donde había una pira humeante, que todos miraban con sorpresa, excepto yo, claro.
Después los guerreros se dirigieron a una posada cercana para comer y para que atendieran a los heridos, y me invitaron a ir con ellos. Allí até a una barra de madera a Eatol y celebramos la victoria. Me preguntaron algo sobre mí para conocerme mejor, pero yo sólo les dije la verdad, que soy un errante y que sólo ando en busca de aventuras.
A lomos de Eatol embestí algunas veces más contra los pocos orcos restantes, que eran eliminados por los demás. De pronto vi a un enano, que corría hacia un bulto que yacía en el suelo, aunque se movía. Parecía un montaraz, pero se incorporó con dificultad y suspiré de alivio al ver que sólo estaba herido. Un oriental en la orilla del río eliminaba a los cobarrdes orcos que intentaban huir después de que un soldado gondoriano eliminara a su jefe. Los elfos también contribuían a la eliminación con sus arcos y su precisión. También había una doncella guerrera, que combatía con furia.
Poco después se eliminó el último orco y los rohirrim y los compañeros alzaron sus armas en señal de victoria. Una vez pasada la emoción, todos me miraban a mí. Me sonrojé, pero no se notó por la banda que cubría el rostro. No pusieron objección alguna de que me uniera al grupo, y me preguntaron mi nombre.
-Me llamo Findon -les informé.- Decidí ayudaros porque odio a los orcos, aunque en principio no os vi.
Todos me dieron palmadas en la espalda y se presentaron. El montaraz, afortunadamente sólo herido se llamaba Aravir, el gondoriano que había destrozado al orco jefe Ulbar y el enano que acudió en ayuda del montaraz Miquel. También había una especie de mago con vestiduras beis, de cuyo nombre no me informaron. Además, vi al oriental que portaba una cimitarra, al que todos miraban más que a mí. Le pregunté al gondoriano su nombre y el me respondió Delior. A pocos metros vi pasar al fantasma verde que me había impresionado tanto al unirme a la batalla. Vi a un elfo, que parecía de la raza noldor, llamado Entaguas, y por último a una doncella guerrera, con armadura llamada Farawyn.
El grupo se encaminó a un pueblo cercano, donde había una pira humeante, que todos miraban con sorpresa, excepto yo, claro.
Después los guerreros se dirigieron a una posada cercana para comer y para que atendieran a los heridos, y me invitaron a ir con ellos. Allí até a una barra de madera a Eatol y celebramos la victoria. Me preguntaron algo sobre mí para conocerme mejor, pero yo sólo les dije la verdad, que soy un errante y que sólo ando en busca de aventuras.
"La vida tiene el sentido que nosotros le damos y en ello reside la grandeza del hombre" -Friedrich Nietszche.