Acción

El señor enano esta bastante enfadado. Se dirige de nuevo hacia ellos. Realmente en ningún momento he soltado mi arco, por lo que pudiera pasar...
Pero de repente, algo extraño pasa.
-¡Creo que la joya a elegido finalmente a su autentico dueño!. ¡Cuidado a partir de ahora!. Me pregunto si seras capaz de aguantar lo que yo he tenido que soportar!.
El señor enano estalla en carcajadas. Faramund mira incrédulo la joya. De repente, aparece Gandalf, y tras él, un rohirrim. La dundelina ha escapado. Maldición. Bueno, no es tarde. Ya dije en su tiempo que no debíamos de fiarnos de esa maldita mujer. Lo que me pregunto es como habría conseguido escapar. A saber lo que quería hacer el carcelero con ella.
- ¡Venga, vamos rápido, no debe escapar! ¡No perdamos ni un momento!
Con mi vista de elfo, miro el horizonte. Me parece ver una figura femenina a la lejanía.
- ¡Es la mujer! ¡Ahí está! ¡Rápido compañeros!- gritó casi afónico. Ulbar y Miquel estallan en carcajadas.
- No grites tanto, Entaguas, que luego dices que los demás...- dice ulbar riendo.
- Es verdad, disculpadme, ¡pero no puede escapar!- digo yo en un tono más tranquilo.
Ya estamos muy cerca. No tardamos en rodearla. La dundelina tiene sus manos manchadas de sangre y sujeta una espada. Bajamos del caballo tan rápido que apenas le da tiempo a hacer algo contra nosotros. Su espada sale volando, sin dar a nadie. La dejamos paralizada en el suelo.
- Creo que ha llegado la hora de interrogar a esta señorita... como se ha demostrado es peligrosa...- digo sacando la poción que tanto he mentado. En ese momento llega Fararwyn.
- ¡USTEDES NO VAN A INTERROGAR A ...!
El señor mago la frena con la mirada. Una mirada severa. Además, fararwyn se cae y tropieza. El señor verde aparece tras ella dejándola casi insconciente del susto.
- Es lo que tiene estar muerto. Verte no es muy agradable.
- ¡Venga, que todavía eres muy guapo!- dice ulbar riendo.
Mientras, Miquel me está ayudando a darle un par de tragos a la dundelina. Se bebe la mitad, y no bomita ni nada por el estilo. Los efectos no tardan en aparecer.
- ¡AAAH! ¡DAME AGUAAAAAA!
- Y decía que no hablaba...-dice el mago en susurros.
- Te daremos agua. Pero antes, debes hablar- le digo tajante, enseñándole una cantimplora de agua. Miquel y Ulbar la sujetan.
- ¡ESTA BIEN OS LO DIRÉ TODO! ¡PERO DAME AGUAAAA!
- Cuando hables.
- ¡AHHH! ¡MALDITO ELFO, NO LO SOPORTO...! AH ESTÁ BIEN... OS LO DIRÉ TODO LO QUE SE! ¡EL DUNDELINO... AL QUE PERSEGUÍS... VIVE Y SE ENCUENTRA AL OTRO LADO DEL ISEN... EN LAS ESTRIBACIONES DEL SUR DE LAS MONTAÑAS NUBLADAS... UNAS CINCUENTA MILLAS DE AQUÍ... RUMBO NORESTE...! ¡AH! ¡PERO DAME AGUA!
- ¡JAJAJAJAJA! ¡QUE HABLADORA LLEGA A SER!- decimos todos a la vez estallando en carcajadas.
Tras esto, le damos a beber otro poquito de poción para asegurarnos de que no miente. En efecto, no miente. Le damos agua, no hay más motivos para hacerla sufrir. Se la bebe entera y se va, entre gritos, pidiendo agua.
- Espero que le vaya mejor. No creo que haya motivos para perseguirla. Ya habéis oído muchachos. ¡Vamos hacia ese dundelino! ¡Señor verde, usted puede adelantarse!