Acción

Bajo del tejado tras una buena noche de sueño bajo las estrellas, y digo algo tímido buenos días. Pero me doy cuenta de que el rohirrim tenía las armas desenvainadas. Sin motivo alguno, me pone el cuchillo en la garganta, ordenando callar lo visto. Yo bajo los brazos, y justo cojo mi puñal y lo introduzco el manga. El hombre de Rhun y la dama observan la escena algo confusos. En ese momento, Entaguas,Ulbar y compañía vienen y empujan al rohirrim para evitar que me agrediera. Mi puñal está listo. El elfo tiene el arco listo. Parece que todos me aprecian, motivo que desconozco. Se produce un silencio algo incomodo, y ulbar me coge del hombro y me guía para que vaya con ellos. Mi furia es controlada con esfuerzo por mi propia persona. Aquello no quedaría impune. El rohirrim, algo más manso tras el empujón, se recupera sin embargo y da un comentario mordaz dirigido a los amantes dela cerverza, y algo insultante. El enano se vuelve, pero sin razón alguna, todo queda arreglado al parecer, cuando Gandalf nos convoca, para perseguir a la dunlendina que se había escapado, pero no tardamos en rodearla con nuestros caballos. En cuestión de minutos, la dunlendina, que al parecer no había dicho una palabra, confiesa todo sobre lo que andabamos buscando.

Veo una perdiz que va volando justo detrás de Faramund, aquel maldito rohirrim maleducado. Saco mi arco y apunto. La sigo con la mirada y diana. Al suelo. La flecha había silbado junto a la oreja del rohirrim, y este se había percatado de que era mía.
-Has fallado, dunadan -me dijo, vengativo, viniendo hacia mí con la espada alzada.
-No lo creo -le dije, mientras la perdiz, lanzada por Ulbar me aterrizaba en el regazo. -Cuida tus modales, rohir. Esto queda olvidado, pero la próxima vez no seré benigno. -y me alejé sin más discusiones, aunque alerta.