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Ver tema#732 Respondiendo a: DELIOR
NARRACION
Luego de la llegada de Aravir, el grupo nuevamente está completo. Los Gemelos se mantienen alejados y a cubierto en el extremo contrario del bosquecillo, amplio y cuyos árboles son espaciados y no muy frondosos. Gandalf siente que el grupo y no los caballos a su cuidado son su atención...
Acción
Gandalf reunió al grupo y nos habló. Aravir tubo una duda sobre a cual de aquellos dundelinos era el nuestro. Yo digo mi opinión.
- ¿Descripción? ¿Acaso necesitamos descripción? ¡Bah, bueno! Se supone que será el jefe. Aquel al que protegen. No creo que sea uno más entre los soldados, no tiene mucho sentido.
- Quizás sea solo para despistar- dice Aravir.
- Bah, para despistar... ¡son unos hombres salvajes que se cortan las uñas con piedras, acompañados de unos orcos cuyo cerebro está formado por paja! ¡No son grandes reyes con dotes estratégicas del reino de Númenor!
Ulbar me increpa aún así un poco desconfiado. Solo Miquel parece estar de acuerdo conmigo. Deberíamos de asaltarles ya sin ningún tipo de retraso. Pero no todo el grupo parece ser de nuestra opinión.
En ese momento, fararwyn nos propone buscar refugio. No me parece una idea descabellada, pero no me parece correcta.
- No creo que convenga buscar refugio. Les perderíamos la pista. Subámonos a unos árboles, acampemos cerca del campamento... no debemos de perderles de vista.
En ese momento una idea cruza mi mente. Como si una antorcha se iluminara en una inmensa oscuridad. Perfecto. Llamé al señor verde. Realmente habíamos estado desaprovechando sus dotes de espionaje.
- ¡Señor fantasma!
- Creíais que me llamábais señor verde- dijo apareciendo trás de mí, con una carcajada que heló el ya de por sí gélido ambiente.
- Ve al campamento dundelino. Eres el único de nosotros que puede pasar desapercibido. Averigua cuál es nuestro dundelino... ¡Espera, un momento!
Con mi vista élfica, parece ser que un pequeño grupo de dundelinos, una docena, se acercaban. Acababan de salir del campamento. Hasta ahora parece ser que habíamos pasado desapercibido para ellos. A la cabeza de ellos, iba un dundelino, fuerte y barbudo, mejor armado que los demás.
- Ese debe ser nuestro hombre...- les digo al resto del grupo- quizás debamos atacarle ya.. no, sería insensato sin asegurarnos de que es nuestro hombre... ¡señor verde, espíasle, parece que hablan! ¡Escondámonos!
Nos subimos a los árboles. Las voces roncas de los dundelinos ya empiezan a resonar por todo el valle. Desde nuestra posición no les escuchamos muy bien. De repente, el señor verde aparece ante nosotros de improviso, y Aravir casi se cae del árbol del susto.
- Es nuestro hombre- nos dice- para asegurarme he recorrido en un momento el campamento.
- Joder, eres más rápido que un meara...- dice Gandalf al señor fantasma.
- El jefe, el que va a la cabeza es nuestro hombre- continúa el señor verde- parece ser que han salido a cazar, pero parece ser que están huyendo. En el campamento han dejado unos impostores. Es el que nos mandaron en Rivendel, todo concuerda por lo que les he oído decir a ellos y en el campamento...
- ¿Pero cómo puedes estar tan seguro?- dice la dama fararwyn.
- ¡Ahora no es el momento!- interrumpe ulbar- ¡Se acerca!
Los dundelinos ya están cerca. Es el momento justo para emboscarles.
Gandalf reunió al grupo y nos habló. Aravir tubo una duda sobre a cual de aquellos dundelinos era el nuestro. Yo digo mi opinión.
- ¿Descripción? ¿Acaso necesitamos descripción? ¡Bah, bueno! Se supone que será el jefe. Aquel al que protegen. No creo que sea uno más entre los soldados, no tiene mucho sentido.
- Quizás sea solo para despistar- dice Aravir.
- Bah, para despistar... ¡son unos hombres salvajes que se cortan las uñas con piedras, acompañados de unos orcos cuyo cerebro está formado por paja! ¡No son grandes reyes con dotes estratégicas del reino de Númenor!
Ulbar me increpa aún así un poco desconfiado. Solo Miquel parece estar de acuerdo conmigo. Deberíamos de asaltarles ya sin ningún tipo de retraso. Pero no todo el grupo parece ser de nuestra opinión.
En ese momento, fararwyn nos propone buscar refugio. No me parece una idea descabellada, pero no me parece correcta.
- No creo que convenga buscar refugio. Les perderíamos la pista. Subámonos a unos árboles, acampemos cerca del campamento... no debemos de perderles de vista.
En ese momento una idea cruza mi mente. Como si una antorcha se iluminara en una inmensa oscuridad. Perfecto. Llamé al señor verde. Realmente habíamos estado desaprovechando sus dotes de espionaje.
- ¡Señor fantasma!
- Creíais que me llamábais señor verde- dijo apareciendo trás de mí, con una carcajada que heló el ya de por sí gélido ambiente.
- Ve al campamento dundelino. Eres el único de nosotros que puede pasar desapercibido. Averigua cuál es nuestro dundelino... ¡Espera, un momento!
Con mi vista élfica, parece ser que un pequeño grupo de dundelinos, una docena, se acercaban. Acababan de salir del campamento. Hasta ahora parece ser que habíamos pasado desapercibido para ellos. A la cabeza de ellos, iba un dundelino, fuerte y barbudo, mejor armado que los demás.
- Ese debe ser nuestro hombre...- les digo al resto del grupo- quizás debamos atacarle ya.. no, sería insensato sin asegurarnos de que es nuestro hombre... ¡señor verde, espíasle, parece que hablan! ¡Escondámonos!
Nos subimos a los árboles. Las voces roncas de los dundelinos ya empiezan a resonar por todo el valle. Desde nuestra posición no les escuchamos muy bien. De repente, el señor verde aparece ante nosotros de improviso, y Aravir casi se cae del árbol del susto.
- Es nuestro hombre- nos dice- para asegurarme he recorrido en un momento el campamento.
- Joder, eres más rápido que un meara...- dice Gandalf al señor fantasma.
- El jefe, el que va a la cabeza es nuestro hombre- continúa el señor verde- parece ser que han salido a cazar, pero parece ser que están huyendo. En el campamento han dejado unos impostores. Es el que nos mandaron en Rivendel, todo concuerda por lo que les he oído decir a ellos y en el campamento...
- ¿Pero cómo puedes estar tan seguro?- dice la dama fararwyn.
- ¡Ahora no es el momento!- interrumpe ulbar- ¡Se acerca!
Los dundelinos ya están cerca. Es el momento justo para emboscarles.
¡Oh Orofarnë, Lassemista, Carnimirië!
¡Oh hermoso fresno, sobre tu cabellera qué hermosas son las flores!
¡Oh fresno mío, te vi brillar en un día de verano!
Tu brillante corteza, tus leves hojas, tu voz tan fresca y dulce:
¡qué alta llevas en tu cabeza la corona de oro rojo!
Oh fresno muerto...
¡Oh hermoso fresno, sobre tu cabellera qué hermosas son las flores!
¡Oh fresno mío, te vi brillar en un día de verano!
Tu brillante corteza, tus leves hojas, tu voz tan fresca y dulce:
¡qué alta llevas en tu cabeza la corona de oro rojo!
Oh fresno muerto...