Acción

- ¡Ahora no es el momento!- interrumpe ulbar- ¡Se acerca!
Los dundelinos ya están cerca. Es el momento justo para emboscarles

- Debemos actuar raudos.-nos avisa Gandalf
- Por supuesto, y sin supervivientes- añado yo.
-¡No!- dice el mago-. El jefe bárbaro es de vital importancia, no debe sufrir daño alguno.
-Ya lo sé, solo probava a ver si cambias de opinion.
-¡Atent...!- empieza a decir Aravir.
Ya he saltado del árbol.
Los demás compañeros me siguen, excepto los arqueros. Con las flechas de Findon y Entaguas cubriendonos, atacamos al enemigo, el primero a acercarse a mi es el mismisimo jefe al que buscamos. No puedo permitir que me mate pero tampoco puedo matarle. Infravalorándome, el dunlendino me ataca con su vieja pero afilada espada con un movimiento en diagonal hacia abajo. Paro el golpe y desvio la espada hacia un lado, al tiempo que doy un vuelta completa y le golpeo en toda la sucia cara con lo plano del hacha. Cae al suelo inconsciente.
Otro hombre de gran estatura se abalanza sobre mi, un flecha surca los cielos y se claba en el ojo del individuo. Ha sido Entaguas. Ulbar se me acerca por detrás y me da un golpecito en la cabeza.
- ¡Vamos, señor enano, que ya llevo dos!
"Vamos, señor enano, que ya llevo dos"...¡bah!...Cuando le pille a solas....
Las flechas agotan las existencias de dunlendinos, pero me sorprendo al ver que cesan su silbido.
Me giro y veo a otra media docena detrás de los árboles, Entaguas les dispara flechas, igual que Aravir y Delior. Pero Findon no. Él dispara contra unos pocos barbaros que huían de nuestras garras, no lo consiguen.
El gran dunlendino ronca sonoramente en medio de sus hombres muertos, le escupo en la cara y me alejo de él mientras le levantan.