Acción

El capitan dunledino yace en medio de un monton de cadaveres. Yo sonrio pues hemos sido rapidos y letales. El señor verde se eleva por encima de nosotros y, tras comprobar el terreno a nuestro alrededor, nos dice. -No nos han oido. No detecto ningun movimiento. -¡Muy bien!. -Digo yo. -Vamos, que alguien me ayude. -Y entre el señor elfo, el señor Arnoriano y yo, arrastramos al dunledino hasta donde tenemos a los caballos. Tras atarlo de pies y manos, lo subimos a la grupa del caballo de Entaguas y el señor elfo nos dice. -¡Pues vaya carga que me ha caido encima!. -Eres el mas ligero de todos nosotros. -Le explico yo- y si cuando despierte este imbecil intenta algo, le vuelves a sacudir para que no moleste. -Y hasta nosotros llega la risa del señor enano. -¿Despertarse?. ¡Tranquilo, tardara un buen rato en lograrlo!. -Y todos sonreimos al oir al señor enano. Con el dunledino ya en la grupa del caballo del señor elfo, todos vamos montando en nuestros caballos. El señor enano sube a la grupa del mio y me dice. -Mantente cerca del caballo del señor elfo. Si el imbecil se despierta y da problemas, yo me encargo. -¡Es un alivio oirte, señor enano!. -Dice el señor elfo y yo añado. -Tranquilo, señor enano. No olvides que tenemos que entregar el paquete vivo. -Y todos oimos el gruñido del señor enano. En ese momento interviene el señor Arnoriano. -¿Y ahora que?, ¿mision cumplida?. -No del todo. -Le responde el señor mago. -Todavia nos falta entregarlo en Rivendel. -Entonces. -Digo yo mirando al señor mago. -¿A que esperamos?. -Y el señor mago sonrie y da dos ordenes. -¡Adelante!. ¡Al galope!. -Y todos salimos del bosquecillo galopando sobre nuestros caballos. En cabeza se situan nuestros montaraces uno al lado del otro. Tanto Aravir como Findon conocen perfectamente el camino que debemos seguir. Tras ellos, cabalgan los dos hermanos de Rohan. El señor de Rhun lo hace junto al señor mago y el señor enano y yo, lo hacemos al lado del señor elfo. Y el señor enano, de vez en cuando mira al dunledino que rebota como un fardo en la grupa del caballo de Entaguas. Y tras un rato me dice. -¡Cuantos problemas nos ha dado este desgraciado!. -Pero no soy yo el que le responde. Por un instante, tanto el señor enano como yo sentimos un ya familiar escalofrio y el señor verde dice. -¿Problemas?, no se. Yo me he divertido bastante. -¿Seguro?. -le digo yo al señor verde. -Creo recordar que todavia no has solucionado tu problema con la bebida. -El señor verde me mira y me replica. -¿Ah, soy yo el que tiene problemas conla bebida?. -¡Claro!. -Le contesto yo. -Estas muerto y no puedes beber. ¡Y eso si es un problema muy grave! -Y tanto el señor verde como el señor enano como yo reimos mientras cabalgamos hacia el norte. Cabalgamos sin descanso durante el resto del dia hasta el anochecer. Cuando ya el so se pone y nos es imposible proseguir, el dunledino se despierta tras un gemido. Entre el señor elfo y yo lo bajamos de la grupa del caballo y cuando esta sentado en el suelo, todavia atado, el señor enano se le acerca. Empuña su hacha y, sonriendo, le dice. -¿Te gusta?. Ya has visto lo que es capaz de hacer. Si nos das algun problema, creeme. No dudare en emplear su filo.- El dunledino mira con odio al señor enano y replica. -¿A donde me llevais, perros?. -Y yo sonrio al oir el insulto y digo. -Procura no hablar a menos que se te dirija la palabra. Y nuestro destino no es asunto tuyo. No me hagas olvidar que eres un prisionero. No estoy de humor para aguantar tus insultos. -Y el señor Arnoriano se me acerca en ese momento. Se inclina sobre el dunledino y, tras comprobar la fuerza de las ataduras del prisionero, rasga un trozo de su capa y le amordaza la boca. -Listo. -Añade sonriente mirandos al señor enano y a mi. -Solo se la quitaremos cuando le toque comer y beber. -Tras establecer turnos de guardia, todos descansamos esa nochesin que se produzca ningun incidente. Al amanecer, todos estamos ya en pie y listos para proseguir nuestro viaje. Durante diez dias cabalgamos sin interrupcion. Hasta que al atardecer del decimo dia, ante nosotros aparecen las ruinas de Thabard. Todos el terreno alrededor del vado esta inundado. Sobre las pestilentes aguas estancadas, se alzan las ruinas de los dos castillos gemelos que protegian el puente sobre el Agua gris. Y alrededor de estos castillos, tan solo quedan algunos muros medio derruidos. Esto es todo lo que queda de la antaño orgullosa ciudad de Cardolan. Tanto Aravir como Findon contemplan con cierto gardo de tristeza el paisaje. Y Aravir dice. -Mucho hemos perdido a traves de los largos siglos de guerra. Pero esto, es quiza lo peor de todo. Aquí fue donde golpeo con mas fuerza la terrible plaga que asolo todo el norte. Familias enteras morian en sus casas sin que nada pudieran hacer. -Cierto. -Añado yo. -En Gondor murieron por la enfermedad hasta el Rey Telemnar y todos sus hijos. Tambien fue una epoca terrible en Osgiliath.¡Pero escucha!- Añado con una sonrisa feroz . No importa lo fuerte que nos golpee el enemigo. ¡Siempre devolveremos el golpe!. Y sera asi hasta que solo uno de los dos bandos quede en pie. Y supongo que sabes quien sera el que logre la victoria al final. -Y Aravir sonrie de una manera parecida a la mia y añade. -La sangre de los hijos del Oessternesse es demasiado fuerte para permitir la derrota. ¡No importa lo que nos cueste!. La oscuridad sera contenida y tarde o temprano llegaran tiempos mejores. -Sera mejor que acampemos. -Nos dice Findon. -Pronto oscurecera. Y mañana tendremos un dia ocupado vadeando el Agua gris.