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Ver tema#48 Respondiendo a: Findon
Respuestas
En primer lugar, me gustaría responder a Namsis, que dijo si era necesario describir sus poderes. Cuelga si quieres estos datos sobre los hechizos que puedes hacer, pero, por supuesto, tus poderes no son ilimitados, puesto que eres una aprendiz. Como hoy es día 6 de febrero, yo opino con...
CUELGO LA NARRACIÓN YA
A continuación paso a colgar la narración, en previsión de nuestros retrasos por poco tiempo libre para las acciones. Perdonad si el mensaje os pilla de improviso, pero quise colgarla cuanto antes para evitar imprevistos y retrasos. No tengáis prisas en escribir las acciones, lo importante es que queden bien.
Narración 1
Los bosques primaverales de Arnor parecían advertir lo que se avecinaba.
En un campamento avanzado pocas millas al este de Fornost, varios montaraces estaban sentados, descansando. Uno de ellos, Aravir, al servicio del rey de Arnor, estaba sentado en un tronco, nervioso, pareciendo advertir el peligro que se avecinaba. Sentía algo en su interior que le advertía de un peligro, pero no adivinaba cuál era. De repente, de la espesura de los árboles de detrás de él, apareció otro montaraz, cubierto con un cubretodo verde y una capucha al igual que él, y sólo se le veían los ojos, porque llevaba una banda alrededor del cuello. Aravir sacó su espada para defenderse si fuera necesario, pero el hombre que parecía ser montaraz, se quitó la banda del cuello para poder hablar con claridad.
-Soy Findon, montaraz al servicio del rey de Arnor, imagino que tú eres camarada mío.
-En efecto, mi nombre es Aravir ¿qué te pasa?
-Un gran ejército dirigido por el rey Brujo se dirige hacia Fornost.
-¿Son muchos?-preguntó Aravir.
-Miles. Tenemos que irnos. Pero antes, esperemos al resto del grupo.
-¿Resto del grupo? Si es cierto lo que dices, no podemos perder un instante.
-No sé dónde se han metido… Venían justo detrás de mí.-dijo Findon desconcertado.
Tras decir esto aparecieron varios personajes: un enano con una capucha negra y una gran hacha a la espalda, una mujer encapuchada con una túnica gris y una vara, un soldado de Arnor, armado como una unidad de infantería de Fornost, pero con una capucha beis muy sucia y un soldado de Gondor de piel curtida.
-Vamos, ya haremos las presentaciones en el camino –dijo Findon.
Emprendieron la marcha corriendo con un ritmo lento y cansino, y pronto vieron a lo lejos los muros imponentes de la ciudad de Fornost.
Llegados a este punto, la compañía relajó el paso y las presentaciones se sucedieron.
Una sombra cubría el cielo, que no ofrecía atisbo alguno del sol, a pesar de ser mediodía. La ciudad de Fornost, capital de Arnor, sin embargo, rebosaba de actividad. Miles de soldados patrullaban las murallas, entraban en las herrerías para afilar sus armas, reparaban sus escudos y armaduras, y algunos fabricaban flechas o cuidaban de los caballos.
También había en la ciudad un gran contingente de elfos y enanos, aunque no gondorianos, que estaban sin comunicación con nosotros. El rey había luchado mucho para liberar las tierras que mantenía de las fuerzas oscuras, y no pensaba dejarlas caer en las mismas manos que se las arrebataron.
La ciudad estaba muy bien situada estratégicamente: la entrada estaba flanqueada por dos precipicios que otorgaban una defensa excelente, y sus murallas eran de las más sólidas de toda la Tierra Media, ya que eran de trabajo de Númeror, famoso por su resistencia y belleza y las leyendas contaban que sus puertas resistían a cualquier fuerza que pretendiera derribarla.
Pero en estos momentos las puertas estaban abiertas, ya que el rey había llamado a todos los montaraces dúnadan a la ciudad y había pedido ayuda a elfos y enanos, y algunos todavía estaban por llegar. Por las puertas pasaba cada poco tiempo algún enano, elfo, soldado propio de la ciudad o cualquier individuo o mercenario llamado por el rey, y en ese momento la compañía pasó por la puerta, ignorados por los guardianes de la puerta, que obviaron que eran aliados. Una vez llegados a la ciudad, fueron a palacio para comunicar al rey su participación en la defensa de la ciudad y seguidamente se dirigieron a una taberna, para satisfacer su sed y conocer un poco mejor a sus acompañantes.
-Yo soy Îbal, un soldado de Arnor, venido de un largo viaje, por eso mis vestiduras están tan sucias –decía Îbal tratando de tratar conversación con el enano.-suerte que partí un poco antes de lo previsto, sino estaría por detrás de un hediondo ejército de orcos. –El enano, cuyo nombre era Miquel III, asentía con las palabras de su interlocutor.
Findon, debido a su timidez, estaba muy callado, al igual que la mujer menuda encapuchada todavía, con el rostro en penumbra, que sólo había pronunciado su nombre: Namsis. Aravir tampoco estaba muy por la labor, pero entabló una conversación animada con el soldado gondoriano, llamado Ulbar, que bebía bastante cerveza.
Bueno, eso es todo de momento, ya podéis colgar vuestras acciones cuando las tengáis listas. Sin prisas, por favor. Ah, ya decidiremos lo de los poderes de Namsis más tarde, en la próxima narración o en el foro. Si alguien necesita orientación, la acción debéis escribirla narrando vosotros la narración de arriba desde vuestro personaje, añadiendo detalles que consideréis oportuno y una pequeña continuación para darme alguna idea. Os pido que contéis la llegada al campamento de montaraces avanzado desde vuestra visión y también la conversación en la taberna, desde un punto de vista personal. Cualquier duda, preguntadla.
Saludos.
A continuación paso a colgar la narración, en previsión de nuestros retrasos por poco tiempo libre para las acciones. Perdonad si el mensaje os pilla de improviso, pero quise colgarla cuanto antes para evitar imprevistos y retrasos. No tengáis prisas en escribir las acciones, lo importante es que queden bien.
Narración 1
Los bosques primaverales de Arnor parecían advertir lo que se avecinaba.
En un campamento avanzado pocas millas al este de Fornost, varios montaraces estaban sentados, descansando. Uno de ellos, Aravir, al servicio del rey de Arnor, estaba sentado en un tronco, nervioso, pareciendo advertir el peligro que se avecinaba. Sentía algo en su interior que le advertía de un peligro, pero no adivinaba cuál era. De repente, de la espesura de los árboles de detrás de él, apareció otro montaraz, cubierto con un cubretodo verde y una capucha al igual que él, y sólo se le veían los ojos, porque llevaba una banda alrededor del cuello. Aravir sacó su espada para defenderse si fuera necesario, pero el hombre que parecía ser montaraz, se quitó la banda del cuello para poder hablar con claridad.
-Soy Findon, montaraz al servicio del rey de Arnor, imagino que tú eres camarada mío.
-En efecto, mi nombre es Aravir ¿qué te pasa?
-Un gran ejército dirigido por el rey Brujo se dirige hacia Fornost.
-¿Son muchos?-preguntó Aravir.
-Miles. Tenemos que irnos. Pero antes, esperemos al resto del grupo.
-¿Resto del grupo? Si es cierto lo que dices, no podemos perder un instante.
-No sé dónde se han metido… Venían justo detrás de mí.-dijo Findon desconcertado.
Tras decir esto aparecieron varios personajes: un enano con una capucha negra y una gran hacha a la espalda, una mujer encapuchada con una túnica gris y una vara, un soldado de Arnor, armado como una unidad de infantería de Fornost, pero con una capucha beis muy sucia y un soldado de Gondor de piel curtida.
-Vamos, ya haremos las presentaciones en el camino –dijo Findon.
Emprendieron la marcha corriendo con un ritmo lento y cansino, y pronto vieron a lo lejos los muros imponentes de la ciudad de Fornost.
Llegados a este punto, la compañía relajó el paso y las presentaciones se sucedieron.
Una sombra cubría el cielo, que no ofrecía atisbo alguno del sol, a pesar de ser mediodía. La ciudad de Fornost, capital de Arnor, sin embargo, rebosaba de actividad. Miles de soldados patrullaban las murallas, entraban en las herrerías para afilar sus armas, reparaban sus escudos y armaduras, y algunos fabricaban flechas o cuidaban de los caballos.
También había en la ciudad un gran contingente de elfos y enanos, aunque no gondorianos, que estaban sin comunicación con nosotros. El rey había luchado mucho para liberar las tierras que mantenía de las fuerzas oscuras, y no pensaba dejarlas caer en las mismas manos que se las arrebataron.
La ciudad estaba muy bien situada estratégicamente: la entrada estaba flanqueada por dos precipicios que otorgaban una defensa excelente, y sus murallas eran de las más sólidas de toda la Tierra Media, ya que eran de trabajo de Númeror, famoso por su resistencia y belleza y las leyendas contaban que sus puertas resistían a cualquier fuerza que pretendiera derribarla.
Pero en estos momentos las puertas estaban abiertas, ya que el rey había llamado a todos los montaraces dúnadan a la ciudad y había pedido ayuda a elfos y enanos, y algunos todavía estaban por llegar. Por las puertas pasaba cada poco tiempo algún enano, elfo, soldado propio de la ciudad o cualquier individuo o mercenario llamado por el rey, y en ese momento la compañía pasó por la puerta, ignorados por los guardianes de la puerta, que obviaron que eran aliados. Una vez llegados a la ciudad, fueron a palacio para comunicar al rey su participación en la defensa de la ciudad y seguidamente se dirigieron a una taberna, para satisfacer su sed y conocer un poco mejor a sus acompañantes.
-Yo soy Îbal, un soldado de Arnor, venido de un largo viaje, por eso mis vestiduras están tan sucias –decía Îbal tratando de tratar conversación con el enano.-suerte que partí un poco antes de lo previsto, sino estaría por detrás de un hediondo ejército de orcos. –El enano, cuyo nombre era Miquel III, asentía con las palabras de su interlocutor.
Findon, debido a su timidez, estaba muy callado, al igual que la mujer menuda encapuchada todavía, con el rostro en penumbra, que sólo había pronunciado su nombre: Namsis. Aravir tampoco estaba muy por la labor, pero entabló una conversación animada con el soldado gondoriano, llamado Ulbar, que bebía bastante cerveza.
Bueno, eso es todo de momento, ya podéis colgar vuestras acciones cuando las tengáis listas. Sin prisas, por favor. Ah, ya decidiremos lo de los poderes de Namsis más tarde, en la próxima narración o en el foro. Si alguien necesita orientación, la acción debéis escribirla narrando vosotros la narración de arriba desde vuestro personaje, añadiendo detalles que consideréis oportuno y una pequeña continuación para darme alguna idea. Os pido que contéis la llegada al campamento de montaraces avanzado desde vuestra visión y también la conversación en la taberna, desde un punto de vista personal. Cualquier duda, preguntadla.
Saludos.
"La vida tiene el sentido que nosotros le damos y en ello reside la grandeza del hombre" -Friedrich Nietszche.