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Findon
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Desde: 30/01/2007

#109 Respondiendo a: lo Miquel III

Off-topic

Noooo... no era para nada una nube!!! Era algo más..... paranormal, era un.....----...... Y recordad que el más ebrio de entre nosotros es Ulbar, que se cree normal, el tio habrá bajado de esa "nube" ¡¡JAJAJAJA!!
Aravir, coincido contigo en la conocida frase "Claro, y Ulbar está sobrio"...

Acción

Aravir nos informa de que estamos de suerte. Nos han encomendado la misión de sanear la ciudad de enemigos. Yo, al igual que todos, respondo afirmativamente a la respuesta, y cogiendo el carcaj de flechas repuesto me encamino junto con mis compañeros hacia una pequeña salida de la ciudadela. No avanzamos mucho, cuando un grupo de orcos nos obstruye el paso. Nos mantenemos frente a ellos con las armas desenvainadas, y me doy cuenta de que Namsis e Îbal no están con nosotros. También me doy cuenta de la presencia de arqueros orcos en los tejados que nos rodean, y Aravir también se percata de ello y se lo comunica a Ulbar, que grita a pleno pulmón:
-¡Îbal, usa tu arco, arqueros en los tejados! –e inmediatamente veo como los orcos han disparado contra nosotros. Una flecha se clava en la pierna de Aravir, y otra en un hombro del enano, que sigue firme sosteniendo el hacha con ambas manos. Pero Îbal es rápido y vemos como los cadáveres de los orcos arqueros caen de su puesto. Eliminado el peligro, todos nos lanzamos al ataque y eliminamos a cualquier orco insensato que se atreve a hacernos frente. Cuando no queda resto alguno de resistencia, cojo algunas de mis hierbas y potingues para curar a los heridos. Afortunadamente, las heridas no son graves, y ambos pueden seguir casi con total normalidad.
Seguidamente avanzamos con cautela, registrando cada rincón, y varias veces más mi arco abate a algún orco más que se ponía imprudentemente a tiro. Finalmente llegamos ante las murallas, que acumulan a sus pies una buena pila de cadáveres, tanto de soldados de Arthedain como enemigos. Subimos, y veo que el enemigo se reorganiza, y echando un vistazo determino que nos superan bastante en número y que no resistiríamos mucho más. Namsis coge una antorcha del suelo y empieza a agitarla como señal para los soldados de la fortaleza, pero no se da cuenta de que también llama la atención de las fuerzas enemigas. Y, desgraciadamente, no habíamos abatido a todos los orcos de dentro de la fortaleza, habíamos ido demasiado deprisa, porque de las torres asomó un orco la cabeza, pero éste no tardó mucho en gritar antes de que Ulbar lo atravesara. Esto puso en alerta a los pocos orcos que quedaban en las torres, y también al ejército enemigo, que empezó a movilizarse. Tras eliminar a un grupo de orcos que salió de la torre, Ulbar y Miquel se quedaron defendiendo el acceso de la torre por la que había salido el orco, y los demás fuimos a explorar la otra torre. De ésta salió un nutrido grupo de orcos, al que despachamos con rapidez. Sin embargo, el ejército enemigo se acercaba a las murallas, y pronto los trasgos que ya habían fabricado escalas nos harían compañía. Eliminamos por completo la resistencia de la ciudad, y por fin los soldados de Arthedain se dignaron a aparecer. Nos reorganizamos en las murallas, y esta vez se organizó una guardia para el mecanismo de las puertas, por lo que los enemigos tendrían que esforzarse algo más esta vez. El estandarte de Arthedain se alza de nuevo en las murallas, y los soldados se preparan para un segundo asalto. Sin esperar señales, saco mi arco y empiezo a disparar flechas en dirección al ejército, sabiendo que algún enemigo abatiría. Pero los trasgos tienden las escalas y el puñal reluce al desenvainarse, sediento de sangre enemiga. Sabía que no resistiríamos mucho sin ayuda, pero había que intentarlo.
"La vida tiene el sentido que nosotros le damos y en ello reside la grandeza del hombre" -Friedrich Nietszche.