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Findon
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Desde: 30/01/2007

#297 Respondiendo a: Aravir

off-topic

Algo que me ourrio en otra aventura?? si, se podría decir que fue en una anterior... este montaraz a tenido algunas otras aventuras anteriormente .
vale que empiece el casting para el pj Aravir... es necesario que les diga que escojan al montaraz mas apuesto,caballero y genial de to...

Acción

Cogía flechas sin cesar del carcaj de la espalda, eliminando al orco que osaba ponerse a tiro. Veía a Namsis y Aravir, que derribaban escalas enemigas, aunque su trabajo no servía de mucho, porque los orcos colgaban otras fuera de su alcance. Ulbar y Miquel luchaban juntos al lado de las almenas, destripando orcos. E Îbal y yo seguíamos disparando flechas sin cesar. Hasta que cuando llevé la mano atrás me encontré sin flecha que agarrar. Me coloqué el arco a la espalda y desenfundé el puñal. Pero de pronto, una sombra negra se irguió de una de las escalas, y el frío invadió mi cuerpo. Soltó un chirrido escalofriante a modo de grito de guerra y me estremecí, pero seguí luchando contra el orco que estaba enfrente de mí, hasta que le corté la garganta. Los soldados de Arthedain, junto a nosotros, caían como moscas ante los embates del enemigo ahora que su jefe había entrado en combate. Desde algún lado de la fortaleza se oyó una voz.
-¡Retirada al fortín! –los soldados aliados que aún sobrevivían se encaminaron hacia él, pero nuestro grupo, todavía en el puesto que nos asignase el rey el día anterior, contenía a los enemigos.
-¡¡Retirada!!- grito con todas mis fuerzas. Y el señor enano contesta:
-¡¡Y una leche!!- Frente a nosotros aparecen dos orcos. Ni siquiera tienen tiempo de maldecir antes de caer destripados. Entonces el señor enano mira a Findon y dice.
-¿Quieres que nos larguemos ahora que nos lo pasamos tan bien? -Un orco salta sobre la espalda del señor enano, pero, de nuevo con una rapidez escalofriante, Namsis se encarga de él. Y Namsis susurra en un tono casi imperceptible.
-Aquí ya no somos útiles, debemos retirarnos para poder seguir combatiendo. El señor enano la mira (levantando la cabeza) y replica.
-No puedo discutir contigo. Si quieres que nos retiremos, tus deseos son órdenes para mí. -Y yo contrariado digo:
-¿Y a mi, por que no me haces caso? -El señor enano ríe con ganas antes de decir
-¡¡Por que tu eres mas feo!! -Y dicho esto, destroza a otro orco que se le cruza y el señor enano empieza a retirarse de la muralla. Tras él voy yo, regruñendo por lo bajo, no es el momento de discutir. Furioso por las palabras del señor enano mi daga despedaza todo lo que se encuentra en el camino. Con los dientes apretados bajo por la escalera de las murallas detrás del testarudo enano (…. ¿A mí me llama feo? Debería mirarse en un espejo para ver su grandiosa hermosura) y hundo la daga en las tripas de otro orco. Nos encaminamos por la ciudadela, dando alcance a los soldados de Arthedain, y llegamos a la puerta de la ciudadela, pero suena un gran golpe seco contra el suelo y miró detrás de mí, donde un troll había caído con la maza dispersando a todos los que habían recibido el golpe. Ulbar y Aravir se han quedado atrás y combaten contra el troll. Yo defiendo la puerta, destripando orcos con furia todavía por las palabras de aquel testarudo enano (….enano cabezón….). Pero miro de nuevo a Ulbar y Aravir, que resisten a duras penas contra aquel gran troll. Corro al interior de la armería y cojo dos arcos y flechas. Le doy uno a Namsis con suavidad y tiro el otro al pecho del señor enano, que mira el arma extrañado.
-Supongo que sabrás utilizarlo, señor enano, aunque sea más alto que tú. ¡SOLTAD! –las flechas vuelan hacia el troll, que cae muerto.
Aravir y Ulbar corren hacia nosotros y veo como una flecha lanzada por el enano roza la cabeza de Ulbar, que recrimina al enano sonriendo. Defendemos la puerta, y por fin entran todos los soldados y las puertas se cierran. Reviso todas mis armas sentado en un escalón apartado del grupo mientras limpio mi puñal. Una vez limpio, saco mi cantimplora favorita y le doy un trago al anís, mientras me enjuago la boca. El fuego que provoca en la garganta me despabila y me levanto, yendo de nuevo hacia el grupo. Un soldado con una flecha clavada en la pierna nos informa que el rey Arvedui quiere vernos, y allí nos encaminamos. Nos dice que debemos huir hacia el norte, para intentar pedir ayuda y reconquistar la ciudad más tarde. El norte… el frío no me incomodaba –me dije. Y comenzaron los preparativos para la marcha. Yo nada más que necesitaba comida, pero vi a Ulbar que traía odres de algo. Supuse de qué eran. Le vendría bien para entrar en calor.

*Los improperios son causados por el señor Ulbar. Aunque no son muy fuertes, no he querido ser muy duro . Es broma, claro. Señor Ulbar, Namsis y los demás si lo habéis leído: en el post del local de Córdoba hago una proposición, leedla.
"La vida tiene el sentido que nosotros le damos y en ello reside la grandeza del hombre" -Friedrich Nietszche.