accion

Para su desgracia, el orco que me disparó una flecha no era más que un trasgo con plataformas en los zapatos.....snifff.....
Alcanzo pues a Ulbar con la flecha en el hombro aún clavada pero me la arranco y se la clavo en el ojo a un troll que pasaba por ahí. A través de una sinuosa y estrecha calle llegamos al resto del grupo, que corre en dirección contraria a la puerta, huyendo del nazgul. No tardamos en unirnos a ellos. El Rey Brujo parece haber abatido a su ejército, y me da la impresión de que tan solo nosotros quedamos en pie para defender la ciudad, espero que no sea así... Una banda de orcos se nos pone al paso y nosotros nos ponemos manos a la obra, por mi parte me encargo de una mitad (¿como no? jejeej). Un ingenuo orco se me abalanza con una daga y yo le clavo el hacha en la cabeza, no consigue ni siquiera decir “Auch”, que cae muerto al suelo. El resto de la banda nos ataca, Findon e Ibal se encargan de los arqueros en un momento, y los que llevamos armas de mano acabamos con la escoria principal, entre pelea y pelea llegamos a una calle; veo como Findon se va y al rato vuelve y me entrega un arco que hace al menos dos como yo. ¿Qué se le va a hacer?. Tenso la cuerda y apunto a un troll que está destrozando una casa con su garrote, nunca he tirado con arco, pero no será tan difícil...Con la mayor atención y concentración que soy posible, disparo la flecha....Ho, directo al blanco....¿eehh?....¡no! vuelve estúpida flecha, ¡¡vuelve!! Ahora resulta que el proyectil ha raspado la cabeza de Ulbar, que se acuerda de mi madre y, con una sonrisa, añade:
-¿¿Tan difícil es intentar no disparar para atrás??
-Hombreee, yo soy un hombre de hacha, ya sabes.

En ese instante, un oficial con una flecha en la pierna nos informa de que el rey busca a todos los resistentes, y nosotros le seguimos hasta la mismísima habitación del rey.
Somos los primeros en llegar, esperamos un poco en la antesala pero al cabo de media hora tan solo somos una docena y poco más. Así pues, entramos en la habitación de Arvedui. Vemos al monarca sentado en su cama, sumido en sus tristes pensamientos, al levantar la cabeza, se le ve claramente una expresión de preocupación, pero no falta de valor. Se pone en pie y, din utilizar ningún saludo:

-Sólo tenemos una solución para escapar sanos y salvos. Dentro del almacén hay un túnel que lleva a lo alto de las montañas. Todo el que quiera que se quede. Todo el que quiera que me acompañe. He de huir hacia el norte, de momento, ya que en el sur seremos presa del enemigo. Una vez a salvo enviaré mensajeros hacia los puertos grises para solicitar un transporte por mar que nos recoja, y una vez allí, retomaremos la ciudad . Quien quiera venir que se abrigue. – y añade - Seguidme.
Le seguimos por unas escaleras de caracól hasta un almacén. Allí hay de todo; armas, alimento, bebida, abrigo y lo demás que podamos necesitar para nuestro seguro largo viaje