Accion

"No había pasado mucho tiempo desde que conseguí dormirme, cuando de pronto oigo unos susurros que me despiertan. incorporándome busco a mis compañeros, pero no los encuentro. En ese momento solo hay oscuridad y silencio.
Me levantó costosamente y empiezo a caminar. había andado poco cuadno descubro a mis compañeros, tumbados en el suelo y ...¿dormidos?.
Los susurros resuenan de nuevo, esa vez un poco más altos. - Entonces no lo había imaginado- pienso mientras renprendo mis pasos, alerta, hacia la entrada de la cueva, creyendo que procedían de allí.
El paso a través del tunel se me estaba haciendo eterno. No recordaba que fuera tan largo. Pensando en esto, me detengo bruscamente y miro extrañda a mi espalda : ¿No tenía que haber descendido por una cuerda para caminar por aquí?. Aún confusa, empiezo a mirar a mi alrededor. Parecía la misma cueva donde estabamos ocultos, sin embargo me resultaba distinta. Incluso la oscuridad había cambiado. Pese a que podía distinguir el relieve de ambas paredes la oscuridad parecía estática.
Escucho otra vez un susurro, como si pronunciaran un nombre y decido seguir adelante.
Al fin puedo llegar a ver la entrada de la caverna. Aún me faltaban algunos metros pero distingo el recorte de la abertura. Entonces me doy cuenta de que una ligera y blanquecina niebla se está deslizando por el tunel, perdiendose en su profundidad. Siento un frío muy intenso que no podía compararse con el que entraría desde el exterior.
De improvisto, algo capta mi atención. Una sombra se ha movido. En la entrada de la cueva creo distinguir una figura. Los ecos de una voces horribles se alzan de la nada por todas partes, al mismo tiempo que siento un desagradable escalofrío. No puedo moverme ni gritar, ni tan siquiera para coger la vara, ni la espada.
La silueta permanece inmovil, hasta que muestra unos ojos fríos y brillantes...."

Alguien me zarandea y abro los ojos, incorporándome sobresaltada. A mi lado están Ulbar, Miquel, Aravir e Îbal, con expresiones desconcertadas en el rostro.
- ¿El qué? ¿Qué se ha despertado?¿estás bien?- me preguntó serio Ulbar.
Durante un segundo le miro sin entender. No recordaba haber oido mi propia voz, pero aún siento aquel horrible escalifrío y un sudor frío en mi frente.
Sin responder me ensímismo en un punto inerte de la cueva mientras intento calmarme. Mis compañerosme son de ayuda y lentamente empiezo a estabilizarme, volviendo a colocarme la capucha.
- ¿Estás mejor Namsis?- me pregunta esa vez Îbal.
- Si, Îbal, gracias.- le respondo
- Entonces me voy ahora con Aravir y haremos la última ronda. Findon debe de estarse preguntado que hacemos. Tuvo que quedarse por si acaso. Vamos Aravir.
Ambos se internan por la oscuridad del tunel y al cabo de unos momentos llega Findon, poniendose las manos en las mejillas para que se calentaran.
- Hola,¿Y Namsis?- pregunta antes de subir.
- Estoy aquí, al fondo.- le respondo en voz baja.
Al subir, Findon saludó a Miquel con una palmada amistosa en el hombro y se acerca hacia mí.
- Me han dicho que hablabas en sueños. Yo a veces lo hago.- comenta intentando animarme. Pero en mi cabeza todavía retumban los ecos y no logró olvidar la imagen de quellos ojos. Prefiriendo no preocupar más a nadie, mantengo el rostro oculta en las sombras de la mi capucha.
- ¿Estás bien?- vuelve a preguntar Findon.
- Si, no te preocupes.- le oigo responder a Miquel.- Tuvo una pequeñacrisis por algo que decía que se había despertado.
- ¿Despertado? - repito Findon extrañado.
Al oír aquello trago saliva con esfuerzo y agacho la cabeza.
Transcurrieron unas horas pesadas hasta que regresan Îbal y Aravir. Ulbar y Miquel se despiertan casi en el mismo momento. El manecer por fin había llegado.
Nos encaminamos hacia la entrada de la cueva y cmtemplamos la mañana fría y gris.
- Deberíamos salir de está ratonera. El enemigo ya debe andar lejos. Deberíamos ir a informar a los elfos de Lindon.- Propone Miquel. Aunque yo estoy tan absorta que apenas le oigo. No dejo de pensar: - Algo lo ha despertado y nos busca...-
Me interrumpo cuando veo que Miquel me ofrece un odre de ron con una sonrisa. Dudo un instante pero finalemnte le doy un largo trago que me sienta bastante bien.
- ¡Vaya! creo que nuestra influencia empieza a notarse ,¿qué tal ahora?
Tras secarme la boca con la mano, esbozo una medio sonrisa mientras asiento y le paso el odre a Ulbar, quien parec ansíoso por beber, antes de responder.
- No me gusta este lugar. Puede que solo haya tenido una pesadilla, o puede que no. Sea cual sea nuestra decisión, debemos movernos deprisa. No me gusta estar aquí sin hacer nada.
- ¿ que temes Namsis?- me pregunta Findon. Dudo un momento, pero al final respondo, sombría.
- No lo sé, pero en mis sueños he sentido una poderosa presencia oscura. Algo sabe que estamos aquí. Puede que solo sea una pesadilla pero esa inquietud aún persiste incluso aquí, a la luz del día.
Me cayo de nuevo, sacudiendo la cabeza para intentar olvidarlo.
- La luz del día? lo que tú digas.- rie Îbal- pero te aseguro que esto no se parace a un amanecer navegando por las aguas de la bahía de Belfalas.
- Tienes razon.- interviene Ulbar.- Debo decir que estoy de acuerdo con el señor enano. Creo que debemos informar lo antes posible de lo ocurrido. Aunque no será nada facil el camino que nos espera. Y en cuanto a esa presencia oscura, ya nos ocuparemos de eso, si se nos presenta la ocasión.
Miquel corrobora sonriente las palabras de Ulbar, yo sonrió al oírlo y dogo:
- Yo también pienso que informar a los elfos es la mejor opción. La verdad es que cualquier ruta que tomemos será igual de complicada.
Los demás piensan un momento. Aravir comenta su opion, que es rebatida por el señor enano y su acostumbrado humor. Findon suspira resignado y dice:
-¿Ese es el criterio general?, no se. Dejad que lo pensemos un poco mas. -Y el señor enano, mientras asegura el odre medio vacio de ron haciendolo desaparecer en las profundidades de su abrigo, dice. -¿Que, ademas de feo tambien eres lento pensando?. -Y Findon mira al señor enano y con una sonrisa replica. -Tu procura mantener la boca cerrada, es bastante asqueroso ver como se te caen las babas.
Todos, empezando por el señor enano, reimos hasta que comienza a llover y optamos por resguardarnos en la entrada de la cueva.