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Ver tema#423 Respondiendo a: Findon
Narración 10 (versión buena?)
Tras el cegador rayo que expulsó la vara de Namsis, todo se oscureció de nuevo. Las únicas luces procedían de las llamas de la hoguera que habían encendido. En el suelo todavía estaban los harapos que habían pertenecido al malévolo sirviente del rey Brujo. Se oyó revue...
Accion
Tras el ataque del tumulario, corremos durante el resto de la noche hasta el amanecer. Exaustos, nos detenemos al fin al ver las primeras luces del alba. Jadeantes vamos recuperando la respiracion en medio de un bosquecillo de arboles situado en un valle poco profundo. Son las estribaciones finales de las colinas de Evendim. Ante nosotros, aparece , iluminado por el amanecer, una llanura azotada por el incesante viento. No habia nevado esa noche, pero el cielo presentaba el aspecto de siempre. Gris y amenazante.El señor enano y yo nos miramos y el señor enano me dice. -Creo que ahora es un buen momento para ese trago de ron, ¿no creeis?. -Yo asiento dandole la razon al señor enano mientras Aravir añade. -Pues si, creo que es algo que a todos nos vendra bien. -Y en el preciso instante en que el señor enano se dispone a sacar nuestras reservas de alcohol, una flecha silba en el aire y se clava en un arbol justo frente a la enorme nariz bulbosa del señor enano. Todos reaccionamos simultaneamente. Findon y Aravir ruedan por el suelo y se cobijan tras unos arbustos, Ibal empuña su arco con rapidez y coloca una flecha listo para disparar, Namsis desenvaina su espada con su mano derecha y con la izquierda alza su vara lista para atacar, Yo empuño mis armas y me mantengo alerta listo para repeler cualquier ataque. Y el señor enano, bastante cabreado, dice. -¡Seras desgraciado!. ¡Justo ahora que ibamos a echar un buen trago!. ¡Sal y da la cara si te atreves, que te la voy a arreglar a hachazos, jodido pedazo de imbecil!. -Ymientras el señor enano sigue con una interminable lista de insultos, Aravir y Findon van arrastrandose hacia el lugar desde donde habia sido lanzada la flecha. Afortunadamente para ellos, nuestro misterioso atacante debia estar asombrado de oir la interminable lista de insultos del señor enano. El cual por cierto, seguia a lo suyo, demostrando una creatividad cada vez mayor. -¡¡Puñetero hijo mal nacido de una medio orca medio troll coja y tuerta que no tienes ni media leche!. ¡Tu sal que te voy a destripar, volvere a meterte las tripas dentro y luego, te destripare otra vez mas lentamente, por que me divierte!. -Entretanto, Aravir y Findon habian localizado a su objetivo que estaba en lo alto de un arbol. El desconocido salto al suelo y avanzo hacia nosotros. Aravir y Findon se levantan de repente y , tras saltar sobre el, lo agarran. -¡Lo tenemos. -Nos grita sonriente Aravir mientras Findon le quita una capucha con la que se cubre para descubrir que se trata de un elfo. Y afortunadamente para el, nuestros compañeros lo sueltan de inmediato y el elfo, puede esquivar el tremendo hachazo del señor enano que sigue, como no, bastante cabreado. Tras tranquilizar al señor enano, todos escuchamos al elfo el cual nos dice. - Mi nombre es Entaguas, soy un explorador al servicio de Cirdan de los puertos grises. Y mi mision, como podreis suponer, es montar guardia para vigilar los movimientos del enemigo. -¿Enemigos?, ¿te parecemos enemigos?. -Dice el señor enano todavia de mal humor. -Calma. -Interviene Namsis en ese momento usando su tono de voz especial para estas situaciones. -Tranquilizate, señor enano. No dudo de que tus excepcionales habilidades en combate, nos seran de nuevo utiles y necesarias. -El susurro de Namsis es algo que todos, incluido Entaguas, podemos oir. Y mientras yo observo divertido la cara de Entaguas al percatarse de la particular manera de comunicarse de nuestra compañera, Ibal se me acerca y aprovechando que el señor enano se ha quedado mirando a Namsis con la boca abieta y con una expresion ya familiar para nosotros, me dice. - Menos mal que Namsis sabe como tratar al señor enano. Por que si no, hubieramos tenido que ponernos a recoger trozos de elfo en unos cincuenta metros a la redonda. -Hombre. -Replico a Ibal. -Es que con ese tono que tiene de vez en cuando, a ver quien es el que puede resistir.¿Tu podrias?. E Ibal niega con la cabeza solemnemente. -¡Bueno!. -Digo yo en medio del bosquecillo tras envainar mis armas. -Pues ya que todos nos conocemos, ¿que hay de ese trago de ron?. -Y en ese momento, de repente, Aravir alza una mano. Todos nos volvemos de inmediato pero nada sucede. Hasta que, finalmente el señor enano dice. -¿Y ahora que leches pasa?. ¿Vamos a poder beber un trago en paz o no?. -Me temo que no. -Responde Aravir. -Escuchad. -Y todos prestamos atencion hasta que, en la lejania, oimos un aullido muy caracteristico. Mas grave y ronco de lo normal. -¿Un huargo?. -Pregunta Findon. -Mas de uno. -Interviene Entaguas. -Posiblemente una patrulla enviada de caceria. -Si. -Añado yo. -Ya me imagino por quien. -Entaguas me mira curioso y yo añado. -Ya te explicaremos. No hemos estado haciendo turismo precisamente, ¿sabes?. -Mientras, los aullidos suenan cada vez mas cerca y ahora todos podemos darnos cuenta de que resuena mas de uno. -Pues si es una patrulla enemiga -Interviene Ibal. -No creo que se trate unicamente de huargos. Apuesto a que con ellos van jinetes orcos. ¿Que hacemos?. -¿Tu que crees?. -Replica el señor enano sonriente de nuevo. -¡Presentar batalla!. -Y todos estamos de acuerdo. Rapidamente, Aravir, el señor enano y yo, nos adelantamos y empuñamos nuestras armas en medio de un clar entre los arboles del bosquecillo. Entaguas, Ibal y Findon trepan a lo alto de tres arboles con sus arcos preparados. Y Namsis se colca tras nosotros mientras nos dice. -Voy a necesitar un poco de tiempo para prepararme. No quiero que ninguno de esas bestias me moleste. -Y, como no podia ser de otro modo, el señor enano replica. -Te oigo y obedezco. Nada cruzara por aquí. Ni vivo ni muerto. -Y Aravir y yo sonreimos al oir la respuesta del señor enano. Frente a nosotros el sonido de pisadas y aullidos va aumentando. Cada vez suena mas cerca, mas cerca hasta que el señor enano, empuñando su hacha con ambas manos grita. -¿Puede saberse a donde creeis que vais?. ¡¡Escoria maldita, estamos aqu esperandoos para destriparos a todos!!. -Y dicho esto, el señor enano empieza a reir con su caracteristica risa. Aravir y yo nos miramos y el montaraz me dice. -Como siempre, ¿no?. -Y yo, sonriendo, le replico. -Como siempre, si. -Y frente a nosotros tres bvan apareciendo una veintena de huargos todos ellos con un jinete orco en el lomo. Los huargos nos rugen, y sus jinetes se burlan de nosotros, hasta que tres flechas vuelan y tres huargos caen alcanzados certeramente en los cuellos. -¡Que bonito!. -Digo yo al ver la precision y eficacia de nuestros arqueros. -¡¡Nos toca!!. -Y dicho esto Aravir, el señor enano y yo cargamos sobre nuesros enemigos. Sobre nosotros silban otras tres flechas y ahora son tres orcos los que se derrumban abatidos por las flechas. Nosotros saltamos sobre los tres huargos que han quedado sin jinete. Al primero le revienta la cabeza el señor enano con un hachazo de izquerda a derecha, al segundo Aravir le alcanza en el pecho con una estocada cuando el huargo se lanzaba sobre el enseñando todos los dientes. Y del tercero me ocupo yo hundiendole mi espada a traves de la boca abierta hasta que asoma por la nuca. Con un seco tiron libero mi hoja y retrocedo un paso esquivando el tajo de uno de los orcos que ahora van a pie. El orco se lanza sobre mi y yo desvio con mi espada su hoja y con un rapido movimiento le corto el cuello con mi daga. Ahora un huargo y su jinete saltan sobre mi. Yo me agacho y grito. -¡Atencion!. -Cuando el huargo pasa sobre mi, le rajo el estomago con mi espada. Y cuando el huargo se derrumba muerto tras de mi, Aravir salta sobre su jinete y le destroza el craneo con un potente tajo vertical. Aravir y yo sonreimos hasta que el señor enano grita. -¡Ahora me toca a mi!. -Y el señor enano carga contra dos huargos. Su hacha silba en el aire a derecha e izquierda. Se oyen dos secos golpes y ambos huargos caen con los hocicos destrozados. Se retuercen de dolor tan solo por unos instantes. Hasta que el señor enano le destroza la columna vertebral primero a uno y luego a otro. Y mientras el señor enano esta ocupado, los dos orcos que eran los jinetes de esos huargos caen atravesados por otras dos flechas disparadas por nuestros compañeros. Frente a mi, aparece un gran huargo de pelaje oscuro. Y su jinete es un orco particularmente grande. Con mi espada logro parar primero la dentellada del huargo y despues el tajo del orco. Retrocedo y cuando el orco alza de nuevo su espada dispuesto a golpear, salto sobre el y le alcanzo en el rostro con mi espada. El orco cae moribundo y yo clavo con todas mis fuerzas mi daga en la nuca del huargo. Este se alza sobre sus patas traseras y yo caigo al suelo. Y mientras me levanto, Otro huargo y su jinete saltan sobre mi. No llegan muy lejos. Del huargo se ocupa Aravir alcanzandole en el costado izquierdo con su Anket. Y del orco se ocupa una flecha que le alcanza en pleno pecho. Yo sonrio al ver lo ocurrido y grito. -¡Os debo un par de botellas de vino!. -Y mientras Aravir sonrie al oirme, desde lo alto de un arbol me llega la voz de Ibal. -¡Tu lo has dicho, no creas que lo voy a olvidar!. -Y es entonces cuando todos oimos la susurrante voz de Namsis. -¡Estoy lista, quitaos de en medio!. -Sin perder un instante, el señor enano, Aravir y yo retrocedemos hasta un extremo del claro protegidos por los certeros flechazos de nuestros compañeros. Ahora el enemigo ocupa todo el claro. Y mientras nosotros tres nos encargamos de otro trio de estupidas bestias que quieren suicidarse, del centro del claro surge una columna de llamas en medio de un estruendo y una nube de humo. Mucho huargos y muchos jinetes orcos son alcanzados por el fuego. Algunos huyen, pero otros, tanto huargos como orcos, ruedan por la capa de nieve que cubre el suelo del claro tratando de apagar las llamas que los abrasan. Y Findon, tras saltar de la rama del arbol en donde estaba, empuña su cuchillo y grita. -¡Ahora, a por ellos sin piedad!. Ibal y Entaguas se nos unen empuñando sus espadas y, desde detras de los arboles, aparece Namsis sonriente con su espada tambien empuñada. Y gritando como demonios, los siete cargamos contra esos pobres desgraciados.
Tras el ataque del tumulario, corremos durante el resto de la noche hasta el amanecer. Exaustos, nos detenemos al fin al ver las primeras luces del alba. Jadeantes vamos recuperando la respiracion en medio de un bosquecillo de arboles situado en un valle poco profundo. Son las estribaciones finales de las colinas de Evendim. Ante nosotros, aparece , iluminado por el amanecer, una llanura azotada por el incesante viento. No habia nevado esa noche, pero el cielo presentaba el aspecto de siempre. Gris y amenazante.El señor enano y yo nos miramos y el señor enano me dice. -Creo que ahora es un buen momento para ese trago de ron, ¿no creeis?. -Yo asiento dandole la razon al señor enano mientras Aravir añade. -Pues si, creo que es algo que a todos nos vendra bien. -Y en el preciso instante en que el señor enano se dispone a sacar nuestras reservas de alcohol, una flecha silba en el aire y se clava en un arbol justo frente a la enorme nariz bulbosa del señor enano. Todos reaccionamos simultaneamente. Findon y Aravir ruedan por el suelo y se cobijan tras unos arbustos, Ibal empuña su arco con rapidez y coloca una flecha listo para disparar, Namsis desenvaina su espada con su mano derecha y con la izquierda alza su vara lista para atacar, Yo empuño mis armas y me mantengo alerta listo para repeler cualquier ataque. Y el señor enano, bastante cabreado, dice. -¡Seras desgraciado!. ¡Justo ahora que ibamos a echar un buen trago!. ¡Sal y da la cara si te atreves, que te la voy a arreglar a hachazos, jodido pedazo de imbecil!. -Ymientras el señor enano sigue con una interminable lista de insultos, Aravir y Findon van arrastrandose hacia el lugar desde donde habia sido lanzada la flecha. Afortunadamente para ellos, nuestro misterioso atacante debia estar asombrado de oir la interminable lista de insultos del señor enano. El cual por cierto, seguia a lo suyo, demostrando una creatividad cada vez mayor. -¡¡Puñetero hijo mal nacido de una medio orca medio troll coja y tuerta que no tienes ni media leche!. ¡Tu sal que te voy a destripar, volvere a meterte las tripas dentro y luego, te destripare otra vez mas lentamente, por que me divierte!. -Entretanto, Aravir y Findon habian localizado a su objetivo que estaba en lo alto de un arbol. El desconocido salto al suelo y avanzo hacia nosotros. Aravir y Findon se levantan de repente y , tras saltar sobre el, lo agarran. -¡Lo tenemos. -Nos grita sonriente Aravir mientras Findon le quita una capucha con la que se cubre para descubrir que se trata de un elfo. Y afortunadamente para el, nuestros compañeros lo sueltan de inmediato y el elfo, puede esquivar el tremendo hachazo del señor enano que sigue, como no, bastante cabreado. Tras tranquilizar al señor enano, todos escuchamos al elfo el cual nos dice. - Mi nombre es Entaguas, soy un explorador al servicio de Cirdan de los puertos grises. Y mi mision, como podreis suponer, es montar guardia para vigilar los movimientos del enemigo. -¿Enemigos?, ¿te parecemos enemigos?. -Dice el señor enano todavia de mal humor. -Calma. -Interviene Namsis en ese momento usando su tono de voz especial para estas situaciones. -Tranquilizate, señor enano. No dudo de que tus excepcionales habilidades en combate, nos seran de nuevo utiles y necesarias. -El susurro de Namsis es algo que todos, incluido Entaguas, podemos oir. Y mientras yo observo divertido la cara de Entaguas al percatarse de la particular manera de comunicarse de nuestra compañera, Ibal se me acerca y aprovechando que el señor enano se ha quedado mirando a Namsis con la boca abieta y con una expresion ya familiar para nosotros, me dice. - Menos mal que Namsis sabe como tratar al señor enano. Por que si no, hubieramos tenido que ponernos a recoger trozos de elfo en unos cincuenta metros a la redonda. -Hombre. -Replico a Ibal. -Es que con ese tono que tiene de vez en cuando, a ver quien es el que puede resistir.¿Tu podrias?. E Ibal niega con la cabeza solemnemente. -¡Bueno!. -Digo yo en medio del bosquecillo tras envainar mis armas. -Pues ya que todos nos conocemos, ¿que hay de ese trago de ron?. -Y en ese momento, de repente, Aravir alza una mano. Todos nos volvemos de inmediato pero nada sucede. Hasta que, finalmente el señor enano dice. -¿Y ahora que leches pasa?. ¿Vamos a poder beber un trago en paz o no?. -Me temo que no. -Responde Aravir. -Escuchad. -Y todos prestamos atencion hasta que, en la lejania, oimos un aullido muy caracteristico. Mas grave y ronco de lo normal. -¿Un huargo?. -Pregunta Findon. -Mas de uno. -Interviene Entaguas. -Posiblemente una patrulla enviada de caceria. -Si. -Añado yo. -Ya me imagino por quien. -Entaguas me mira curioso y yo añado. -Ya te explicaremos. No hemos estado haciendo turismo precisamente, ¿sabes?. -Mientras, los aullidos suenan cada vez mas cerca y ahora todos podemos darnos cuenta de que resuena mas de uno. -Pues si es una patrulla enemiga -Interviene Ibal. -No creo que se trate unicamente de huargos. Apuesto a que con ellos van jinetes orcos. ¿Que hacemos?. -¿Tu que crees?. -Replica el señor enano sonriente de nuevo. -¡Presentar batalla!. -Y todos estamos de acuerdo. Rapidamente, Aravir, el señor enano y yo, nos adelantamos y empuñamos nuestras armas en medio de un clar entre los arboles del bosquecillo. Entaguas, Ibal y Findon trepan a lo alto de tres arboles con sus arcos preparados. Y Namsis se colca tras nosotros mientras nos dice. -Voy a necesitar un poco de tiempo para prepararme. No quiero que ninguno de esas bestias me moleste. -Y, como no podia ser de otro modo, el señor enano replica. -Te oigo y obedezco. Nada cruzara por aquí. Ni vivo ni muerto. -Y Aravir y yo sonreimos al oir la respuesta del señor enano. Frente a nosotros el sonido de pisadas y aullidos va aumentando. Cada vez suena mas cerca, mas cerca hasta que el señor enano, empuñando su hacha con ambas manos grita. -¿Puede saberse a donde creeis que vais?. ¡¡Escoria maldita, estamos aqu esperandoos para destriparos a todos!!. -Y dicho esto, el señor enano empieza a reir con su caracteristica risa. Aravir y yo nos miramos y el montaraz me dice. -Como siempre, ¿no?. -Y yo, sonriendo, le replico. -Como siempre, si. -Y frente a nosotros tres bvan apareciendo una veintena de huargos todos ellos con un jinete orco en el lomo. Los huargos nos rugen, y sus jinetes se burlan de nosotros, hasta que tres flechas vuelan y tres huargos caen alcanzados certeramente en los cuellos. -¡Que bonito!. -Digo yo al ver la precision y eficacia de nuestros arqueros. -¡¡Nos toca!!. -Y dicho esto Aravir, el señor enano y yo cargamos sobre nuesros enemigos. Sobre nosotros silban otras tres flechas y ahora son tres orcos los que se derrumban abatidos por las flechas. Nosotros saltamos sobre los tres huargos que han quedado sin jinete. Al primero le revienta la cabeza el señor enano con un hachazo de izquerda a derecha, al segundo Aravir le alcanza en el pecho con una estocada cuando el huargo se lanzaba sobre el enseñando todos los dientes. Y del tercero me ocupo yo hundiendole mi espada a traves de la boca abierta hasta que asoma por la nuca. Con un seco tiron libero mi hoja y retrocedo un paso esquivando el tajo de uno de los orcos que ahora van a pie. El orco se lanza sobre mi y yo desvio con mi espada su hoja y con un rapido movimiento le corto el cuello con mi daga. Ahora un huargo y su jinete saltan sobre mi. Yo me agacho y grito. -¡Atencion!. -Cuando el huargo pasa sobre mi, le rajo el estomago con mi espada. Y cuando el huargo se derrumba muerto tras de mi, Aravir salta sobre su jinete y le destroza el craneo con un potente tajo vertical. Aravir y yo sonreimos hasta que el señor enano grita. -¡Ahora me toca a mi!. -Y el señor enano carga contra dos huargos. Su hacha silba en el aire a derecha e izquierda. Se oyen dos secos golpes y ambos huargos caen con los hocicos destrozados. Se retuercen de dolor tan solo por unos instantes. Hasta que el señor enano le destroza la columna vertebral primero a uno y luego a otro. Y mientras el señor enano esta ocupado, los dos orcos que eran los jinetes de esos huargos caen atravesados por otras dos flechas disparadas por nuestros compañeros. Frente a mi, aparece un gran huargo de pelaje oscuro. Y su jinete es un orco particularmente grande. Con mi espada logro parar primero la dentellada del huargo y despues el tajo del orco. Retrocedo y cuando el orco alza de nuevo su espada dispuesto a golpear, salto sobre el y le alcanzo en el rostro con mi espada. El orco cae moribundo y yo clavo con todas mis fuerzas mi daga en la nuca del huargo. Este se alza sobre sus patas traseras y yo caigo al suelo. Y mientras me levanto, Otro huargo y su jinete saltan sobre mi. No llegan muy lejos. Del huargo se ocupa Aravir alcanzandole en el costado izquierdo con su Anket. Y del orco se ocupa una flecha que le alcanza en pleno pecho. Yo sonrio al ver lo ocurrido y grito. -¡Os debo un par de botellas de vino!. -Y mientras Aravir sonrie al oirme, desde lo alto de un arbol me llega la voz de Ibal. -¡Tu lo has dicho, no creas que lo voy a olvidar!. -Y es entonces cuando todos oimos la susurrante voz de Namsis. -¡Estoy lista, quitaos de en medio!. -Sin perder un instante, el señor enano, Aravir y yo retrocedemos hasta un extremo del claro protegidos por los certeros flechazos de nuestros compañeros. Ahora el enemigo ocupa todo el claro. Y mientras nosotros tres nos encargamos de otro trio de estupidas bestias que quieren suicidarse, del centro del claro surge una columna de llamas en medio de un estruendo y una nube de humo. Mucho huargos y muchos jinetes orcos son alcanzados por el fuego. Algunos huyen, pero otros, tanto huargos como orcos, ruedan por la capa de nieve que cubre el suelo del claro tratando de apagar las llamas que los abrasan. Y Findon, tras saltar de la rama del arbol en donde estaba, empuña su cuchillo y grita. -¡Ahora, a por ellos sin piedad!. Ibal y Entaguas se nos unen empuñando sus espadas y, desde detras de los arboles, aparece Namsis sonriente con su espada tambien empuñada. Y gritando como demonios, los siete cargamos contra esos pobres desgraciados.
Aunque tarde o temprano todas las cosas hayan de perecer, a Gondor no le ha llegado todavia la hora. No, aun cuando todos los muros sean conquistados por un enemigo implacable, Gondor jamas caera bajo el dominio del Señor Oscuro.