Ver publicación (Hola)
Ver tema#430 Respondiendo a: Findon
Accion
Tras el duro combate con el tumulario, me quedo atento y oigo cierto escándalo en la lejanía. Les indico a mis compañeros que debemos continuar, aunque sé que el combate contra el tumulario se merecía un descanso no podemos parar. Nos ponemos a correr dirección oeste, a toda prisa, sin mirar...
Narración 11 por fin!
Tras el duro combate con la patrulla de huargos los guerreros estaban algo desfallecidos, pero resistían con vigor, sobre todo se reanimaron después del largo trago que recibieron del odre de ron. Pero no debían entretenerse. El elfo tras el trago que tomó, aunque no contaba con toda la aprobación del enano que todavía estaba algo furioso por el incidente de la flecha, se puso de nuevo la capucha y se levantó, arco en mano, apremiándoles. Todos recogieron sus armas y fardos, y emprendieron la marcha. Esa noche no pararon, a pesar de la insistencia de algunos de los miembros de la compañía. Ante los gruñidos del enano, el elfo sacó un pequeño fardo y desenvolvió una especie de pan: eran lembas. El elfo les instó a que cogiesen y todos masticaron aquella especie de pan, que les devolvió las fuerzas para seguir. El enano dio las gracias y dijo:
-Bueno, ahora un traguito que este a palo seco…
-Tira ya pa’lante –dijo Ulbar dándole un pequeño empujón al enano, quien por poco vierte el contenido del odre. El enano apretó los dientes, pero ni una gota del preciado líquido cayó al suelo. Miquel se volvió a Ulbar con cara de pocos amigos, pero Namsis que iba detrás le cogió del hombro y lo empujó suavemente hacia delante, y el enano se fue con ella más manso que un gatito.
Continuaron la marcha ya sin interrupciones y notaron cómo el terreno se volvía más descendente, aunque suave. Ya estaban bajando las colinas.
-Espero que mis compañeros elfos no traigan peores noticias que yo –dijo Entaguas.
Finalmente bajan todos al pie de aquellas colinas tras larga caminata. Los pies de Entaguas estaban más frescos y por tanto corrían más que los de todos, aunque los montaraces mantenían el paso.
-Uf, me duelen los pies –susurró Namsis. –Pero creo que aguantaré.
El enano se puso más firme que una lanza y se ofreció a llevarla. Aravir rió:
-Pero no te humilles señor enano. ¿Quieres que te pongamos otro apodo?
Miquel blandió el hacha detrás de Aravir que corría mucho más:
-Eso, así llevamos el ritmo más rápido. Sigue con él así, verás que pronto llegamos a Mithlond –rió Ulbar.
El enano finalmente se cansó y siguió corriendo despacio al lado de Ulbar, Namsis e Îbal. Habían recorrido un buen trecho. No debían de estar lejos de Mithlond.
Tras el duro combate con la patrulla de huargos los guerreros estaban algo desfallecidos, pero resistían con vigor, sobre todo se reanimaron después del largo trago que recibieron del odre de ron. Pero no debían entretenerse. El elfo tras el trago que tomó, aunque no contaba con toda la aprobación del enano que todavía estaba algo furioso por el incidente de la flecha, se puso de nuevo la capucha y se levantó, arco en mano, apremiándoles. Todos recogieron sus armas y fardos, y emprendieron la marcha. Esa noche no pararon, a pesar de la insistencia de algunos de los miembros de la compañía. Ante los gruñidos del enano, el elfo sacó un pequeño fardo y desenvolvió una especie de pan: eran lembas. El elfo les instó a que cogiesen y todos masticaron aquella especie de pan, que les devolvió las fuerzas para seguir. El enano dio las gracias y dijo:
-Bueno, ahora un traguito que este a palo seco…
-Tira ya pa’lante –dijo Ulbar dándole un pequeño empujón al enano, quien por poco vierte el contenido del odre. El enano apretó los dientes, pero ni una gota del preciado líquido cayó al suelo. Miquel se volvió a Ulbar con cara de pocos amigos, pero Namsis que iba detrás le cogió del hombro y lo empujó suavemente hacia delante, y el enano se fue con ella más manso que un gatito.
Continuaron la marcha ya sin interrupciones y notaron cómo el terreno se volvía más descendente, aunque suave. Ya estaban bajando las colinas.
-Espero que mis compañeros elfos no traigan peores noticias que yo –dijo Entaguas.
Finalmente bajan todos al pie de aquellas colinas tras larga caminata. Los pies de Entaguas estaban más frescos y por tanto corrían más que los de todos, aunque los montaraces mantenían el paso.
-Uf, me duelen los pies –susurró Namsis. –Pero creo que aguantaré.
El enano se puso más firme que una lanza y se ofreció a llevarla. Aravir rió:
-Pero no te humilles señor enano. ¿Quieres que te pongamos otro apodo?
Miquel blandió el hacha detrás de Aravir que corría mucho más:
-Eso, así llevamos el ritmo más rápido. Sigue con él así, verás que pronto llegamos a Mithlond –rió Ulbar.
El enano finalmente se cansó y siguió corriendo despacio al lado de Ulbar, Namsis e Îbal. Habían recorrido un buen trecho. No debían de estar lejos de Mithlond.
"La vida tiene el sentido que nosotros le damos y en ello reside la grandeza del hombre" -Friedrich Nietszche.