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Desde: 22/09/2006

#453 Respondiendo a: lo Miquel III

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Las Colinas Lejanas estan cada vez más cerca. Llegaremos a ellas antes de que anochezca. ¡Bah! No se por qué, pero nigún compañero dice nada para animar la cosa, que sosos somos a veces... En fin, yo no seré quien rompa el bonito silencio, además voy detrás y se tendrían que girar todos pa...

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Un atardecer nos sorprende a todos caminando mientras llevamos a nuestros caballos cogidos por la bridas, por una estrecha senda que cruza las quebradas blancas. Estamos ya cerca de cruzarlas y cerca del final de la primera eteapa de nuestro viaje. Caminamos tranquilamente en silencio disfrutando del verde paisaje hasta que, de pronto, Todos oimos un estrepito tras nosotros. Todos miramos hacia atras y, naturalmente, contemplamos una nueva demostracion del particular estilo de nuestro señor enano. El cual, ha caido de morros en medio del camino. Todos nos miramos tratando de disimular nuestras sonrisas. Mientras, el señor enano recupera la veticalidad y trata de recuperar la dignidad. Namsis se me acerca en ese momento y, con su tono particular, me dice. -Vamos, lo estas deseando. Rie y desahogate. -Y yo, ya no puedo contener las carcajadas y estallo en risas mientras digo. -¡Pero es que esto no es normal!. ¡Nos ha tenido que tocar el señor enano mas torpe de todos!. -Y sigo riendo sin poderme contener. -Findon, nuestro esforzado lider, trata de proteger al señor enano, pero al oir la replica de nuestro particular compañero, yo sigo riendo con ganas. Y tras oir al señor enano, Aravr añade. -Claro. Tu siempre sabes por donde vas o que terreno pisas. Lo demuestras muy a menudo. -Finalmente, tras cruzar el escarpado terreno, volvemos a galopar sobre nuestras monturas. Cabalgamos sin descanso hasta cumplir la primera etapa del viaje. Hasta que al anochecer, frente a nosotros, aparece el inicio del gran camino que enlaza el norte con Gondor, al este de las quebradas blancas. Y cerca de ese principio, divisamos una pequeña poblacion de gentes que solo conocemos de oidas. Son medianos. Desmontamos y giamos a nuestros caballos llevandolos agarrados por las bridas. El primero de todos es nuestro osado lider. El cual, no parece muy seguro de a donde vamos puesto que, mientras lleva a su caballo agarrado por las bridas con la mano izquierda, con la derecha, vuelve a consultar el mapa que lleva consigo. Caminamos por la calle principal de una pequeña aldea de estas gentes y me doy cuenta de que todos nos miran con curiosidad. Y, evidentemente, dos de nosotros son los mas observados. Namsis mira a derecha e izquierda y nos dice. -Curioso pueblo este. Pequeños de estatura pero de pies grandes. -Y es Entaguas el que le contesta. -Si, recuerdo que vienen de mas alla del Anduin. Cruzaron las montañas nubladas y se asentaron en estas tierras con el permiso del rey Argeleb II de Arthedain. -Y en ese momento Aravir interrumpe la clase de historia del señor elfo diciendo. -Mirad a nuestra derecha. -Y todos hacemos caso. Ante nosotros, aparece un edificio largo y de una unica planta. Su redonda puerta esta entre abieta y de su interior salen unos sonidos que yo identifico al instante. - ¡Eh!. -Les digo a mis compañeros. -¡Una taberna!. ¿A que esperamos para hacerle una visita?. -Y de inmediato me dirijo hacia mi objetivo el primero de todo el grupo. Dejamos los caballos en el establo de la taberna y, menos el señor enano, todos nos agachamos y entramos en el local. Oimos otro golpe y al girarnos, observamos como el seor enano se ha quedado enganchado en la puerta con su hacha. Mientras se debate tratando de liberarse yo le digo. -¿Te importaria dejar de hacer el payaso?. Se que te resulta dificil, ¡pero yo tengo sed!. -Y alfin acabamos todos sentados en torno a una mesa bastante baja. Ibal me mira en ese momento y dice sonriendo. -Supongo que no iremos a montar nuestro espectaculo caracteristico aqui. ¡Son demasiado pequeños!. -Y yo sonrio y replico. -No te preocupes. Estoy fatigado por la larga caminata y la cabalgada. Solo quiero beber en paz. -Se nos acerca entonces uno de estos medianos y pregunta. -¿Que van a tomar?. Y yo, dejo sobre la mesa algunos peniques y respondo. -Cerveza. Y que sea fria y abundante. -Al poco rato, el camarero vuelve con una ronda de jarras de un tercio. Y yo, al contemplar el tamaño de las jarras, no puedo evitar suspirar. Aravir comprende perfectamente mi suspiro y sonriendo dice. -Vamos, no te quejes. Aprovecha lo que hay. -Yo asiento en silencio dandole la razon mientras termino mi primera jarra a mi estilo. Pido una nueva ronda y tambien la termino. Y cuando voy terminando la tercera, de repente Namsis alza la cabeza y nos dice. -¡Escuchad!. -Todos conocemos ya de sobra el particular talento de nuestra compañera. En tension prestamos oidos a un tumulto que se oye fuera de la taberna. Y en ese momento, un mediano irrumpe de golpe en el edificio mientras grita. -¡¡Fuego!!. -Al instante todos nos levantamos de nuestros asientos y salimos de la taberna. Y contemplamos como uno de los edificios, al final de la calle principal, arde. Y a la luz de las llamas, observamos unas caracteristicas figuras avanzar corriendo por la calle. Ni siquiera es necesario decir algo. Todos desenvainamos nuestras armas Y nos adelantamos corriendo. Algunos orcos nos ven llegar y alertan a sus compañeros. Pronto los dos primeros caen atravesados por las flechas de Entaguas e Ibal. Otra docena trata de formar ante nosotros. Sin darles tiempo, chocamos con furia contra el peloton de orcos y otros cinco cadaveres se suman a los dos derribados anteriormente por Entaguas e Ibal. Yo esquivo una estocada enemiga y me lanzo hacia delante rajando a otro orco de abajo a arriba con mi espada. Y mientras hago a un lado el cadaver del orco de una patada, digo. -¡Namsis!, ¿Podras apagar el fuego?. -Y Namsis me contesta en su tono caracteristico mientras libera su acero de las tripas de otro desgraciado. -Por supuesto. Pero ya sabeis, necesito tiempo para concentrarme. -No te preocupes por eso. -Le replica nuestro luchador lider. -Tendras todo el tiempo del mundo. -Y Findon y el señor enano se colocan ante Namsis dispuestros a destrozar a todo orco que ose acercarse. Mientras, Aravir, Entaguas, Ibal y yo masacramos a todos los orcos que han aparecido. Resuena el acero en medio de la noche. El acero y los gritos de agonia de los orcos alcanzados por nuestras armas.
Aunque tarde o temprano todas las cosas hayan de perecer, a Gondor no le ha llegado todavia la hora. No, aun cuando todos los muros sean conquistados por un enemigo implacable, Gondor jamas caera bajo el dominio del Señor Oscuro.