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Ver tema#455 Respondiendo a: gandalf el beis
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Todos oímios el estrépito que provoca la caída de todo el peso de nuestro admirado señor enano y disimulamos nuestras sonrisas hasta que Ulbar no la aguanta (muy típico suyo).
-¡Pero es que esto no es normal! ¡Nos ha tenido que tocar el señor enano mas torpe de todos!
El señor Findon lo d...
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¡¡¡CataPlaff!! El estruendo de la caída de Miquel fue más alta que sus ronquidos (y ya era decir). Obviamente todos nos giramos al mismo tiempo, solo un segundo para no estallar en carcajadas. Al tiempo que el señor enano sacudía sus ropas, yo me acercó hacia Ulbar con una mueca traviesa y le digo:
-Vamos, lo estas deseando. Rie y desahogate.
Entonces Ulbar rie con gnas mientras contesta:
-¡Pero es que esto no es normal!. ¡Nos ha tenido que tocar el señor enano mas torpe de todos!.
En ese moento Findon habló en un intento por defender a Miquel, pero Aravir también interviene tras la replica enojada de éste.
-Claro. Tu siempre sabes por donde vas o que terreno pisas. Lo demuestras muy a menudo.
Las risas son esa vez cojuntas, mientras seguimos avanzando hasta que después de un tiempo llegamos a un gran camino.Y allí cerca de su comienzo, divisamos población, habitada por la gente pequeña como algunos les llamaban. Atravesamos aquel pueblo antes la atenta mirada de algunos medianos.
-Curioso pueblo este, pequeños de estatura y de pies grandes.-comentó en voz baja Namsis.
-Si, recuerdo que vienen de más allá del Anduin. Cruzaron las montañas nubladas y se asentaron en estas tierras con el permiso del rey Argeleb II de Arthedain.- me respode Entaguas
-Según me contó mi padre provienen de los Campos Gladios, y son ellos los que inventaron el arte de fumar, además son muy glotones y crecen más de ancho que de alto.-comento recordando las tardes que pasaba al lado de la chimenea de casa con mi padre.- interviene Îbal
-Mirad a vuestra derecha.- saltó Aravir en ese momento.
Una taberna si mis ojos no me engañaban y rapidamente el soldado de Gondor no tarda en sugirir un alto. Todos estamos de acuerdo y mientras los demás nos vemos obligados a agacharnos para pasar por la sencilla pero pequeña puerta, Miquel atraviesa el umbral sin ningún problema. Acomodados en una mesa rectangular, somos servidos al poco tiempo, mientras que otros medianos que ocupaban otras mesas no dedican miradas curiosas. Como la mía al observarles pues me habían hablado de ellos pero nunca los habia visto.De nuevo sonaron las risas y los comentarios por el suspiro de Ulbar que miraba las pequeñas jarras con decepción. Sin embargo yo me quedo un momento mirando a un punto fijo. Juraría haber oído gritos. Pasó un segundo en el que preste más atención. Estaba en lo cierto, eran gritos de alarma.
-¡Escuchad!- alzó la voz hacia mis compañeros. Los comentarios se acallaron y de pronto un mediano entró bruscamente en la posada exclamando:
-¡Fuego!
No hace falta palabras, en seguida todos nos levantamos con las manos empezando acercarse a las empuñaduras. A grandes zancadas recorremos el mismo camino por el que habíamos llegado para comtemplar un edificio en llamas y unas figuras, muy conocidas por todos nosotros. Eran orcos.
Los que no cayeron bajo las flechas de Entaguas e Ibal, pronto tienen la desgracia de ser atravesados por las armas de Ulbar, Miquel, Aravir y Findon.
Yo acaba de sacar la hoja de mi espada de las entrañas de un enemigo cuando oigo la voz de Ulbar.
-¡Namsis!, ¿Podras apagar el fuego?.
- Por supuesto.- le respondo- Pero ya sabeis, necesito tiempo para concentrarme.
-No te preocupes por eso.- se giró en ese momento hacia mi Findon.- Tendras todo el tiempo del mundo.
Dicho esto, él y el señor enano se colocan en frente de mí. Miquel firme y hacha en mano, mientras Findon aprovecha un momento para sacar su arco y acabar con otros orcos antes de que pudieran avanzar un paso. Yo miro hacia el edificio en llamas, el fuego practicamente ha devorado todo el tejado. Después alzo los ojos, observando algunas nubes en el cielo nocturno. Si, puedo conseguirlo, pienso. Levanto la vara, mientras repito mentalmente las mismas palabras. Al principio oyendo mi propia voz baja hasta que poco a poco la voy subiendo de tono. Las nubes empezaron acumularse sobre cielo, formando una masa compacta. Entre los sonidos de la batalla resonó un trueno, seguido por un relampago, y cuando la luz azulada de la piedra brillo cayeron las primeras gotas. Unos segundos depués aquellas gotas fueron más rapidas y abundantes, apagando el incendio. El humo y el olor a quemado se mezclaron con los gritos agonicos de los orcos que continuaban cayendo abatidos por mis compañeros.
¡¡¡CataPlaff!! El estruendo de la caída de Miquel fue más alta que sus ronquidos (y ya era decir). Obviamente todos nos giramos al mismo tiempo, solo un segundo para no estallar en carcajadas. Al tiempo que el señor enano sacudía sus ropas, yo me acercó hacia Ulbar con una mueca traviesa y le digo:
-Vamos, lo estas deseando. Rie y desahogate.
Entonces Ulbar rie con gnas mientras contesta:
-¡Pero es que esto no es normal!. ¡Nos ha tenido que tocar el señor enano mas torpe de todos!.
En ese moento Findon habló en un intento por defender a Miquel, pero Aravir también interviene tras la replica enojada de éste.
-Claro. Tu siempre sabes por donde vas o que terreno pisas. Lo demuestras muy a menudo.
Las risas son esa vez cojuntas, mientras seguimos avanzando hasta que después de un tiempo llegamos a un gran camino.Y allí cerca de su comienzo, divisamos población, habitada por la gente pequeña como algunos les llamaban. Atravesamos aquel pueblo antes la atenta mirada de algunos medianos.
-Curioso pueblo este, pequeños de estatura y de pies grandes.-comentó en voz baja Namsis.
-Si, recuerdo que vienen de más allá del Anduin. Cruzaron las montañas nubladas y se asentaron en estas tierras con el permiso del rey Argeleb II de Arthedain.- me respode Entaguas
-Según me contó mi padre provienen de los Campos Gladios, y son ellos los que inventaron el arte de fumar, además son muy glotones y crecen más de ancho que de alto.-comento recordando las tardes que pasaba al lado de la chimenea de casa con mi padre.- interviene Îbal
-Mirad a vuestra derecha.- saltó Aravir en ese momento.
Una taberna si mis ojos no me engañaban y rapidamente el soldado de Gondor no tarda en sugirir un alto. Todos estamos de acuerdo y mientras los demás nos vemos obligados a agacharnos para pasar por la sencilla pero pequeña puerta, Miquel atraviesa el umbral sin ningún problema. Acomodados en una mesa rectangular, somos servidos al poco tiempo, mientras que otros medianos que ocupaban otras mesas no dedican miradas curiosas. Como la mía al observarles pues me habían hablado de ellos pero nunca los habia visto.De nuevo sonaron las risas y los comentarios por el suspiro de Ulbar que miraba las pequeñas jarras con decepción. Sin embargo yo me quedo un momento mirando a un punto fijo. Juraría haber oído gritos. Pasó un segundo en el que preste más atención. Estaba en lo cierto, eran gritos de alarma.
-¡Escuchad!- alzó la voz hacia mis compañeros. Los comentarios se acallaron y de pronto un mediano entró bruscamente en la posada exclamando:
-¡Fuego!
No hace falta palabras, en seguida todos nos levantamos con las manos empezando acercarse a las empuñaduras. A grandes zancadas recorremos el mismo camino por el que habíamos llegado para comtemplar un edificio en llamas y unas figuras, muy conocidas por todos nosotros. Eran orcos.
Los que no cayeron bajo las flechas de Entaguas e Ibal, pronto tienen la desgracia de ser atravesados por las armas de Ulbar, Miquel, Aravir y Findon.
Yo acaba de sacar la hoja de mi espada de las entrañas de un enemigo cuando oigo la voz de Ulbar.
-¡Namsis!, ¿Podras apagar el fuego?.
- Por supuesto.- le respondo- Pero ya sabeis, necesito tiempo para concentrarme.
-No te preocupes por eso.- se giró en ese momento hacia mi Findon.- Tendras todo el tiempo del mundo.
Dicho esto, él y el señor enano se colocan en frente de mí. Miquel firme y hacha en mano, mientras Findon aprovecha un momento para sacar su arco y acabar con otros orcos antes de que pudieran avanzar un paso. Yo miro hacia el edificio en llamas, el fuego practicamente ha devorado todo el tejado. Después alzo los ojos, observando algunas nubes en el cielo nocturno. Si, puedo conseguirlo, pienso. Levanto la vara, mientras repito mentalmente las mismas palabras. Al principio oyendo mi propia voz baja hasta que poco a poco la voy subiendo de tono. Las nubes empezaron acumularse sobre cielo, formando una masa compacta. Entre los sonidos de la batalla resonó un trueno, seguido por un relampago, y cuando la luz azulada de la piedra brillo cayeron las primeras gotas. Unos segundos depués aquellas gotas fueron más rapidas y abundantes, apagando el incendio. El humo y el olor a quemado se mezclaron con los gritos agonicos de los orcos que continuaban cayendo abatidos por mis compañeros.
"He gleams like a star
And the sound of his horn´s
Like a raging storm
Proudly the high lord
Challenges the doom
Lord of slaves he cries"
"No queda sino batirse"- Quevedo y Villejas
And the sound of his horn´s
Like a raging storm
Proudly the high lord
Challenges the doom
Lord of slaves he cries"
"No queda sino batirse"- Quevedo y Villejas