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Ver tema#458 Respondiendo a: Findon
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Mientras caminamos rodeando las Quebradas Blancas, se oye un pequeño golpe sordo de algo contra el suelo. Me giro y veo al señor enano farfullando en el suelo y sacudiéndose. Se levanta sin problemas y prosigo, aunque las carcajadas de Ulbar hacen enrojecer a Miquel, intento defenderlo, pero...
Narración 15
Miquel había arrastrado a Namsis detrás de una pequeña carreta y allí oían cómo se disparaban las ballestas, los arcos, y el fragor de la batalla, que estaba resultando a favor de los orcos. Aravir todavía corría, esquivando a veces por suerte, a veces por habilidad la lluvia de virotes de los enemigos. Entaguas e Îbal le cubrían, aunque a veces debían cubrirse contra el montículo en que estaban apostados. Ulbar seguía despedazando enemigos, no muy lejos de donde Miquel y Namsis estaban, aunque era casi imposible saber donde se encontraba cada uno debido a el aguacero que arreciaba con fuerza. Finalmente Ulbar se cubrió dentro de una casa hobbit, donde había no menos de 30 medianos, aterrorizados. El gondoriano consiguió hacerles entrar en razón, con una genial arenga, y salió al exterior con un pequeño escuadrón de infantería mediana, armada con palos y piedras. Entaguas, Îbal y Aravir, se habían reagrupado y ahora habían perdido toda la atención de los orcos, que se burlaban del ejército comandado por el gondoriano. Miquel y Namsis se habían asomado al oír como cesaba el entrechocar de armas y los gritos, y en ese momento vieron al escuadrón mediano de Ulbar, y a Entaguas, Aravir e Ibal, que se hallaban conjurando un plan detrás del montículo que les servía de cobertura. Findon se levantó tambaleándose, no estaba lejos de ellos, y consiguió arrastrarse entre el barro hacia Entaguas, Aravir e Ibal, y consiguió incorporarse. Sacó el arco con un último esfuerzo, al ser puesto al corriente del plan. En ese momento la tregua momentánea acabó. El general Ulbar y su escuadrón cargó contra los bastante sorprendidos enemigos, mientras Miquel salía blandiendo el hacha, con Namsis dispuesta también para el combate. Aravir, con su Anket ya en la mano, se aproximaba a la aturdida masa enemiga, y los arqueros Entaguas, Ibal y Findon empezaron a disparar también a un tiempo.
Miquel había arrastrado a Namsis detrás de una pequeña carreta y allí oían cómo se disparaban las ballestas, los arcos, y el fragor de la batalla, que estaba resultando a favor de los orcos. Aravir todavía corría, esquivando a veces por suerte, a veces por habilidad la lluvia de virotes de los enemigos. Entaguas e Îbal le cubrían, aunque a veces debían cubrirse contra el montículo en que estaban apostados. Ulbar seguía despedazando enemigos, no muy lejos de donde Miquel y Namsis estaban, aunque era casi imposible saber donde se encontraba cada uno debido a el aguacero que arreciaba con fuerza. Finalmente Ulbar se cubrió dentro de una casa hobbit, donde había no menos de 30 medianos, aterrorizados. El gondoriano consiguió hacerles entrar en razón, con una genial arenga, y salió al exterior con un pequeño escuadrón de infantería mediana, armada con palos y piedras. Entaguas, Îbal y Aravir, se habían reagrupado y ahora habían perdido toda la atención de los orcos, que se burlaban del ejército comandado por el gondoriano. Miquel y Namsis se habían asomado al oír como cesaba el entrechocar de armas y los gritos, y en ese momento vieron al escuadrón mediano de Ulbar, y a Entaguas, Aravir e Ibal, que se hallaban conjurando un plan detrás del montículo que les servía de cobertura. Findon se levantó tambaleándose, no estaba lejos de ellos, y consiguió arrastrarse entre el barro hacia Entaguas, Aravir e Ibal, y consiguió incorporarse. Sacó el arco con un último esfuerzo, al ser puesto al corriente del plan. En ese momento la tregua momentánea acabó. El general Ulbar y su escuadrón cargó contra los bastante sorprendidos enemigos, mientras Miquel salía blandiendo el hacha, con Namsis dispuesta también para el combate. Aravir, con su Anket ya en la mano, se aproximaba a la aturdida masa enemiga, y los arqueros Entaguas, Ibal y Findon empezaron a disparar también a un tiempo.
"La vida tiene el sentido que nosotros le damos y en ello reside la grandeza del hombre" -Friedrich Nietszche.