Narracion 16

El cuerpo de Ibal es transportado en una camilla a la pira funeraria ya preparada. Su capa beis habia sido lavada y ahora se posaba sobre la leña. Las armas de todos los enemigos que habiamos conseguido reunir se apilaban a sus pies, y las armas del numeroreano reposaban sobre su pecho. A su izquierda y derecha yacían hobbits, que tambien iban a ser incinerados. Un hobbit acercó una antorcha a la leña, que en poco tiempo comenzó a arder. El grupo de compañeros y los hobbits presentes no intercambiaban palabra alguna entre sí, el silencio era absoluto, solo interrumpido por el ruido de aves carroñeras que devoraban las hediondas entrañas de los orcos, amontonados a las afueras de la aldea,a la espera de ser quemados.

Al cabo de 1 hora, las cenizas se encontraban en el suelo, y un pequeño vestigio de humo todavía recorría las calles como una exhalación. La moral del grupo, minada enormemente, no impidió que siguiesen con su camino rapidamente, aunque de forma mas silenciosa. Las bromas eran menos frecuentes y los días pasaban lentos y tediosos, mientras avanzaban por la gran calzada que les conduciría a Gondor, sin pérdida posible.

Transcurrida una semana una figura que parecía armada. Pararon los caballos y se pusieron en guardia. La figura parecía haberles visto también. Cuando estuvo a unos metros les saludó cortésmente con la mano al grupo. Era un enano.

-Permitidme que me presente... mi nombre es Ibaldoin.

¿Pero que hacía un enano en aquellos lugares en tiempos de guerra?