Acción

Los cuerpos apilados de nuestro compañero Îbal y los hobbits caídos comenzaban a consumirse con el fuego. Los rostros de cada uno eran iluminados por las llamas donde se reflejaba la congoja por la perdida de un valiente camarada. Así le dimos nuestro último adiós, quietos y guardando un profundo silencio. Apenas roto por el susurro de Entaguas.
-Al menos murió como un valiente.
-Murió cumpliendo con su deber. No olvidemos que fue, hasta el final, un soldado de Gondor. –Añadió Ulbar y tras callarse un momento dijo-Pero tened esperanza. Pues nada es eterno. Llegara el día de la Dagor Dagorath y en ese día, todos caminaremos de nuevo sobre la tierra para enviar definitivamente a la oscuridad a los abismos insondables.
No hizo falta decir más, seguramente a todos nos quedo aquellas palabras en la mente. Aunque en la mía propia pensaba, llegara el día si pero me conformaría con vengar la muerte de Îbal matando aquellos que lo hicieron. Bueno a estas alturas ya estarían lejos e inútil sería averiguar quien de todas esa criaturas eran las responsables…bien, en ese caso, no queda si no acabar con todos ellos. Así no habría problema…
Las llamas se extinguieron, Entaguas tomo la capa de îbal ahora limpia. Yo cogí sus armas y las coloque en la montura, quien sabe, si nuestro destino era seguir con vida quizás podría devolverlas al lugar donde había vivido Îbal.

-Adelante, debemos continuar. – dijo Findon y así continuamos nuestro viaje hacia Gondor. Llevábamos pocos días de marcha en los que se hicieron largos hasta que de pronto Entaguas empezó a reír sin poder parar al parecer.
-Ya esta. Tenia que pasar. El elfito volador ha perdido los nervios.- oí a Miquel. En cierta manera agradecía oír de nuevo unas carcajadas, pero ¿de qué demonios se esta riendo? Entonces veo la figura de un enano que se acerca a nosotros por el camino. Enseguida capta la atención de todos los muchos destellos que emiten sus joyas (mas de las que podría contar) pero también me fijo en las ropas de un color rojo escarlata que llaman a gritos la atención.
-¡Eh!, ¿y si le robamos y nos vamos?. ¡Esta cargado de joyas!.- dijo el elfo
-Entaguas, por favor, compórtate o te atizo con la vara. –le reprimí y en ese momento Ulbar se acercó y dijo- -Bueno, a mi no me parece tan mala idea. Esta vez no hubo palabras y me limitó a coger la vara de mi espalda.
-¡Calma!, solo era una opción.- dijo Ulbar sonriendo mientras s apartaba con rapidez. Termino por suspirar mientras niego con la cabeza, son como niños. Aravir y Findon ríen por lo bajo cuando el enano enjoyado llega hasta nosotros.
- Permitidme que me presente… mi nombre es Îbaldoin, a vuestro servicio. – se presento. -Parecen un tanto tristes señores, ¿un mal día?
-Una mala semana. –contestó Miquel. - en realidad, perdimos uno de nuestros compañeros en una aldea mediana.
-¿Hacia donde marchan?. – continuó el enano.
-Hacia Gondor. Gondor es nuestro destino.- respondió esa vez Ulbar.
Al parecer él también tenía ese destino y Aravir le propuso unirse al grupo. Y mientras el señor elfo protesta no le queda más remedio que llevarlo en su caballo tras el argumento convincente de Ulbar.
¡En marcha!. ¡Quiero llegar hasta el vado de Sarn esta misma noche!. ¡No perdamos mas tiempo!.- apremió Findon cuando estaba de nuevo todo listo para continuar.
Todos espoleamos nuestros caballos y mientras oigo las voces de los demás y risas pienso que este nuevo compañero parece haber levantado los ánimos.