Acción

Las llamas que calientan mi rostro poco a poco van extinguiéndose, y de nuevo el frío invernal invade cada pulgada de mi cuerpo. Me calo aún más la capucha y miro a izquierda y derecha. Se me hacía raro todo aquello, parecía no ser real, pero el aún renqueante dolor de la pierna permanecía en el mismo sitio, y el frío traspasaba sin duda alguna, realmente mis ropas. Me giro y rompo aquel sepulcral silencio con un:

-Adelante, debemos continuar.

Todos se giran y suben a sus caballos, aunque parecen todos un poco aturdidos, tanto como yo, nos ponemos en marcha de nuevo hacia Gondor. Sacudiendo la cabeza para intentar mantener alejados los malos pensamientos, tomo mi cantimplora de anís y sorbo un trago. El líquido me reconforta y continúo la marcha, ahora un poco mejor.

A los pocos días de marcha, y con un buen trecho recorrido, oigo una risa, que rompe la monotonía del ruido de cascos de nuestros caballos. La risa viene del señor elfo Entaguas, quien parece haber perdido un poco el juicio.

-Ya está. Tenía que pasar. El elfito volador ha perdido los nervios.- dice Miquel.

Y tras decir esto mira al frente, donde nos dirigiamos. Alli se distingue una figura no muy alta que me recuerda precisamente al compañero que acaba de hablar. ¿Otro enano?- me pregunté. Mi vista no era gran cosa, ni mucho menos como la de un elfo, y no podía determinar la raza. Pero a juzgar por la reacción del señor elfo, supuse que se trataría de otro miembro de la raza de los enanos.
-¡Eh!, ¿y si le robamos y nos vamos?. ¡Esta cargado de joyas!.- dice el elfo.

-Entaguas, por favor, compórtate o te atizo con la vara. –dice Namsis, y Ulbar le contesta:

-Bueno, a mi no me parece tan mala idea.

Alzo un poco las cejas y espero a oír el castañazo que sufrió mi cabeza en aquellos callejones de Mithlond, hacía ya tun tiempo, pero no se me había olvidado. Me alejé un poco de Ulbar y Namsis por temor a que se escapase algún varazo, y que el premio me tocase a mi. Pero Ulbar, entrando en razón tranquiliza a Namsis:

-¡Calma!, solo era una opción.- dice Ulbar sonriendo mientras s apartaba con rapidez, inteligentemente.

En ese momento la figura que se había estado acercando hacia nosotros se presenta. Es un enano vestido con ropas adornadas con multitud de joyas.

- Permitidme que me presente, mi nombre es Îbaldoin, a vuestro servicio. Parecen un tanto tristes señores, ¿un mal día?
-Una mala semana. –dice Miquel - en realidad, perdimos uno de nuestros compañeros en una aldea mediana.
-¿Hacia donde marchan?. –pregunta Ibaldoin.
-Hacia Gondor. Gondor es nuestro destino.- responde Ulbar.

Entaguas hace las presentaciones, aunque de una manera un tanto extraña, e Ibaldoin nos pregunta si puede acompañarnos, y no ponemos objeción alguna.

- ¡En marcha!. ¡Quiero llegar hasta el vado de Sarn esta misma noche!. ¡No perdamos mas tiempo!.- digo a plena voz, algo raro en mí, pues estábamos perdiendo mucho tiempo, ante lo que nuestro nuevo compañero parece enojarse, pero todo termina pacíficamente y nos ponemos de nuevo en marcha a buen ritmo.