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Entaguas
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Desde: 21/04/2005

#481 Respondiendo a: Aravir

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Nuestro descanso en el vado de Sarn fue rapido, pero me pareció bastante reparador. Una fotagata y buena charla siempre vienen bien para subir la moral de un equipo de aventureros...almenos para mi, asi lo eramos, un verdadero esquipo.
Me acostumbraba a las raciones, ya que siempre e viajad...

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Avanzabamos días tras día, manteniendo un buen ritmo. El descanso en el vado de Sarn pasó fugaz y rápido. Yo iba con el nuevo enano. Aunque muchos dudaban de si era un enano o una enana, yo había llegado a la conclusión, de que era un enano, claro, por su carácter, y que el llevar tantas joyas no le hacía menos enano. Iba bien armado, quizás fuera un rival y un guerrero digno de admirar. Me daba a mí la sensación de que ibamos a pasar mucho tiempo con aquel nuevo compañero, y que iba a tener muchas posibilidades de no solo demostrar lo enano que es, si no también lo buen guerrero que es. Aunque claro, si algún día decía que era enana, era un hecho que tampoco me iba a sorprender.
De repente, veo a ulbar sobrio. Es algo que me causa cierta gracia.
-¿Que, tenemos sed?, ¿verdad?- broméo.
-No lo puedo evitar. Cada cual tiene sus debilidades- me responde ulbar, quién tras esto se dirige a Namsis- ¡Eh!, esa vara tuya es multiusos, ¿verdad?. Podrias intentar convertir algo de agua en vino, ¿no?.
Las preguntas de Ulbar me parecen cada vez más delirantes, y graciosas, claro. Si es que estar sobrio no le debe de sentar bien. Deberíamos darle vino o algo pronto, o a este paso, acabará desmayándose. Me voy, pues no quiero escuchar la respuesta de Namsis. Si hay bronca no quiero yo ser el primero en ser golpeado por la vara. Pero Ulbar tenía razón, pues la vara era multiusos. Servía para iluminar, para golpear a líderes y causar luego grandes chichones, tenía su función mágica... incluso podía servir para transformar a Miquel en conejo.
Seguimos avanzando. Cruzamos el vado. A Miquel no parece agradarle el contacto con el agua. Pero hay que seguir avanzando, sin descanso.
Al final llegamos a Tharbad. El paisaje es desolador. Permanezco en silencio, intercambiando si acaso alguna palabra con Ibaldoin.
-¡Atencion!. ¡Distingo unas figuras entre la niebla!
Pero parece que son solo los antiguos habitantes del lugar. Logro ver como esas sombras forman a veces cuerpos y caras fantasmagóricas.
- Parece que se lo están pasando de muerte- pienso. Joder que chiste más malo, menos mal que no lo he dicho en voz alta, si no acabo ahorcado . Y tras esto, susurro a Ibaldoin- estemos atentos de todos modos, señor enano. No me fío. Extraños son los caminos de la Tierra Media, oscuros y tenebrosos son, sin duda, la mayoría de caminos que tenemos que recorrer en estas horas.
El enano coge su hacha y asiente. Parece que la idea de combatir le alegra. Cuando Aravir se fue hacia delante, ensimismado como si se hubiera caído de un arbol, Ibaldoin y yo nos quedamos en la retaguardia, prestos a cualquier amenaza posible.
Al fin descansamos. Nuestro intrépido líder todavía no ha hablado. A todo esto, ¿quién le había otorgado el título de líder? Creo que quizás convendría al grupo una líder más sensata y sabia..., alguien como Namsis. Aunque entonces Findon sería ''ese montaraz con mapa''... no es algo que quede muy bien.
Los caballos necesitan descansar. A todo esto, Ibaldoin parece que se ha quedado ensimismado y pensativo mirando al señor enano... ¿se le está cayendo la baba? ¡Sí! ¿Acaso pensará que Miquel es una enana? ¿O acaso Ibaldoin no es un enano, y como enana que sería, le gustaría nuestro gran y varonil narizotas enano? Había muchas preguntas sin respuestas. Yo me había fijado en que Miquel tenía la nariz mucho más grande que Ibaldoin. Quizás esto fuera porque Miquel era mucho más viejo que Ibaldoin, o porque era macho. Ya había visto que la nariz de Miquel se había hinchado un par de veces delante de Ibaldoin, probablemente sería algún tipo de cortejo o para demostrar que él es el macho alfa.
De todos modos, esos pensamientos son un poco horripilantes y escalofriantes, eran demasiados conceptos y preguntas que todavía no habían tenido respuesta. ¿Y a todo esto, acaso entre tanta ruina no podía haber alguna taberna con seductoras camareras elfas?
¡Oh Orofarnë, Lassemista, Carnimirië!
¡Oh hermoso fresno, sobre tu cabellera qué hermosas son las flores!
¡Oh fresno mío, te vi brillar en un día de verano!
Tu brillante corteza, tus leves hojas, tu voz tan fresca y dulce:
¡qué alta llevas en tu cabeza la corona de oro rojo!
Oh fresno muerto...