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Ver tema#482 Respondiendo a: Entaguas
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Avanzabamos días tras día, manteniendo un buen ritmo. El descanso en el vado de Sarn pasó fugaz y rápido. Yo iba con el nuevo enano. Aunque muchos dudaban de si era un enano o una enana, yo había llegado a la conclusión, de que era un enano, claro, por su carácter, y que el llevar tantas joy...
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Nuestra marcha era lenta pero constante. No forzábamos mucho a los caballos, pero la marcha era prácticamente continua, y el camino se iba completando poco a poco. Sentía que algo me apremiaba para llegar a Gondor y dar la voz de alarma, aunque sabía que nuestro destino todavía estaba lejos. Finalmente llegamos al vado de Sarn. Allí tuvimos un pequeño descanso, pero reparador, bromeando de vez en cuando sobre si Ulbar estaba o no sobrio, hasta que la vara “pacificadora” de nuestra istari resolvió el conflicto. Yo no me acerqué mucho por si los varazos caían como granizo, lo que afortunadamente no ocurrió. Tras este alto continuamos el camino, y finalmente llegamos a otro vado en otros tiempos de renombre, aunque ahora no mostraba un aspecto esplendoroso: Tharbad. Los ataques de Sauron y de la Gran Plaga que arrasó Cardolan se habían cebado en este lugar. Una neblina cubría las aguas, de un aspecto algo desagradable, que nos empapaban las ropas. Avanzabamos en silencio y alerta, pues el lugar era idoneo para una emboscada. De pronto, Entaguas da la alarma:
-¡Atencion!. ¡Distingo unas figuras entre la niebla!
Entrecierro los ojos pero alli solo se me antojan formas producidas por la niebla. Sacamos las armas y nos quedamos inmóviles, a la espera de un ataque. Preparo una flecha en mi arco, pero no es necesaria, ya que al avanzar con cautela un poco mas, no observamos ningun peligro. Deben ser espiritus atormentados –pienso.
-Tranquilos todos. Parecen tan solo sombras. Quiza sean un eco de los antiguos habitantes de este lugar perturbados por nuestra presencia. ¡No los molesteis! –susurra Namsis. Asiento levemente y nos aseguramos de que no hay ningun peligro por la zona.
-Adelante, ya no se ve nada- digo y espoleo al caballo para salir del vado, y dejamos la niebla espectral atrás, más aliviados.
Nuestra marcha era lenta pero constante. No forzábamos mucho a los caballos, pero la marcha era prácticamente continua, y el camino se iba completando poco a poco. Sentía que algo me apremiaba para llegar a Gondor y dar la voz de alarma, aunque sabía que nuestro destino todavía estaba lejos. Finalmente llegamos al vado de Sarn. Allí tuvimos un pequeño descanso, pero reparador, bromeando de vez en cuando sobre si Ulbar estaba o no sobrio, hasta que la vara “pacificadora” de nuestra istari resolvió el conflicto. Yo no me acerqué mucho por si los varazos caían como granizo, lo que afortunadamente no ocurrió. Tras este alto continuamos el camino, y finalmente llegamos a otro vado en otros tiempos de renombre, aunque ahora no mostraba un aspecto esplendoroso: Tharbad. Los ataques de Sauron y de la Gran Plaga que arrasó Cardolan se habían cebado en este lugar. Una neblina cubría las aguas, de un aspecto algo desagradable, que nos empapaban las ropas. Avanzabamos en silencio y alerta, pues el lugar era idoneo para una emboscada. De pronto, Entaguas da la alarma:
-¡Atencion!. ¡Distingo unas figuras entre la niebla!
Entrecierro los ojos pero alli solo se me antojan formas producidas por la niebla. Sacamos las armas y nos quedamos inmóviles, a la espera de un ataque. Preparo una flecha en mi arco, pero no es necesaria, ya que al avanzar con cautela un poco mas, no observamos ningun peligro. Deben ser espiritus atormentados –pienso.
-Tranquilos todos. Parecen tan solo sombras. Quiza sean un eco de los antiguos habitantes de este lugar perturbados por nuestra presencia. ¡No los molesteis! –susurra Namsis. Asiento levemente y nos aseguramos de que no hay ningun peligro por la zona.
-Adelante, ya no se ve nada- digo y espoleo al caballo para salir del vado, y dejamos la niebla espectral atrás, más aliviados.
"La vida tiene el sentido que nosotros le damos y en ello reside la grandeza del hombre" -Friedrich Nietszche.