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Namsis
Namsis
Desde: 09/12/2006

#485 Respondiendo a: gandalf el beis

Acción

Seguimos unas cuantas millas con los bichejos caminantes y acampamos al lado del camino. Teníamos comida de sobra, me dí la vuelta y saqué de mis alforjas una bota llena de cerveza y otra de ron. Le dí un largo trago a una y luego a la otra, giré de nuevo mi cabeza y vi al pelirrojo mirandom...

Acción

Cayo otra noche fría. Las ruinas de Tharbad habían quedado atrás desapareciendo de nuestra vista. Un ligero alivio se reflejaba en los rostros de todos por ello. Nos detenemos a un lado del camino y mientras Entaguas, y yo despojamos a los caballos de sus monturas, Ulbar toma las provisiones llevándolas a donde Findon y Aravir preparaban una hoguera. Nuestros dos señores enanos se habían apartado unos pasos de nosotros. Miquel caminaba de un sitio otro seguramente agradecido por poder estirar las piernas e Ibaldoin miraba a su alrededor con aire distraído. Pero para cuando la hoguera empezó a arder todos nos aproximamos, agradeciendo el calor que desprendían las llamas. Aún teníamos provisiones aunque como todo en algún momento se acabarían. Oí la voz de Ulbar dirigiéndose a Ibaldoin, pero sólo pronunciar la palabra “alcohol” ya me imagine el resto. Después organizamos unas guardias. Como a mis compañeros la mía junto a Findon, y más tarde uniéndose Miquel, transcurrió tranquila.
A la mañana siguiente reprendimos nuestro camino. Transcurrieron días largos en los que las bromas aumentaban para que al menos fueran menos aburridos. Las siluetas de las orgullosas montañas aparecieron antes nuestros ojos una mañana. Cada día que avanzábamos más cercanas. Esa misma noche comenzó a llover. Acampamos bajo el amparo de unos árboles, que no formaban más que un bosquecillo. De nuevo si hicieron guardias, aunque esa vez empezaría Miquel, él solo.
Los demás buscamos un lugar cerca más o menos seco, pero desgraciadamente no había ninguno.
- Esta noche creo que no descansaremos mucho.- dijo Aravir resignado.
- Pues no creo que Ibaldoin tenga ningún problema, o al menos sus ronquidos no lo demuestran.- dijo Entaguas, señalando al enano enjoyado quien no había perdido tiempo en tumbarse y cerrar los ojos.
Así fue como entre risas cada uno intento dormir. Yo me cubrí mejor la cara con la capucha para que no me dieran de lleno las gotas en la cara como ya había comprobado. No se cuanto tiempo tardé en poder conciliar el sueño entre las ropas mojadas y el frío, pero cuando al fin lo conseguí un fuerte silbido me despertó de golpe. Al incorporarme, vi a Aravir y Ibaldoin poniéndose en pie alertados y rápidamente nos reunimos con los demás. Un lobo yacía atravesado por el hacha de Miquel. Al sonido de desenvainar las armas, lo siguieron unos aullidos que parecían provenir de todas partes.
- ¡Allí! Entre los árboles.- nos advirtió Entaguas.
Nuestra vista no podía compararse a la del elfo, pero si conseguimos ver algunos pares de ojos brillantes que surgían. De pronto dos figuras salieron de la nada y se abalanzaron contra Ibaldoin y Ulbar. Entaguas y Findon habían comenzado a disparar sus flechas que arrancaban alaridos a los lobos acercándose cada vez más. Entonces se oyeron los relinchos asustados de los caballos. Encabritados tiraban de las riendas que los mantenían atados para huir.
- ¡Atacan a los caballos!- nos grito Aravir a todos, y sin perder tiempo corrió en aquella dirección.
Entaguas y Miquel lo siguieron mientras yo permanecí en el mismo lugar junto a los demás. En segundos Ibaldoin y Ulbar habían despachado a los dos lobos. Findon siguió disparando deteniendo a otros dos. Preparados, pronto recibimos el ataque de los lobos que habían escapado a las flechas.
"He gleams like a star
And the sound of his horn´s
Like a raging storm
Proudly the high lord
Challenges the doom
Lord of slaves he cries"


"No queda sino batirse"- Quevedo y Villejas