Ver publicación (Nueva partida de rol)
Ver tema#50 Respondiendo a: Abârmil
Acción
Tras un agotador viaje desde el Mar de Nurnen en busca de notivias al fin había llegado a los lindes de Eryn Lasgalen. Allí, recostado sobre el banco de la entrada de la taverna, estaba Burzumgad esperando mi venida. Casi se le atragantó el humo de su larga pipa al verme.
- Ya lo sé, siempr...
Acción
Mi vieja capa raída ondeaba tras de mí cuándo entré en la taberna, algo me olía raro. Además del hedor a elfo que había por allí... Había venido a visitar a un viejo amigo que vivía en una antigua caverna orca, que había reconstruido y acomodado. En la taberna un exquisito olor a cerveza (élfica, claro, nada comparada con la enana) se metía hasta en el último rincón de ella y, pensé, nada podía ser mejor. Me acerqué a la barra y dije:
- Una pinta de cerveza oscura, elfo... .-el elfo me miró de forma extraña y me dijo:
-Aquí viene.
Agarré mi jarra y me dirigí hacia un rincón (no había mesas libres). Y empecé a beber de mi jarra, en ese momento, unas saetas ardientes entraron por la ventana, haciendo estallar los cristales, y unos trasgos y otros cuantos orientales entraron por ellas...
Agarré mi martillo, que lo tenía en la espalda y con un golpe de hombro lo saque de allí.
-Acercaos, bestias inmundas... O sino... ¡Yo seré quien se acerque a vosotros.- y me abalancé sobre el primer trasgo que vi.
Mi vieja capa raída ondeaba tras de mí cuándo entré en la taberna, algo me olía raro. Además del hedor a elfo que había por allí... Había venido a visitar a un viejo amigo que vivía en una antigua caverna orca, que había reconstruido y acomodado. En la taberna un exquisito olor a cerveza (élfica, claro, nada comparada con la enana) se metía hasta en el último rincón de ella y, pensé, nada podía ser mejor. Me acerqué a la barra y dije:
- Una pinta de cerveza oscura, elfo... .-el elfo me miró de forma extraña y me dijo:
-Aquí viene.
Agarré mi jarra y me dirigí hacia un rincón (no había mesas libres). Y empecé a beber de mi jarra, en ese momento, unas saetas ardientes entraron por la ventana, haciendo estallar los cristales, y unos trasgos y otros cuantos orientales entraron por ellas...
Agarré mi martillo, que lo tenía en la espalda y con un golpe de hombro lo saque de allí.
-Acercaos, bestias inmundas... O sino... ¡Yo seré quien se acerque a vosotros.- y me abalancé sobre el primer trasgo que vi.