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Ver tema#51 Respondiendo a: gandalf el beis
Acción
Mi vieja capa raída ondeaba tras de mí cuándo entré en la taberna, algo me olía raro. Además del hedor a elfo que había por allí... Había venido a visitar a un viejo amigo que vivía en una antigua caverna orca, que había reconstruido y acomodado. En la taberna un exquisito olor a cerveza (él...
Acción
Aquello no me daba buena espina. Como capitán de una de las guardias fronterizas que vigilaban el bosque, me había negado a aquel descanso tan repentino. No sabía por qué Thranduil había ordenado tal cosa, pero bueno, qué importaba ahora; toda mi compañía estaba bailando, habían bebido bastante. Y casi toda la gente estaba igual, elfos, montaraces, algún enano...
- ¡Bebe tranquilo, Entaguas, no va a pasar nada!- me dijo un compañero. No acerté a ver quién era, pues enseguida varias flechas rompieron las ventanas, y varios orcos y trasgos entraron a saco en la taberna. Por la puerta, entraron unos cuantos más.
Vi a un montaraz levantarse e intentar liderar un ataque, mientras un pequeño enano mandaba con su martillo al infierno a uno de los enemigos.
- ¡Deprisa, tenemos que huir!
Tras decir esto, viendo el poco efecto que hacían mis palabras en tal caos, me dirigí hacia la entrada de la taberna para rechazar a los enemigos que la cruzaban.
Saludos
Aquello no me daba buena espina. Como capitán de una de las guardias fronterizas que vigilaban el bosque, me había negado a aquel descanso tan repentino. No sabía por qué Thranduil había ordenado tal cosa, pero bueno, qué importaba ahora; toda mi compañía estaba bailando, habían bebido bastante. Y casi toda la gente estaba igual, elfos, montaraces, algún enano...
- ¡Bebe tranquilo, Entaguas, no va a pasar nada!- me dijo un compañero. No acerté a ver quién era, pues enseguida varias flechas rompieron las ventanas, y varios orcos y trasgos entraron a saco en la taberna. Por la puerta, entraron unos cuantos más.
Vi a un montaraz levantarse e intentar liderar un ataque, mientras un pequeño enano mandaba con su martillo al infierno a uno de los enemigos.
- ¡Deprisa, tenemos que huir!
Tras decir esto, viendo el poco efecto que hacían mis palabras en tal caos, me dirigí hacia la entrada de la taberna para rechazar a los enemigos que la cruzaban.
Saludos

¡Oh Orofarnë, Lassemista, Carnimirië!
¡Oh hermoso fresno, sobre tu cabellera qué hermosas son las flores!
¡Oh fresno mío, te vi brillar en un día de verano!
Tu brillante corteza, tus leves hojas, tu voz tan fresca y dulce:
¡qué alta llevas en tu cabeza la corona de oro rojo!
Oh fresno muerto...
¡Oh hermoso fresno, sobre tu cabellera qué hermosas son las flores!
¡Oh fresno mío, te vi brillar en un día de verano!
Tu brillante corteza, tus leves hojas, tu voz tan fresca y dulce:
¡qué alta llevas en tu cabeza la corona de oro rojo!
Oh fresno muerto...