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Ver tema#70 Respondiendo a: Abârmil
Acción
Salir de la taberna me produjo un placer indescriptible, sentía los pulmones ardiendo por el humo inhalado y la suave brisa me reconfortaba, pero no había tiempo de disfrutarlo, un elfo con cuyo rostro ya me había cruzado anteriormente en mis vagabundeos nos indico la huida más fácil de aque...
Acción
En las cercanías del ruinoso atalaya volví a tener problemas con los soldados de Thranduil. Era inexplicable que aquellos elfos ni me recordaran, a apenas unos cortos años de que yo militase para su señor. Afortunadamente mis amigos presentes alegaban a ni favor cada vez que yo me veía en apuros.
Nuevos enemigos surgieron del interior de una cueva cercana. Atacaban con saña, desordenadamente y con aparente carencia de líderes. No más pude aclarar mi situación ante los elfos más necios, me hundí en el combate. Los trasgos eran de razas pequeñas y no presentaban un peligro excesivo salvo por su número. Más riesgoso era pelear contra los orientales, fuertes y aguerridos. Mientras ellos y nosotros cruzábamos filos y mientras oía los gritos de guerra de aquellos combatientes, ininteligibles para nuestros oídos, se lo pregunté a Abârmil, que estaba a mi lado.
-A ver si lo sabes, tú que has viajado- le dije, un poco a los gritos.
-¿Te parece momento de responder??
Y en efecto, no había lugar ni tiempo para curiosidades. Ya lo discutiríamos luego, pues hay que conocer al enemigo.
En las cercanías del ruinoso atalaya volví a tener problemas con los soldados de Thranduil. Era inexplicable que aquellos elfos ni me recordaran, a apenas unos cortos años de que yo militase para su señor. Afortunadamente mis amigos presentes alegaban a ni favor cada vez que yo me veía en apuros.
Nuevos enemigos surgieron del interior de una cueva cercana. Atacaban con saña, desordenadamente y con aparente carencia de líderes. No más pude aclarar mi situación ante los elfos más necios, me hundí en el combate. Los trasgos eran de razas pequeñas y no presentaban un peligro excesivo salvo por su número. Más riesgoso era pelear contra los orientales, fuertes y aguerridos. Mientras ellos y nosotros cruzábamos filos y mientras oía los gritos de guerra de aquellos combatientes, ininteligibles para nuestros oídos, se lo pregunté a Abârmil, que estaba a mi lado.
-A ver si lo sabes, tú que has viajado- le dije, un poco a los gritos.
-¿Te parece momento de responder??
Y en efecto, no había lugar ni tiempo para curiosidades. Ya lo discutiríamos luego, pues hay que conocer al enemigo.
Umbrías son las montañas, mas la ciudad brilla:Se diría una gran mortaja flotando entre el cielo y la tierra.
Quién se adelante hacia ella procedente de Ithilien la verá brillar cuando aún le resten millas para arribar la misma.
Quién llegue a ella desde el interior de Mordor la advertirá con...
Quién se adelante hacia ella procedente de Ithilien la verá brillar cuando aún le resten millas para arribar la misma.
Quién llegue a ella desde el interior de Mordor la advertirá con...