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Ver tema#74 Respondiendo a: Inglor
Acción
Dejando atrás el vocerío de la taberna, cuyos asaltantes eran mantenidos a raya por algunos valientes que tambien habían plantado cara, tuvimos vía libre hasta la maltrecha atalaya. Una vez allí, apenas tuve tiempo para preguntar si alguien tenía idea de a que vino el repentino asalto a la t...
Acción
Mi hacha estaba inquieta, algo olía mal allí. El elfo nos había mandado por ese camino, aunque yo, pensé, estaría preparado. De repente, un grupo de trasgos y hombres de tez cetrina salieron de la cueva. Yo, que iba más un poco rezagado (al fin y al cabo, soy un enano) saqué mi hacha y en ese momento, un grupo de caballeros elfos salió, lanzas en ristre, de la nada. Cuando conseguí salir del asombro, descargué mi hacha hacia el grupo de enemigo, y esta salio volando y se clavo en el pecho de un hombre oriental. El otro enano estaba cerca de donde había caído el hombre y le grité:
-¡¡Coge el hacha!!¡¡Coge el hacha!!
En ese momento desenvainé mi espada y corrí hacia los trasgos. Uno de ellos cayó con el yelmo hendido y otro recibió un puntapié en el estómago. Al rato estaba ensartado por una lanza élfica. Las fuerzas enemigas habían sido mermadas pero algún elfo también termino en el suelo, en medio de una mancha carmesí. Ciego de ira, descargué mi espada contra un oriental, quien la detuvo con relativa facilidad.El hombre llevaba una indumentaria más trabajada que los demás y su musculatura era mayor. Debía ser el jefe. El caso es que desenvainó una daga y me la hundió en un brazo, donde mi cota de malla no llegaba...
Mi hacha estaba inquieta, algo olía mal allí. El elfo nos había mandado por ese camino, aunque yo, pensé, estaría preparado. De repente, un grupo de trasgos y hombres de tez cetrina salieron de la cueva. Yo, que iba más un poco rezagado (al fin y al cabo, soy un enano) saqué mi hacha y en ese momento, un grupo de caballeros elfos salió, lanzas en ristre, de la nada. Cuando conseguí salir del asombro, descargué mi hacha hacia el grupo de enemigo, y esta salio volando y se clavo en el pecho de un hombre oriental. El otro enano estaba cerca de donde había caído el hombre y le grité:
-¡¡Coge el hacha!!¡¡Coge el hacha!!
En ese momento desenvainé mi espada y corrí hacia los trasgos. Uno de ellos cayó con el yelmo hendido y otro recibió un puntapié en el estómago. Al rato estaba ensartado por una lanza élfica. Las fuerzas enemigas habían sido mermadas pero algún elfo también termino en el suelo, en medio de una mancha carmesí. Ciego de ira, descargué mi espada contra un oriental, quien la detuvo con relativa facilidad.El hombre llevaba una indumentaria más trabajada que los demás y su musculatura era mayor. Debía ser el jefe. El caso es que desenvainó una daga y me la hundió en un brazo, donde mi cota de malla no llegaba...