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Ver tema#93 Respondiendo a: gandalf el beis
NARRACIÓN
Escuchamos atentamente al elfo, que nos miró con una mezcla de desconfianza y asco. Una vez que se fue grité:
-¡¡Ya habéis oído, panda de vagos!!Nos pagan, por lo tanto... Vamos.-miré al mercader y le invité a ir por el sendero.-Maese elfo...-suelto un gruñido de queja. La herida me escu...
Acción
La pelea con el gigantón oriental fue más que ardua. Ante la embestida, el enano de barba pelirroja se abrió al mismo tiempo que yo y el enemigo común quedo hostigado desde dos posiciones, pero tras múltiples heridas continuaba luchando titánicamente, fue la pronta llegada del resto de la compañía lo que inclinó la balanza a nuestro favor.
Orcos y hombres del este comenzaron a huir hacia el interior del bosque, yo apoyé mi brazo sobre el hombro de Inglor, me sentía cansado, extrañamente cansado.
- Tienes sangre en ese hombro izquierdo, Abâr - me dijo Inglor.
- Me habrá salpicado de esa escoria - contesté - me limpiaré un poco.
- Creo que es algo más serio, parece que estás perdiendo facultades, eh viejo, jajaja -. Me fijé más detenidamente y así era, se trataba de la estocada que me había llevado de recuerdo de la taberna. Eché mano a mi saco y saqué un poco de alcohol, desinfecté y me cubrí la llaga con una de mis elaboradas curas.
Vi como los demás se interesaban por el estado del enano de barba parda, Gandalf y el elfo dueño del lobo se inclinaron para observar su herida. Entonces los lanceros elfos nos rodearon y uno de ellos nos interrogó atropellada y abruptamente, de tal forma que cuando quise darme cuenta ya se habían largado al trote.
Nos pusimos en marcha, aunque la necesidad nos hizo parar al poco rato para retomar el aliento. Un pequeño riachuelo zigzagueaba a un lado invitándonos a lavar arañazos, rostros y armas. Alrededor de una pequeña fogata que había encendido, el enano de ojos verdes nos invitó a presentarnos formalmente, y así hice mientras colocaba la incandescente hoja de mi puñal sobre mi llaga.
- Ufufuf! Mi nombre es Abârmil, en su día fui capitan de los dunedain ¡uffff, como escuece! de Eriador, ahora ... ahora me dedico a recolectar información de todos los lugares que mis pies puedan ¡maldita sea! que puedan alcanzar.
La pelea con el gigantón oriental fue más que ardua. Ante la embestida, el enano de barba pelirroja se abrió al mismo tiempo que yo y el enemigo común quedo hostigado desde dos posiciones, pero tras múltiples heridas continuaba luchando titánicamente, fue la pronta llegada del resto de la compañía lo que inclinó la balanza a nuestro favor.
Orcos y hombres del este comenzaron a huir hacia el interior del bosque, yo apoyé mi brazo sobre el hombro de Inglor, me sentía cansado, extrañamente cansado.
- Tienes sangre en ese hombro izquierdo, Abâr - me dijo Inglor.
- Me habrá salpicado de esa escoria - contesté - me limpiaré un poco.
- Creo que es algo más serio, parece que estás perdiendo facultades, eh viejo, jajaja -. Me fijé más detenidamente y así era, se trataba de la estocada que me había llevado de recuerdo de la taberna. Eché mano a mi saco y saqué un poco de alcohol, desinfecté y me cubrí la llaga con una de mis elaboradas curas.
Vi como los demás se interesaban por el estado del enano de barba parda, Gandalf y el elfo dueño del lobo se inclinaron para observar su herida. Entonces los lanceros elfos nos rodearon y uno de ellos nos interrogó atropellada y abruptamente, de tal forma que cuando quise darme cuenta ya se habían largado al trote.
Nos pusimos en marcha, aunque la necesidad nos hizo parar al poco rato para retomar el aliento. Un pequeño riachuelo zigzagueaba a un lado invitándonos a lavar arañazos, rostros y armas. Alrededor de una pequeña fogata que había encendido, el enano de ojos verdes nos invitó a presentarnos formalmente, y así hice mientras colocaba la incandescente hoja de mi puñal sobre mi llaga.
- Ufufuf! Mi nombre es Abârmil, en su día fui capitan de los dunedain ¡uffff, como escuece! de Eriador, ahora ... ahora me dedico a recolectar información de todos los lugares que mis pies puedan ¡maldita sea! que puedan alcanzar.
All that is gold does not glitter,
Not all those who wander are lost;
The old that is strong does not wither,
Deep roots are not reached by the frost.
From the ashes a fire shall be woken,
A light from the shadows shall spring;
Renewed shall be blade that was broken,
The crownless again shall...
Not all those who wander are lost;
The old that is strong does not wither,
Deep roots are not reached by the frost.
From the ashes a fire shall be woken,
A light from the shadows shall spring;
Renewed shall be blade that was broken,
The crownless again shall...