Acción

Las continuas cargas de los caballos y la contundencia del ataque de la compañía pronto consolidaron nuestra victoria ante la infame partida de trasgos y rufianes que ya huía a la desbandada. Yo, tratando de alcanzar a los rezagados, arrojé una de las pequeñas cimitarras que poblaban el suelo a un oriental de mediana estatura que corría hacia la frondosidad del bosque sin ser avistado. Al percatarse, esquivó el arma y arremetió raudo contra mí blandiendo su sable sin precisión y desordenadamente. Me hizo retroceder esquivando infinidad de estocadas y aproveché un mandoble dirijido a mi derecha para henderle el muslo a la altura de la arteria femoral y el hombre cayó al suelo entre alaridos. Al rematarlo vi como Abârmil se apoyaba en mi hombro con cierta fatiga.
- No me creo que esta escaramuza te haya hecho jadear siquiera- bromeé dando unas palmadas en su espalda hasta que reparé en la sangre que manaba de su brazo. Se lo hice saber y este reaccionó casi con sorpresa- Parece que estás perdiendo facultades, eh viejo- reí mientras el montaraz se palpaba la herida.
Los jinetes nos interrogaron acerca de nuestra identidad y propósitos y sonreí al observar la abigarrada compañía que formábamos los presentes. Tras una breve indicación continuamos con el mercader por un sendero no muy distante en el que, al de unos instantes, el enano de la barba trenzada propuso un descanso para recuperarnos y presentarnos.
- Mi nombre es Inglor Númenessë, soy un medio elfo que sirvió en su dia a los ilustres reyes elfos como soldado, hoy lo hago como mercenario, que me merece más jeje- dije a los presentes- al igual que aquí mi compañero del maltrecho brazo, gozo vagando por toda la tierra media, buscando nuevas salsas en las que meterme...