Acción

Las arremetidas de los caballeros elfos decantaron la batalla finalmente a nuestro favor. Con el puñal aún con vísceras de orco en la hoja, seguí un momento más en guardia, a tiempo para ver cómo nuestros enemigos corrían despavoridos para ponerse a salvo. Una vez despejado el campo, los elfos nos rodearon, pues formábamos un grupo bastante pintoresco, formado por gente de todas las razas. Un orco había quedado también en el círculo que nos rodeaba, pero me relajé al observar cómo atendía las heridas de los demás. El que parecía el jefe de los caballeros elfos nos indicó que siguiéramos el sendero que penetraba en un bosque no muy lejos de nosotros, con la misión de escoltar a un mercader elfo que necesitaba llegar al siguiente refugio.

Aunque atendía a las palabras del elfo, estaba de cuclillas, mirando amistosamente a los ojos del lobo que me había salvado de una buen herida en la taberna. Era color negro azabache y no parecía peligroso, al menos para mí, de momento. Con una mano le di unas palmaditas en el costado, y al levantar la cabeza vi como se encaminaban todos hacia el sendero que debíamos tomar. Me levanté y no envainé mi puñal, pues nos habían advertido de la posible presencia de enemigos. Penetramos un trecho y nos paramos luego de un rato a hacer un alto.