Acción

El hombre meditabundo llamó a otro superior, pero no era el tal Scara.

-¡Soltadme os he dicho! ¿O es que queréis que informe de esto a mis superiores? Sus métodos de tortura no son de lo más piadosos, si creéis mi opinión. -hice una mueca de desagrado que pareció atemorizar un poco a los hombres.

Uno de ellos gruñó y comenzó a desatarme.

-Bien, así me gusta soldado -dije casi sin poder contenerme la risa-. Ahora, ¿donde están mis cosas?. Necesito el mensaje que llevo , si no os importa.

Vino dentro de un rato con mi petate y mis armas, aunque dudó al dármelas.

-No os preocupéis hermano, no os haré daño. Ahora venid conmigo, hemos de torturar a los prisioneros para conseguir su oro y un testimonio que nos valdrá el ascenso, pero deberíamos estar solos.

Nos dirigimos a las celdas, que estaban custodiadas por dos guardias que al verme se pusieron alerta, pero el oficial estúpido que venía conmigo los expulsó de allí con una orden.

-Mi buen señor -me referí a Unfenion. - ¿Cómo pensasteis que podríais escapar de tan poderoso ejército como el nuestro? - El oficial estúpido asentía con la cabeza-.

-¡Traidor! - me llamó Unfenion.

-Está bien, abrid la puerta, voy a encargarme de él -le dije al oficial estúpido.

Corrió y vino al momento con unas llaves, y justo cuando se inclinaba sobre la cerradura le noqueé con el pomo de mi espada, y le aparté de la puerta.

-Vamos, tortugas -apremié, viendo comolos de la celda se quedaban estupefactos.