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Ver tema#176 Respondiendo a: burzumgad
Off Topic.
- Perdón por la terrible aunque involuntaria demora.
-Por supuesto, Bienvenido Ganapie. (o Mirimo)
Acción.
Cuando la oscuridad, producida por mi buen amigo, y señor Burzumgad, estuvo echa, desenfundé mi daga, y esperé mientras los demás orcos y guardias, hubieran dejado la celda a su suerte, corrí hacia ella.
Una vez al lado de la celda, dijje:
-Eh, Inglor...- dije en un tono en el que poca personas hubieran escuchado.
De repente una voz profunda pero conocida, dijo:
-¿Eres Palmero, fiel basallo y amigo de Burzumgad?-dijo el medio-elfo.
Yo conteste rapidamente:
-Si el mismo y vengo a intentar salvaros-dije, un tanto nervioso...
Entonces, varios orcos se me acercaron, preguntándome, de donde había salido, pues nunca me habían visto.
Pensando un buen argumento, dije a los guardias orcos:
- Soy fiel vasallo de el señor de todo esto, y se sorprendería de lo malos y descuidados que habeis sido al dejar la celda sin protección. -comenté rápidamente.
Ellos, intentaron contestarme, pero yo les repliqué:
- Venía, pues mi señor ha mandado un cambio de turno un poco anormal admito, pero son órdenes.
Los orcos se miraron unos a otros, en sus miradas presencié un sentimiento de inseguridad y miedo, entonces, dijeron:
- Esta bien, se te ve fiel, iremos a verlo y se lo preguntaremos, si es mentira, tu moriras, y la muerte será larga y dolorosa - me amenazaron los orcos guardianes.
Cuando los orcos, hubieron desaparecido, me dirigí a los encerrados:
- Muy bien, os salvaré aunque sea lo último que haga -comenté...
Entonces, con mi daga y un contundente golpe rompí la cerradura de la celda, entonces Inglor me estrecho la mano y dijo:
- Gracias, amigo, te lo agradezco profundamente, -dijo.
Entonces los demás, se dirigeron a mí, y me preguntaron, quien y de donde venía.
Pero de repente unos gritos así como de:
-¡ Muerte al maldito orco! - dijeron los orcos, a los que había engañado.
- Oh, oh va haber que marcharse, no es tiempo para preguntas ¡corred!- dije en un tono desesperado.
Entonces todos y cada uno de nosotros desenfundamos las armas, y nos dirigimos a las afueras del campamento, mientras corríamos me encontré a mi verdadero señor, Burzumgad, que me dijo:
-Bien echo Palmero, pero ahora ¡corraaaaaaamos!...
Cuando la oscuridad, producida por mi buen amigo, y señor Burzumgad, estuvo echa, desenfundé mi daga, y esperé mientras los demás orcos y guardias, hubieran dejado la celda a su suerte, corrí hacia ella.
Una vez al lado de la celda, dijje:
-Eh, Inglor...- dije en un tono en el que poca personas hubieran escuchado.
De repente una voz profunda pero conocida, dijo:
-¿Eres Palmero, fiel basallo y amigo de Burzumgad?-dijo el medio-elfo.
Yo conteste rapidamente:
-Si el mismo y vengo a intentar salvaros-dije, un tanto nervioso...
Entonces, varios orcos se me acercaron, preguntándome, de donde había salido, pues nunca me habían visto.
Pensando un buen argumento, dije a los guardias orcos:
- Soy fiel vasallo de el señor de todo esto, y se sorprendería de lo malos y descuidados que habeis sido al dejar la celda sin protección. -comenté rápidamente.
Ellos, intentaron contestarme, pero yo les repliqué:
- Venía, pues mi señor ha mandado un cambio de turno un poco anormal admito, pero son órdenes.
Los orcos se miraron unos a otros, en sus miradas presencié un sentimiento de inseguridad y miedo, entonces, dijeron:
- Esta bien, se te ve fiel, iremos a verlo y se lo preguntaremos, si es mentira, tu moriras, y la muerte será larga y dolorosa - me amenazaron los orcos guardianes.
Cuando los orcos, hubieron desaparecido, me dirigí a los encerrados:
- Muy bien, os salvaré aunque sea lo último que haga -comenté...
Entonces, con mi daga y un contundente golpe rompí la cerradura de la celda, entonces Inglor me estrecho la mano y dijo:
- Gracias, amigo, te lo agradezco profundamente, -dijo.
Entonces los demás, se dirigeron a mí, y me preguntaron, quien y de donde venía.
Pero de repente unos gritos así como de:
-¡ Muerte al maldito orco! - dijeron los orcos, a los que había engañado.
- Oh, oh va haber que marcharse, no es tiempo para preguntas ¡corred!- dije en un tono desesperado.
Entonces todos y cada uno de nosotros desenfundamos las armas, y nos dirigimos a las afueras del campamento, mientras corríamos me encontré a mi verdadero señor, Burzumgad, que me dijo:
-Bien echo Palmero, pero ahora ¡corraaaaaaamos!...
Uno para el Señor Oscuro
en la Tierra de Mordor donde se extiendenn las Sombras.
Un Anillo para gobernarlos a todos. Un Anillo para encontrarlos.
Un anillo para atraerlos a todos y atarlos en las Tinieblas
en la tierra de Mordor donde se extienden las Sombras.
en la Tierra de Mordor donde se extiendenn las Sombras.
Un Anillo para gobernarlos a todos. Un Anillo para encontrarlos.
Un anillo para atraerlos a todos y atarlos en las Tinieblas
en la tierra de Mordor donde se extienden las Sombras.