Acción.

Parecía que de nuevo empezaba mi cabeza a volver a la realidad... Esto no puede ser... más cerveza... Entonces el elfo, que había estado hablando con varios personajes, no distinguí cuales, se acercó a mí alzando la voz... Que se va a enterar todo el mundo hombre.... me reí entre dientes...

- Por eso os pido disculpas - dijo alzando la voz en la sala y se dirigió hacia mí- Lo siento compañero , creo que ambos obramos mal , y por mi parte me arrepiento.Espero que esto quede en nada y podamos retomar la situación con total normalidad - hice amago de tomar mis armas, y luego le señalé riendo.

- Quédate tranquilo Elfo, - me respondió poniéndose en pie - Bebí demasiado y mis palabras no eran más que ponzoña, pásalas por alto y olvídalo. La próxima vez seré yo quien te pague lo que tomes. -dije con una mano en el pecho.

Le di una palmada en el hombro al alto especimen esbelto y refinado.

-Estoy empezando a recobrar la vista gente, ¿mas cerveza? Pagaré yo, para que luego el elfito no diga nada -le di una palmada el elfo en la espalda para desbaratar su pose perfecta.- Ahora vuelvo.

Dicho esto me encaminé hacia la taberna. Miré hacia los tejados... sonriendo. Luego miré hacia la taberna. Estaba cerrada, no sé que hora debía ser pero no muy lejos estaba el amanecer. Me subí agilmente a un tejado y comencé a saltar silenciosamente de uno a otro. Maldita madera... no paraba de crujir.

Me arrastré por un tejado cercano a la muralla de madera de la ciudad. Veía movimiento de guardias en las pasarelas. Como una serpiente me deslicé y me qedé junto al muro, junto a un guardia medio dormido.

-Buenas noches, noble guardia, pero despertad, debeis ser mas profesional.

La lanza del soldado intentó traspasarme el cuello, pero me agaché esquivandola y luego levanté las manos.

-Tranquilo, solo me aburría.

-¿Quién sois?

Una flecha silbó y el guardia cayó. Miré hacia las praderas más allá del muro, donde parecían moverse a toda velocidad cientos de bultos hacia la puerta. Me agaché pero no a tiempo, y una flecha me acompañó, alojándose en mi hombro.

-¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡La puerta!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! -los bultos todavía estaban a unos cientos de metros de ella, y astillé la vara de la flecha que me colgaba, para que no me incomodara. Salté de nuevo al tejado para no llamar la atención de ningún otro guardia, y oí como los muros bullían ahora de actividad.

Corrí hacia el edificio donde estaban mis compañeros, quienes se sorprendieron un tanto al verme con una flecha en el hombro.

-No hay nada mejor que una buena pelea para terminar la noche. Siento no traer la cerveza. Vamos gandules.

Me puse la capucha y me confundí entre las calles, aproximandome a los destellos de aceros y los gritos estremecedores.