El Corazón del Orco & Pozo de Horror

Dos poemas oscuros que tratan, respectivamente, de los sentimientos de un Orco y de la corrupción de varias razas por parte de Morgoth.
EL CORAZÓN DEL ORCO

Tú Le odias,
yo Le sirvo,
a pesar de que Es
mi peor Enemigo.
Más que nadie en el mundo
Su maldad he sufrido.
Con Su ira y Su odio
Él me ha retorcido.
Soy Su obra corrupta,
y mi padre, y mi hijo,
generaciones enteras
que sirven a Sus designios,
tropas, enjambres, hordas
de los Hijos del Maldito.

Todo oscuro.
Torbellino de luz negra
arrastrando mi alma
al furor de la tormenta.
Rojo y negro,
fuego y guerra,
sangre y muerte
en las tinieblas
que cubren con su mortaja
la resquebrajada tierra
y con ella mi alma.

Nací para ello,
(¡No quiero!)
para ello Le sirvo.
(¡No lo he elegido!)
Soy brutal, repugnante,
(¡Me odio!)
un cobarde asesino.
(¡Le odio!)
Nací en las entrañas
(Le sirvo)
del más negro abismo.
(¿Por qué yo?)
No ha esperanza,
(En ningún sitio)
no hay más destino
(¡No es justo!)
que envidia y venganza.
(Te odio. Maldito.)
¡MALDITO!

Pues ves mi alegría,
cruel, retorcida.
Es una mentira,
me mantiene con vida.
No ves mi dolor,
mi miedo, mi envidia,
no ves las razones
de mi negra malicia,
no ves que mi alma
se retuerce, agoniza,
sin que sepa el por qué.

Ves el daño que causo.
No ves el dolor que sufro.
¡Estás sordo, estás ciego!
Es normal, no te culpo.
Pero guardo un rencor
desgarrado y profundo
al verte feliz
en tu idílico mundo.
Pues el mío es horror,
mi mundo es oscuro.
Me niegan la luz.
Me llaman inmundo.
Me niegan lo digno.
Me arrojan lo impuro.
Me arrojan maldad
y hambriento, la engullo,
pues llena el vacío
por unos segundos.
Después busco más.

Tú Le odias,
yo Le sirvo,
a pesar de que Es
mi peor Enemigo.
Con Su ira y Su odio
ÉL me ha retorcido.
Soy Su obra corrupta,
y mi padre, y mi hijo,
generaciones enteras
que sirven a Sus designios.
Tropas, enjambres, hordas
de los Hijos del Maldito.



POZO DE HORROR

Cientos de soles enfermos,
cientos de velas dementes,
derritiéndose
dan luz al negro infierno,
llamas afiebradas y trémulas,
como estrellas leprosas,
y así el horror es mayor,
desnudado y expuesto
ante sí mismo,
el reflejo reflejado
en el espejo ante el espejo
de los ojos ajenos,
los ojos del Maldito,
satisfechos.

Bosques de cieno.
Se extienden más allá
del horizonte
de la visión nublada
de unos ojos rezumantes
de dolor y miedo,
y lágrimas.
Praderas de muertos
en vida.
Cuerpos con gotas de alma
que claman, gritan, chillan,
lloran.
Pandemónium in crescendo,
los trinos en este bosque
son aullidos, carcajadas
enloquecidas,
arrastradas hasta el borde
del reino de la demencia.
Cuerpos con la mente devorada,
en frenesí calmo
cantan y pulsan acordes
en un coro horrísono.
Dulce coro de pesadillas.
Dulce como la sangre
en los labios del vampiro.
Babean, se arrastran,
y unos brazos asquerosos
atrapan y ahogan la carne,
transformándola en pulpa
y luego en carne corrupta,
chapoteando en el lodo.
Paredes de piedra muerta
que insensible, imperturbable,
contempla la obra de muñecas
destrozadas, desmembradas,
la piel blanca
es una llaga cancerosa,
abrazada por el cieno,
abrasada por su veneno.

La sangre, pues, se derrama,
(los cuerpos lloran lágrimas de sangre),
ríos carmesíes que mueren
en un océano de alquimia burbujeante,
embrujada.
Se retuerce, humeante,
devora cosas
que sollozan.

Primavera en un campo condenado,
con muerte fertilizado,
vomita sus frutos maduros
y amargos,
prole de semillas sangrientas
que el barro enterró en su abrazo,
erizado de espinas agudas
y cadenas.

Pozo de horror y perversión,
miembros retorcidos,
descoyuntamiento
del alma.

El útero de Morgoth,
su putrefacto seno,
preñado de horrores y muerte
que parece vida,
que parece muerte.
Sirviéndose de un falo
de indescriptible repugnancia
violó con rabia ciega
a las hermosas razas
que no pertenecían
a la habilidad de su mano.
Los vástagos de esta unión
monstruosa,
concebidos en la danza macabra
de la noche de bodas
ya descrita,
se abren camino al mundo.
Una nueva casta
maldecida,
que brota del hoyo
de los sueños corrompidos
del Caído,
que brota del pozo de horror
y perversión.