La Historia de Celad
Relato corto que narra la milagrosa salvación del caballero Celad y de su familia. Te deja con ganas de más :-)
Desde que los Hombres fueron enviados por Palin,la Dueña del Cielo a la Tierra,se han dividido en diferentes estamentos.
Uno de ellos es la nobleza,y entre los nobles están los Hombres de Armas o caballeros,cuyo código es el siguiente:
El caballero pondrá su espada siempre al servicio de su Rey.
Jurará lealtad hacia su Majestad.
Amará a su patria y la protegerá con su vida.
No huirá cuando el enemigo esté cerca.
El valor será su corcel.
Se verá cara a cara con la muerte,y sin embargo,no mirará atrás.
Si cualquiera de estas leyes incumple el caballero,será desterrado de su reino y no podrá regresar sin el consentimiento del Rey.
Una tarde oscura,Leyc,rey de Perla,llamó a Celad,uno de sus mejores hombres para darle un encargo.
-¿A qué se debe vuestra llamada,mi Señor?.-Preguntó Celad al llegar a su audiencia.
-Celad,hijo de Leamar,necesito de tus servicios.Lleva esta carta a Cortis,y parte enseguida,pues debe leerla antes de tres días.
-Pero Majestad,sabéis que no puedo abandonar el reino.Mi esposa y mi hijo están enfermos y mi corazón sufre por ellos.Llamad a Kereo,el sargento,y permitidme quedarme al lado de mi familia para protegerlos,pues son toda mi vida.
El Rey se molestó.
-¿Cómo osas decirme lo que he de hacer?¡Olvidas que estás al servicio de Leyc,hijo de Eduardo,rey de Perla!Mi voluntad debe verse realizada,y como vasallo mío irás y cumplirás mi mandato.
Celad se levantó.
-¿Qué crees que haces?¡Arrodíllate ante tu rey!
-Mi rey no sois vos ahora.
-Traicionas las leyes del código...
-Sí;mi espada no estará a vuestro servicio,y ya no soy vuestro hombre.Ya no sois quién para enviarme a cumplir vuestras órdenes.
Leyc se puso en pie y ante los guardias lo señaló.
-¡Mirad al traidor!¡Traiciona a su Rey,traiciona a su pueblo!¡Que Celad hijo de Leamar sea desterrado junto a su familia de mi reino!
Los guardias sacaron a Celad de allí.Leyc asomó al balcón y exclamó:
-¡Destruid su casa!¡Traedme sus caballos!¡Que no regrese nunca a Perla!
Celad gritó y se debatió:
-¡No!¡Mi mujer y mi hijo aún están allí!
-Ya no tendrás que sufrir por ellos.
-¡Sois la reencarnación de Felaran!¡Sois el Mal!
-Has ofendido al rey...¡Matadle!
Los guardias desarmaron a Celad y lo golpearon en un intento por hacerle perder el sentido.Finalmente le asestaron una lanzada en el pecho y cayó al suelo.Sangre en abundancia brotaba de su boca.
Sus agresores se marcharon y lo dejaron herido de muerte ante las puertas del castillo.Celad respiraba con dificultad con la lanza clavada en el pecho.De sus ojos caian lágrimas de amargura.Mientras él moría,su familia se preparaba para compartir su triste destino.La muerte...
Y en su silencioso llanto,una luz emergió del horizonte.Una luz que se acercaba.Era brillante,pero no llegaba a cegarle.Celad la contempló con los ojos inundados hasta que la luz se transformó en una dama blanca y hermosa,vestida de nácar con cabello de plata y ojos completamente grises.
-¡No te hundas,valeroso Celad!¡No abandones la lucha!.-Lo apremió con voz aguda.-Pues ha venido la Luz a iluminarte y ayudarte en tu empresa.¡Leyc será castigado,y tú y tu familia salvados!
La Luz sopló y un polvo brillante rodeó a Celad durante un instante.Celad se vio entonces liberado de su mal,y se arrancó la lanza del pecho.No tenía herida alguna y se sentía lleno de energía.Miró a la dama sonriente y agradecido,y ella habló:
-Si por algún motivo he venido a ayudarte es porque no incumples ley alguna.El rey Leyc no merece respeto alguno,y tú que amas a tu familia mereces mejor señor.Aguarda un momento y partirás a tierras en las que reina la paz.
La Luz cerró los ojos y extendió los brazos en cruz.Ante ella apareció un caballo radiante como la Luna.
-Este es Ariasel.Fuerte como un corcel común y ligero como un palafrén.Te será fiel,pues así se lo ordené yo.Cabalga ahora hasta tu hogar y verás a tu familia sana y salva.
-Os agradezco vuestra ayuda,Luz,y espero pagaros algun día este gran favor.
-La Luz no quiere que le devuelvan favores.Fui creada para iluminar a las gentes que merecían ayuda.Marcha ahora o me sentiré culpable por no haberte sido útil.
Celad y Ariasel partieron a la galopada hacia su casa.Más raudo que el viento,Ariasel lo llevó a las puertas de su casa.Los soldados de Leyc estaba ya allí,y con catapultas atacaban el pequeño castillo.
-¡No!.-Gritó Celad.
Y entonces recordó las palabras de la Luz y vio como las grandes piedras de las catapultas no lograban derrumbar un sólo muro del castillo.Los soldados no podían creerlo,y se marcharon aterrados.
-¡Vámonos!¡Celad está poseído por Felaran!¡Sus muros son malignos y por ello no podemos derrumbarlos!.-Ordenó el general.
Celad bajó del lomo de Ariasel y al entrar en su casa vio que su familia estaba en pie.
-Amal,Véreo,¡podéis caminar!
-Sí,esposo mío,parece que Palin ha decidido devolvernos la salud.
-No ha sido Palin,mi amada,ha sido la Luz...
Y Celad y su familia marcharon a Cortis,en Faragan,donde vivieron felices y agradecidos a la Luz por salvarles.
Uno de ellos es la nobleza,y entre los nobles están los Hombres de Armas o caballeros,cuyo código es el siguiente:
El caballero pondrá su espada siempre al servicio de su Rey.
Jurará lealtad hacia su Majestad.
Amará a su patria y la protegerá con su vida.
No huirá cuando el enemigo esté cerca.
El valor será su corcel.
Se verá cara a cara con la muerte,y sin embargo,no mirará atrás.
Si cualquiera de estas leyes incumple el caballero,será desterrado de su reino y no podrá regresar sin el consentimiento del Rey.
Una tarde oscura,Leyc,rey de Perla,llamó a Celad,uno de sus mejores hombres para darle un encargo.
-¿A qué se debe vuestra llamada,mi Señor?.-Preguntó Celad al llegar a su audiencia.
-Celad,hijo de Leamar,necesito de tus servicios.Lleva esta carta a Cortis,y parte enseguida,pues debe leerla antes de tres días.
-Pero Majestad,sabéis que no puedo abandonar el reino.Mi esposa y mi hijo están enfermos y mi corazón sufre por ellos.Llamad a Kereo,el sargento,y permitidme quedarme al lado de mi familia para protegerlos,pues son toda mi vida.
El Rey se molestó.
-¿Cómo osas decirme lo que he de hacer?¡Olvidas que estás al servicio de Leyc,hijo de Eduardo,rey de Perla!Mi voluntad debe verse realizada,y como vasallo mío irás y cumplirás mi mandato.
Celad se levantó.
-¿Qué crees que haces?¡Arrodíllate ante tu rey!
-Mi rey no sois vos ahora.
-Traicionas las leyes del código...
-Sí;mi espada no estará a vuestro servicio,y ya no soy vuestro hombre.Ya no sois quién para enviarme a cumplir vuestras órdenes.
Leyc se puso en pie y ante los guardias lo señaló.
-¡Mirad al traidor!¡Traiciona a su Rey,traiciona a su pueblo!¡Que Celad hijo de Leamar sea desterrado junto a su familia de mi reino!
Los guardias sacaron a Celad de allí.Leyc asomó al balcón y exclamó:
-¡Destruid su casa!¡Traedme sus caballos!¡Que no regrese nunca a Perla!
Celad gritó y se debatió:
-¡No!¡Mi mujer y mi hijo aún están allí!
-Ya no tendrás que sufrir por ellos.
-¡Sois la reencarnación de Felaran!¡Sois el Mal!
-Has ofendido al rey...¡Matadle!
Los guardias desarmaron a Celad y lo golpearon en un intento por hacerle perder el sentido.Finalmente le asestaron una lanzada en el pecho y cayó al suelo.Sangre en abundancia brotaba de su boca.
Sus agresores se marcharon y lo dejaron herido de muerte ante las puertas del castillo.Celad respiraba con dificultad con la lanza clavada en el pecho.De sus ojos caian lágrimas de amargura.Mientras él moría,su familia se preparaba para compartir su triste destino.La muerte...
Y en su silencioso llanto,una luz emergió del horizonte.Una luz que se acercaba.Era brillante,pero no llegaba a cegarle.Celad la contempló con los ojos inundados hasta que la luz se transformó en una dama blanca y hermosa,vestida de nácar con cabello de plata y ojos completamente grises.
-¡No te hundas,valeroso Celad!¡No abandones la lucha!.-Lo apremió con voz aguda.-Pues ha venido la Luz a iluminarte y ayudarte en tu empresa.¡Leyc será castigado,y tú y tu familia salvados!
La Luz sopló y un polvo brillante rodeó a Celad durante un instante.Celad se vio entonces liberado de su mal,y se arrancó la lanza del pecho.No tenía herida alguna y se sentía lleno de energía.Miró a la dama sonriente y agradecido,y ella habló:
-Si por algún motivo he venido a ayudarte es porque no incumples ley alguna.El rey Leyc no merece respeto alguno,y tú que amas a tu familia mereces mejor señor.Aguarda un momento y partirás a tierras en las que reina la paz.
La Luz cerró los ojos y extendió los brazos en cruz.Ante ella apareció un caballo radiante como la Luna.
-Este es Ariasel.Fuerte como un corcel común y ligero como un palafrén.Te será fiel,pues así se lo ordené yo.Cabalga ahora hasta tu hogar y verás a tu familia sana y salva.
-Os agradezco vuestra ayuda,Luz,y espero pagaros algun día este gran favor.
-La Luz no quiere que le devuelvan favores.Fui creada para iluminar a las gentes que merecían ayuda.Marcha ahora o me sentiré culpable por no haberte sido útil.
Celad y Ariasel partieron a la galopada hacia su casa.Más raudo que el viento,Ariasel lo llevó a las puertas de su casa.Los soldados de Leyc estaba ya allí,y con catapultas atacaban el pequeño castillo.
-¡No!.-Gritó Celad.
Y entonces recordó las palabras de la Luz y vio como las grandes piedras de las catapultas no lograban derrumbar un sólo muro del castillo.Los soldados no podían creerlo,y se marcharon aterrados.
-¡Vámonos!¡Celad está poseído por Felaran!¡Sus muros son malignos y por ello no podemos derrumbarlos!.-Ordenó el general.
Celad bajó del lomo de Ariasel y al entrar en su casa vio que su familia estaba en pie.
-Amal,Véreo,¡podéis caminar!
-Sí,esposo mío,parece que Palin ha decidido devolvernos la salud.
-No ha sido Palin,mi amada,ha sido la Luz...
Y Celad y su familia marcharon a Cortis,en Faragan,donde vivieron felices y agradecidos a la Luz por salvarles.