UNA TERTULIA INESPERADA
En un agujero en el suelo, vivía un nobbyt. No un agujero cómodo como el de los hobbits, limpios, amplios, adornados, etc. Sino un agujero húmedo, sucio, repugnante, con restos de gusanos y olor a fango, entre otras cosas. Era agujero-nobbyt, y eso significa incomodidad.
No tenía puerta, sino una abertura muy oculta, mal hecha, tapada con pedazos de madera vieja, imperfecta como un ojo de topo, sin pintar. La abertura permitía la entrada a una pequeña cámara, no muy ancha ni alta que permitía la apacible vida de un nobbyt. Esta cámara daba acceso a pequeñas cámaras, mas bien túneles, a modo de habitaciones. Un túnel más angosto, pero mucho más largo dentro de la cámara permitía ingresar al cuarto de baño, a las bodegas y a la cocina. Este agujero se extendía penetrando indirectamente en una ladera, La Ladera, como era conocida entre la gente. No tenía ventanas, sino pequeñas aberturas profundamente excavadas ocultas entre malezas.
Este nobbyt era un nobbyt rico, que vivía con menos incomodidad que los otros nobbyts. Se apellidaba Mochila. Los Mochila habían vivido en las cercanías de La Ladera desde hace muchos años, desde siempre, según decían los más antiguos nobbyts, y se les consideraba respetables porque tenían mucho dinero e influencia, y no eran dados a las aventuras, cosa que los nobbyts odiaban. Hay que mencionar que se les respetaba más porque de vez en cuando hacían buenas fiestas sociales. Esta es la historia de cómo un Mochila tuvo una aventura e hizo cosas que escapaban ampliamente de la vida común de un nobbyt. Por esta aventura perdió inmediatamente el respeto de todos sus vecinos, pero eso nunca le importó mucho a nuestro nobbyt, porque un Mochila nunca pierde.
La madre de este nobbyt... ¿pero qué rayos es un nobbyt? Bueno, en estos tiempos se ha perdido totalmente la memoria de los nobbyts, y es necesario que se los describa, ya que se volvieron temerosos de la humanidad, Esos Desgraciados, como nos llaman. Fueron (o son) gente pequeña, que medían cerca de los 70 centímetros y más pequeños que los Enanos Cabrones y aún más que los buenos hobbits. Los nobbyts nos son buenos ni cabrones, se dedican principalmente a cultivar la tierra y a criar nobuses, unos animales pequeños que al matarlos los dejan pudrirse unas semanas y sus restos los cuecen, al igual que los pajaritos y los conejos, cuando lograban agarrar uno. Casi todo animal lo consideraban comestible, incluso las lombrices que asomaban sus incautas cabezas en las paredes de los agujeros nobbyts. Si se les acusaba de carroñeros, se enojaban mucho y se defendían diciendo que no lo eran porque no comían la carne cruda, y que por muy putrefacta que esta esté, siempre la cocían o asaban. No saben nada de magia, pero puede considerarse “mágica” su gran capacidad de caminar sobre los dedos de los pies y de correr más rápido que un conejo cuando arrancan de un peligro inminente. Son muy escurridizos, se dice que ningún humano a logrado atrapar uno y saben ocultarse bien de nosotros. Tienen también el oído fino, y cuando se lo proponen saben hablar muy despacio, tan despacio que nosotros, Esos Desgraciados, no podríamos escucharlos si ellos lo quisieran. Los nobbyts son gordos, o al menos eso nos parecería a nosotros; visten ropas sencillas de colores opacos, generalmente de negro, verde oscuro o café, no usan zapatos porque nunca aprendieron a hacerlos. Usan sencillos cinturones atados a su abultada cintura, y sujeto a ellos generalmente hay una daga o un pequeño puñal. Los nobbyts tienen caras toscas y claras, un tanto verdosas, y son desconfiados. Generalmente son completamente lampiños y calvos, pero todos tienen abundante pelo en las rodillas, y en esa época estaba de moda entre las mujeres hacerse trenzas en sus pelos de las rodillas, dejos, como les llamaban. Comen con los dedos cuando comen y se bañan una vez al mes o cuando sienten que sus dejos están llenos de mugre y suciedad.
Supongo que ahora saben lo suficiente sobre estos curiosos seres, así que continuaré el relato si así lo desean. Si no lo desean, no sigan leyendo.
Como bien decía, la madre de nuestro nobbyt –es decir, Bulgo Mochila- era la famosa Bellamonna Suk, una de las 34 extraordinarias hijas del Viejo Suk, un patriarca de los nobbyts que vivían en las proximidades de La Ladera e incluso de más allá de Delrio. Muchos decían que algún antepasado de los Suk se había casado con una mujer humana. Esto era absurdo, aunque hay que reconocer que había algo no del todo nobbyt en ellos, y en algunas generaciones ocurría que algún miembro del clan Suk salía a recorre aventuras. Simplemente desaparecían, y aunque eran pocos quienes regresaban, llegaban hablando de gente extraña, y de cosas fantásticas e increíbles. Por esta razón los Suk no eran respetables como los Mochila, pero eran más ricos.
La madre de Bulgo, Bellamonna Suk, nunca había tenido ninguna aventura y su comportamiento era más nobbyt que la mayoría del clan Suk, por esto logró convertirse en la esposa de Bongo Mochila, aunque algunos dicen que fue por su físico. Bongo mandó a construir el agujero-nobbyt menos incómodo de toda La Ladera, usando en parte el dinero de su esposa y allí vivieron hasta que murieron, cuando Bulgo tenía 16 años. Por su carácter y forma de ser, Bulgo era una copia bastante fiel de su padre, y raras veces tenía algún comportamiento típico de Suk. Al menos hasta que Bulbo ya fue todo un adulto que rondaba los 30, altamente respetado por aquella curiosa sociedad, quien vivía ahora solo en su agujero luego de que sus parientes de la rama Mochila habían intentado sin resultado adoptarlo con el propósito de quedarse con su agujero.
Por alguna extraña coincidencia, un día hace bastante tiempo, cuando los nobbyts eran muy numerosos y prósperos, en los días de la Primera Existencia de la Tierra Tercia, cuando Bulgo estaba rascándose el estómago en una silla instalada fuera de la abertura de su agujero, desde donde podía ver la panorámica de gran parte de La Ladera, apareció de pronto Granalf. Si, si, era el gran Granalf el Verdeoscuro. Aventuras a montón aparecían dondequiera que él pasara. No caminaba por los suburbios de La Ladera desde hace muchos años, para ser más específico desde la muerte del Viejo Suk y su nombre era todo un mito, aunque lo nobbyts desconocían su apariencia.
Todo lo que vió Bulgo esa mañana desde su no tan incómoda silla fue un viejo apoyado en un bastón que era de color verde oscuro, al igual que su gorro puntiagudo y su antigua capa. El color original de su ropa no se podía precisar, ya que estaban muy gastadas, pero seguramente habían sido de un color aproximado al gris, o al verde. Quizás haya sido negro o rojo el color de su ropa, aunque podría haber sido azul o amarilla. Tenía una barba larga y blanca, que le llegaba a las rodillas, pero la traía enrollada en el cuello a modo de bufanda.
-¡Buenos días! - dijo Bulgo de mala gana, esperando que aquel anciano desapareciera luego de su vista, ya que la ocultaba la visión de unas jóvenes nobbyts que él consideraba muy bonitas.
Para su sorpresa, el anciano se detuvo y le respondió:
-¿Qué quieres decir? – ¿Me deseas un buen día, o quieres decir que es un día bueno para algo, o que quieres que hoy sea un buen día para ti, o que este hoy te sientes bien, o tu quieres ser bueno este día, o te gustaría comerte este día, o...? – el anciano hizo una pausa para respirar y esperar alguna respuesta de Bulgo, quien quedó completamente aturdido con tanta vuelta de palabras.
- Este.... simplemente es un saludo que los nobbyts usamos a menudo al ver a alguien, o cuando queremos que ese alguien pase y se vaya lo más pronto posible - dijo Bulgo poniendo una cara más tosca que de costumbre y usando una voz que trató de ser amedrentadora.
- Oh, me parece bien- dijo Granalf- pero creo que en otros tiempos ustedes los nobbyts eran más amables con los viajeros. Pero estoy buscando a alguien con quien compartir una aventura, pero no he encontrado aún a la persona adecuada por estos lugares.
- Comparto esa opinión.... Los nobbyts somos gente tranquila y sencilla, y encontramos de pésimo gusto, las aventuras. De hecho, las odiamos – dijo nuestro noble Bulgo, quien siguió rascándose la guata, como quien da por terminada una conversación y mirando para otro lado buscando con la vista la silueta de alguna joven nobbyt. Pero Granalf no se movió de su lugar y siguió observando fijamente al nobbyt con cara de un viejo que mira a un nobbyt.
Bulgo se sintió muy incómodo al sentir la aguda mirada del anciano, hasta que se enojó y recogiendo los restos de una manzana azul que hace poco había comido la arrojó con todas sus fuerzas a Granalf, quien sin moverse desvió con la mirada aquel proyectil que iba directo a sus narices, que se elevó por su cabeza y fue a caer al jardín.
-¡Dije que buenos días! – gritó Bulgo -. No queremos ninguna aventura por aquí, maldito viejo. Vete más allá de La Ladera, o al otro lado de Delrío, acá no te conocemos y no queremos conocerte- Con esto quiso dar a entender a Granalf que no quería saber nada más de él.
- Bien, yo si te conozco a ti, señor Bulgo Mochila, y sé que conoces mi nombre, aunque no me asocies a él. ¡Yo soy Granalf, y Granalf soy yo! ¡Quién iba a decir que un hijo de Bellamonna Suk me recibiría tan mal!
-¿Granalf?... ¿Granalf? ¿No eres tú el mago que le dio al Viejo Suk unos cuchillos mágicos para cortar nobuses que nunca perdían su filo y que aumentaba su sabor? ¿No eres tú quien le dio a un vendedor ambulante unas habichuelas mágicas que luego éste cambió a un joven por una famélica vaca, y al ser plantadas crecieron hasta llegar al cielo? ¿No eres tú quien contaba en las reuniones aquellas historias de dragones, trastos y de los bellos Efes? ¿El que hacía espléndidos fuegos de artificio y que también enseñó al Viejo Suk a hacer los fuegos artificiales mortales que mataron a 47 nobbyts en La Gran Tragedia de 1306? – Como puedes apreciar, estimado lector, el señor Mochila no era tan ignorante como el resto de los nobbyts y le gustaba mucho estudiar la historia de los nobbyts y de las distintas razas. –Recórcholis- continuó -. ¿No eres tú el Granalf responsable de que algunos Suk partiesen al Sur en busca de locas y reprobables aventuras o a visitar a los Efes? No tenía idea de que todavía estabas en actividad.
- Si, si... ese soy yo –dijo el mago -. Pero te aseguro que no se nada de habichuelas mágicas, debes haberme confundido. Y sobre lo de 1306... bueno, fue culpa del Viejo Suk que no preparó bien los ingredientes. Pero me alegro que recuerdes mis fuegos artificiales. Y sólo por eso, y en recuerdo del Viejo Suk y de tu madre Bellamonna Suk, te concederé lo que has pedido.
-¿Como? Yo no he pedido nada.
-¿Cómo que no? Ya varias veces me has pedido que quieres que te lleve a una aventura. Será una aventura muy buena para ti, si logras regresar vivo.
-¡No y no! Te dije que no queremos aventuras por acá. Si insistes te tiraré una manzana azul entera, y esta vez no fallaré- dijo Bulgo enojado.
-¿Que me invitarás a tomar el té esta tarde? Muy bien, Bulgo, acepto encantado tu invitación. Nos vemos esta tarde.
Diciendo esto, Granalf se alejó a paso vivo cantando entre dientes alguna vieja canción de magos. Bulgo, con una cara de estúpido bastante pronunciada lo vió alejarse poco a poco, hasta que sólo pudo ver su gorro puntiagudo.
-¡Maldición, malditos magos! –gruñó- ¡Ya me decía mi padre, el gran Bongo Mochila: “No te entrometas en asuntos de magos, que se invitan solos a tomar el té”.
Al caer la tarde, ya Bulgo había olvidado el episodio de la mañana y estaba en su no tan incómodo agujero preparando la cena, que consistía en pan de harina de piel de nobus, papas con miel y té.
Granalf se acercó a la abertura del agujero-nobbyt de Bulgo y con su bastón golpeó fuertemente el pedazo de madera que hacía de puerta, anunciando así su llegada y dejando unas extrañas abolladuras en él. Luego se ocultó entre unos árboles y dio unos silbidos extraños, como dándole una señal a alguien.
Esto ocurrió justo cuando Bulgo se disponía a comer – Bueno... será mejor dejar entrar a ese maldito mago infeliz y esperar que se retire pronto, no vaya a ser que me deje una maldición –, pensó, y rápidamente preparó un lugar para él en la gran mesa.
Al abrir la puerta, Bulgo vió que alguien entraba rápidamente y colgaba su capa encapuchada en unas raíces que sobresalían de la húmeda pared, que usaba a menudo de perchero. Era un Enano Cabrón, Bulgo lo supo enseguida al ver esa cara ceñuda, vieja y barbona, pocas veces se veían Enanos Cabrones en La Ladera – ¡Me llamo Dlenin! ¿Tú eres Balgo, el nobrid? – dijo el Enano con un orgullo que irritó al nobbyt.
- ¡Para empezar, mi nombre es Bulgo y soy un nobbyt! – dijo a la vez que sacaba su daga del cinturón y se disponía a pedir explicaciones rápidas y precisas. ¿Qué otra cosa harían ustedes si un Enano Cabrón entra de esa forma en sus hogares?
Con más rapidez todavía, Dlenin sacó de su cinto una gran hacha y se disponía a hacer un certero corte en medio de la calva cabeza nobbyt, cuando entró Granalf y logró detenerlos antes de que haya sido demasiado tarde, tras él venían 8 Enanos Cabrones, todos parecidos a Dlenin.
-¡Granalf, sabía que tú, maldito mago, estabas detrás de todo esto! – gritó Bulgo.
-¡Cállate y sírvenos comida a todos nosotros, si no quieres que te convierta en un Orto! – contestó Granalf.
Al ver el peligroso brillo en los ojos del mago, Bulgo decidió obedecerle, resignado a soportar a esa pandilla de Enanos Cabrones.
Enojado sirvió la mesa para todos, lamentando internamente que no podría comer él solo los 56 panes de nobus que había preparado, pero como era un nobbyt, y un Mochila, rápidamente comenzó a pensar que seguramente sacaría algo provechoso de todo esto, era conocido en esos tiempos que los Enanos Cabrones tenían mucho oro y joyas.
Después de unos cuantos panes y papas con miel, los Enanos Cabrones mostraban un mejor carácter, y decidieron presentarse al pobre Bulgo. Un solemne Enano que parecía ser el más importante de todos tomó la palabra y dijo:
- Recibe nuestros respetos, Bulgo hijo de Bongo, lamentamos el incidente de hace poco. Mi nombre es Thoribio, y la misión que nos trae acá pronto la conocerás. Ahora te presentaré a mi séquito personal de Enanos, los mejores de nuestra raza. Toli, Ñoli, Toing, Gruñón, Gloing, Boing, y Bombo – dijo Thoribio mencionando en orden correcto los nombres de los enanos allí presentes.
- Ahora sírvenos un poco de nron, Bulgo - dijo Granalf.
El Nron era un delicioso licor que los nobbyts habían inventado hace mucho tiempo y que era famoso en toda la Tierra Tercia. Su preparación era un secreto que los nobbyts guardaban celosamente, y consistía en jugo de hígado de nobus con unas extrañas hierbas que era fermentado. La familia Mochila se había especializado en su fabricación, y Bulgo tenía en la bodega muchos barriles repletos del más delicioso Nron de toda La Ladera.
- Nron para todos - ordenó Thoribio.
Así partió Bulgo a la bodega, donde trajo en una carretilla un pequeño barril de Nron. Todos alabaron el delicioso licor de Bulgo, y cuando todos ya estaban bastante contentos con la comida y el Nron, Thoribio ordenó con una voz ligeramente cambiada – ¡Ahora, un poco de música!.
Toli y Ñoli sacaron de sus grandes bolsas dos arpas, Toing y Gloing sacaron 2 flautas, Boing sacó una hermosa trutruca, Gruñón sacó un tambor y Bombo sacó un pequeño violín. A la orden de Thoribio comenzaron un horrible ruido, Bulgo pensó que se volvería loco, pero pronto los Enanos callaron sus instrumentos, solo estaban afinando.
- Dame un Mi sostenido dominante de Sol bemol – dijo Thoribio. Boing hiso una nota en su trutruca, y luego de que todos despejaran la garganta, comenzaron a tocar una extraña y dulce melodía, y mientras tocaban entonaron el canto grave que antaño cantaran los Enanos Cabrones en lo más hondo de las Habitaciones Profundas, y estas líneas son un fragmento de aquella canción, aunque no hay comparación sin la música.
Más allá de las fríos lugares,
Donde los Enanos Cabrones nacieron
Hemos de ir a buscar oro y plata
Antes que muramos sin dinero.
En esas profundidades creamos
Y perfeccionamos la forja de metales
Con hierro, bronce, oro y plata
Hicimos grandes obras de arte.
En las salas huecas de las montañas
Despertamos la ambición de un dragón
Y arrancamos como alma que lleva Tauron
Sin alcanzar a llevarnos nuestro tesoro.
Pero los malditos Efes nos robaron
Lo poco que nos quedaba
Y se quedaron con nuestro tesoro
Y los odiamos mucho.
Hai jo, Hai jo, vamos a trabajar,
Los Enanos Cabrones somos
Y nuestro tesoro vamos a recuperar.
Era algo así. La cosa es que en el antiguo idioma de la gente de la Tierra Tercia, todo esto rimaba y sonaba muy bien.
Mientras escuchaba la canción, Bulgo sintió grandes deseos de aventuras y algo de los Suk renació en él. Quiso salir, conocer esas grandes montañas, los antiguos bosques, ver a los hermosos Efes y cambiar su vieja daga por una gran espada. Pensó en las joyas y tesoros de los enanos y la codicia ardió en él. Pero rápidamente volvió a la realidad y volvió a ser el mismo Bulgo Mochila de antes, igual de codicioso, pero sin deseo de aventuras.
- ¡Granalf, Enanos Cabrones y señor Mochila! –dijo Thoribio al concluir aquella canción - Nos hemos reunido en la no tan desagradable casa de nuestro amigo Bulgo Mochila, un nobbyt de los mejores. ¡Que nunca se le caigan los dejos de las rodillas! ¡Alabanzas sean dadas al nron de esta región! – Hizo una pausa para ordenar lo que iba a decir y esperando que el nobbyt le sirviera más licor, pero Bulgo no tenía la menor intención de hacerlo, de modo que Thoribio prosiguió:
- Nos hemos reunido acá para discutir sobre nuestros planes para el viaje que haremos en la madrugada, un viaje que seguramente será lleno de pérdidas y miserias, del que seguramente ninguno saldrá con vida – Bulgo se estremeció ligeramente al ver que Thoribio estaba hablando muy en serio y que Granalf y todos los Enanos Cabrones escuchaban solemnemente. Tomó un largo trago de nron para calmar un poco sus nervios, pero su mano temblaba al darse cuenta que todos contaban con su participación en la aventura, todos los Enanos lo miraron y dudaron si realmente este nobbyt era tan valiente como Granalf decía. Al fin Thoribio dijo: - Granalf, este nobbyt no parece servir mucho para nuestros propósitos...- Pero Bulgo, hablando antes de pensar respondió muy molesto: - Mira tu, Rey Enano Cabrón, yo puedo servir para cualquier misión – al decir esto se dio cuenta de sus palabras y trató de arrepentirse, pero Gandalf tomó pronto la palabra: - Les digo que este nobbyt es un buen ladrón y que está dispuesto a ofrecerle sus servicios a ustedes en este viaje. Y si alguno duda que elegí a la persona correcta para este trabajo, bien puede considerarse muerto. No discutamos más, he elegido al señor Mochila y tendrán que conformarse. Si digo que es un ladrón es porque de verdad lo es, o lo será llegado el momento. Hay mucho más de él que lo que pueden ver en su exterior, si sobreviven a esta aventura me lo agradecerán.
- ¿Cómo que ladrón? – gritó Bulgo – Si bien es cierto que esta daga no la compré precisamente, deben saber que la persona a la que se la robé estaba muerta, y ya no le podría servir. Y sobre el robo de la Joyería Nobbyt de la Ladera, yo sólo fui un reducidor de especies, y ...
- ¿Y los hongos del viejo Garrapiés? – respondió Granalf - ¿Y la jubilación de la abuela Kofa? ¿Y ...
- Está bien, está bien. No se donde conseguiste saber todo eso, pero no me gustan los viajes y mucho menos las aventuras, e insisto que no soy ningún ladrón – Dijo Bulgo malhumorado. Granalf sonrió y sacó de su manto un viejo mapa y lo extendió sobre la mesa.
- Este es el mapa que hizo tu abuelo Tarot, Thoribio. Es un viejo mapa que muestra la Montaña donde está el dragón de 3 cabezas. Ya sé que conoces los caminos, pero este mapa muestra una entrada secreta al Salón Central, que es donde habita el dragón de 3 cabezas, el viejo Smog. Por cierto, el mapa viene con una llave. Guárdala bien, Thoribio.
- Claro que lo haré – dijo Thoribio colgando rápidamente aquella llave en su collar.
Después de discutir harto rato sobre los caminos posibles, decidieron preguntarle su opinión a Bulgo, que sería el ladrón y experto.
- Bueno... ¿qué hay del oro y las joyas y todo eso? ¿De quien es el tesoro, y que hace un dragón ahí? – Dijo el nobbyt interesándose poco a poco en la aventura.
- ¿No has oído todo lo que hemos hablado, imbécil? ¿No oíste la canción? – Dijo Thoribio.
- Bueno, si voy a viajar con ustedes quiero que me expliquen todo bien, los riesgos, peligros, mi remuneración, etc. –dijo Bulgo tratando de parecer todo un profesional para no defraudar la confianza de Granalf, a la vez que buscaba con la mano su daga.
- ¡Maldición! Escucha, Mochila, porque te lo explicaré solo una vez. – dijo Thoribio – Hace mucho tiempo, mis antepasados construyeron túneles, galerías, salones y abrieron minas en la Montaña. Se volvieron inmensamente ricos y mi abuelo fue el gran Rey Bajo la Montaña. Todos los seres de la Tierra Tercia los respetaban. Pero estas riquezas atrajeron a la dragón de 3 cabezas. Los dragones de 3 cabezas son distintos a los dragones de una cabeza y roban oro y joyas a los hombres, Efes, Enanos Cabrones, hombres, etc. Cuando vimos que se acercaba volando desde el Sur, tomamos las joyas y tesoros que teníamos a mano y arrancamos por el Camino, pero unos Efes que nos vieron nos cortaron la retirada y mataron a muchos Enanos Cabrones robándoles los pocos tesoros que lograron rescatar. Los otros tuvimos que volver a refugiarnos en la Montaña, donde Smog mató a los pocos que quedaban con vida que no pudieron hacer uso de sus hachas contra él, porque las fundió con el fuego de su boca y asó a los enanos.
Sólo unos pocos pudieron escapar matando al jefe de los Efes, yo soy uno de esos pocos. Como yo era el único heredero sobreviviente del Rey Bajo la Montaña, huimos y nos establecimos lejos de ahí. Trabajamos arduamente y hemos acumulado una buena riqueza, pero nunca hemos olvidado nuestro tesoro, que ahora está custodiado por el maldito Smog.
- Te equivocas en algo – Dijo Granalf – El Rey Tarot sobrevivió junto a tu padre, Tren, y algunos otros y huyeron a las minas abandonadas de Mora. Por casualidad yo también estaba ahí y él me dio este mapa encargándome que te lo diese en el momento oportuno. Thoribio, este es el momento oportuno – Diciendo esto, Granalf entregó solemnemente el mapa a Thoribio, quien lo guardó rápidamente, diciendo: - ¿Y tu qué rayos estabas haciendo en Mora, Granalf... El gran Tarot y mi padre viven aún?
- Lo que yo hacía en Mora no te incumbe, y los enanos sobrevivientes, incluyendo a Tarot, murieron al enfrentarse al Necronomigromante, a quien despertaron de su sueño eterno cavando hasta las entrañas de la tierra por una desmedida y fatal ambición. Solo yo y Tren conseguimos escapar, pero tu padre murió atravesado de una flecha lanzada por un Orto que estaba oculto en una galería de Mora – concluyó Granalf.
- El Necronomigromante. Maldito sea su odiado y despreciado nombre - dijo lentamente Thoribio con un escalofrío, y todos los Enanos Cabrones se estremecieron y todos quedaron sumidos en sus pensamientos un buen rato.
- Bien, mañana partiremos temprano y es hora de dormir – Dijo Granalf – Tu, Bulgo, prepáranos camas para todos.
Al final Bulgo no escuchó nada sobre su misión y su paga, pero no se atrevió a volver a preguntar. De mala gana preparó camas para todos, y en unos minutos estaban todos durmiendo.
Esa noche Bulgo tubo intranquilas pesadillas sobre fuego, dragones de 3 cabezas y Ortos.
CAPÍTULO 2: TROLL ASADO
Bulgo estaba muy feliz cuando al despertar vió que sus extraños visitantes habían desayunado hace mucho rato y que se habían ido sin él. Todos los sueños negativos y pesadillas de esa noche de esfumaron de sus pensamientos y se sintió realmente dichoso al sentirse un nobbyt normal otra vez. Bueno, los Enanos dejaron todo sucio y desordenado y seguramente pasaría un buen rato antes de dejarlo todo como antes, pero lo haría con gusto.
Después de un buen desayuno y de ordenar un poco su hogar, Bulgo salió de su agujero y se sentó en su silla. Comenzó a rascarse confortablemente su guata.
Miró hacia el Sur, lugar donde en ese mismo instante pensaba que se encontrarían viajando los Enanos Cabrones e hizo un gesto obsceno con su mano hacia ese lugar. El día parecía ser bueno, y veía algunas nobbyts jóvenes paseando cerca y las saludaba.
- Hoy es miércoles – pensó Bulgo – Espero que venga esta noche Lily. Lástima que esté saliendo con ese tal granjero Coto, si se casan ya no podremos juntarnos todos los miércoles en la noche en mi agujero para divertirnos. Aunque creo que ese Coto es muy distraído y no se daría cuenta por un tiempo, aunque no me gustaría enfrentarme con él – De modo que Bulgo continuó mirando a las jóvenes nobbyts que por ahí pasaban, aunque con ojos no muy puros que digamos. De pronto apareció Granalf.
- Nobbyt flojo, ¿a que hora piensas partir? ¿No leíste el mensaje? Como no despertabas con las sacudidas y gritos que esos feos Enanos te daban, decidieron dejarte un mensaje luego de tirarte algunas maldiciones y llevarse algunas cosillas.
- ¿Que mensaje? – dijo Bulgo poniendo esa cara estúpida tan habitual en él.
- ¡Por los santos cocodrilos de Lodorien, nobbyt flojo y ciego! – Gritó Granalf pasándole una nota.
Esto es lo que Bulgo leyó:
“Thoribio y Cia. Ltda. al ladrón Bulgo Mochila. ¡Despierta inmundo y desagradable nobbyt! Tu paga será al contado y cuando termines tu trabajo, hasta un máximo de la novena parte de los beneficios totales (si los hay). Los gastos del viaje están garantizados así como tu posible funeral.
Te esperamos a las 11 a.m. en el bar de Joe, en Delrio. Se puntual o nos las pagarás.
PD: Nos llevamos algunos barriles de nron. Bombo y Ñoli te agradecen esas revistas que tenías escondidas en la sala de baño. Se llevaron ocho y esa más grande que decía “Especial de Enanas”.
- Eso te da exactamente 12 minutos. Tendrás que correr – Dijo Granalf – Inmediatamente, vamos, no hay tiempo para recoger nada.
Bulgo nunca pudo comprender cómo lo habían sacado de su no tan inconfortable agujero sin sacar ni siquiera algunos billetes más, ni siquiera su sombrero de piel de nobus, o cualquiera de las cosas que acostumbraba a llevar cuando salía de paseo.
Siguiendo a Granalf tan rápido como sus dedos nobbyts y su grosura lo permitían, cruzaron el río y continuaron hasta llegar a Delrio.
Rojo como un tomate maduro y con los ojos abiertos como huevos llegó Bulgo resoplando y jadeando como una foca cuando ya eran las 11 en punto.
- ¡Por fin llegas, ladrón! – gritó Toing, que lo estaba esperando fuera del bar de Joe. Inmediatamente salieron de adentro todos los Enanos Cabrones. Trajeron los poneys, todos cargaban con parte del equipaje, menos uno más pequeño que estaba reservado para Bulgo. A orden de Thoribio, Boing tubo que darle de mala gana uno de sus capuchones a Bulgo, y así fue como se inició en viaje, alejándose de las tierras de los nobbyts y adentrándose en los caminos peligrosos y malos de las Tierras Botadas.
- Estoy mojado hasta los dejos – gritó enojado Bulgo al llegar la noche de ese día. La lluvia dificultaba la visión y el avanzar en el enlodado suelo – ¡Malditos sean los ladrones y los Enanos Cabrones, y también los magos viejos! – gruñó – A esta maldita hora estaría en mi agujero con Lily y...
-¡Calla de una vez infeliz nobbyt! – Gritó Thoribio fastidiado por las continuas quejas de Bulgo - ¡Ahora debemos buscar un lugar seco donde cenar y dormir!.
En ese momento se dieron cuenta que Granalf no estaba. Había estado con ellos a lo largo de la jornada compartiendo el viaje y bebiendo como el que más, pero ahora simplemente no se veía por ningún lado.
No tuvieron mas remedio que acampar bajo un gran árbol que no estaba tan mojado, aunque no pudieron encender fuego. Los Enanos saben encender fuego casi con cualquier cosa y en cualquier lugar, pero esa vez no pudieron. Comieron una fría y pobre cena y se disponían a dormir cuando Toli, que hacía guardia esa noche, exclamó: - Veo luz allá – dijo señalando una pequeña colina con muchos árboles. Todos pudieron ver el brillo de una luz y decidieron enviar a Bulgo a averiguar. Se acercaron todos un poco al lugar, y dijeron: - Es tu turno, ladrón, averigua qué es esa luz y si hay personas confiables. Si es gente mala y son muchos mas que nosotros y crees que corremos peligro, grita como un loro asiático una vez y otra como un gavilán sueco para que nosotros te ayudemos – Cuando Thoribio dijo esto los enanos sonrieron. Obviamente no pensaban ayudar al nobbyt en caso de peligro, no al menos si llevaban las de perder. Los Enanos Cabrones son leales, aunque no siempre.
Y tubo que partir así el pobre Bulgo, antes de poder explicar que no tenía idea de lo que pudiera ser un loro asiático o un gavilán sueco. Al menos era un nobbyt y podía ir muy sigiloso sin hacer mucho ruido. Lo que vió al llegar al la luz, que era un fuego, fue a 3 trolls frente a la hoguera asando una oveja. Tenían un barril con provisiones y con buen licor cerca de ellos, pero eran trolls, hasta un nobbyt se daría cuenta de eso. Los trolls discutían sobre quién merecía comer más.
Bulgo debía tomar una rápida decisión. Como estaba contratado como ladrón, decidió robar lo que pudiera a los trolls. Estúpidamente decidió hurgar los bolsillos del troll más alejado del fuego. Se acercó silenciosamente, metió su mano en el bolsillo trasero del pantalón de aquel ser y sacó unas cuantas monedas de oro, guardándoselas rápidamente. Contento con el resultado, Bulgo metió la mano más adentro.
- ¡Quién me está manoseando! – Gritó el troll agarrando rápidamente al nobbyt por el brazo. Los trolls alarmados se acercaron. Como no supieron precisar que era esa pequeña criatura se lo preguntaron.
- Soy un lad... un nobbyt – Dijo asustado el pobre Bulgo mientras imaginaba cómo rayos podría imitar a aquellas desconocidas aves para alertar a los enanos.
- ¿Un ladnobbyt? – Dijeron los trolls. Los trolls son incluso más estúpidos que los nobbyts.
- ¿Qué hacías manoseándome? – dijo uno.
- Asémoslo – dijeron los otros.
- ¡No lo hagan!. Soy muy malo y mi carne es dura. Cómanse a los Enanos Cabrones que me acompañan, son ocho, tienen dinero y son sabrosos – gritó Bulgo traicionando a sus compañeros como cualquier nobbyt lo haría.
- ¿Enanos Cabrones? – Dijeron interesados los trolls - Si... son más sabrosos. Al menos los hemos probado, no como a este ladnobbyt de sabor desconocido.
Los trolls partieron en busca de los enanos siendo guiados por Bulgo y pronto los encontraron y echaron a los ocho dentro de sacos. A Bulgo lo ataron, no sabiendo por el momento qué hacer con él. Los trolls se pusieron a pelear entre ellos para decidir a quién asaban primero, unos decían que a Bombo por ser mas grueso y otros decían que a Thoribio por ser el mas importante. En eso estaban cuando Bulgo logró desatarse y rápidamente tiró una piedra al ojo de un troll, que aturdido por el golpe cayó de bruces dentro de la hoguera, donde murió debido a que al caer un leño encendido le atravesó el otro ojo.
El nobbyt huyó tan rápido como pudo, pero nuevamente fue atrapado por los trolls, que lo tomaron de las orejas y se disponían a comérselo crudo cuando apareció Granalf.
Granalf logró entablar una conversación interesante con los trolls, quienes dejaron libre al nobbyt y se sentaron para escuchar las sabias enseñanzas de Granalf. Bulgo, una vez suelto, se dirigió al fuego y logró cortar con su daga los miembros del troll muerto que aún no ardían. Logró rescatar las 2 manos, medio brazo, una pierna entera y un trozo del pié que rápidamente puso a asar. La oveja, que estaba en su punto, la lanzó al fuego para que se carbonice. No le gustaban las ovejas, y quería comer troll asado. Cuando ya había asado los trozos del troll, se dio cuenta que estaba amaneciendo, que los otros trolls se habían convertido en piedra y que Granalf estaba liberando a los enanos.
- ¡Vengan a comer! – Dijo Bulgo a todos – Y los Enanos junto a Granalf comieron la carne asada y vaciaron los barriles de licor y de provisiones de los trolls. Bulgo nunca les reveló que habían comido a un troll. Tampoco supieron los enanos que Bulgo les había delatado, aunque Granalf lo sospechaba.
Luego de estar todos satisfechos del impuro alimento, Granalf dijo: - Debe haber una cueva troll cerca. Busquémosla a ver si encontramos algo bueno.
Al rato encontraron una cueva que emanaba un olor nauseabundo, era la cueva de los trolls. El nobbyt se sintió reconfortado al sentir el olor a podredumbre, habían muchos huesos en el suelo y el resultado de muchos botines. Había mucha comida y ollas llenas de oro, armas y joyas.
Habían 2 espadas especialmente hermosas, Granalf y Thoribio eligieron una para cada uno. Bulgo cambió su vieja daga por otra más nueva y afilada (y lujosa), y logró echarse algunas joyas y monedas de oro a los bolsillos sin que los demás lo vieran.
Decidieron enterrar el oro y las joyas en un lugar cercano para recuperarlas en el futuro, si lograban volver. Esto les tomó un buen rato debido al estado de embriaguez en que se encontraban todos, menos Bulgo, que aprovechó de guardarse unas monedas más.
Luego de descansar unas horas y de aumentar las provisiones, decidieron seguir con su largo viaje.
- ¿Se puede saber donde ortos estuviste, Granalf? – preguntó Thoribio.
- Eso no te importa – contestó el mago.