Relatos del Bosque Negro
Primer capítulo en el que se narran las aventuras de Legolas y una compañía de elfos en el Bosque Negro

Capítulo I

Todo estaba revuelto. Una compañía de extraños viajeros había traspasado las fronteras del Bosque Negro. Según algunas descripciones de centinelas, parecía un grupo de enanos.
Furtivamente, cruzaban el bosque, y el Señor del Bosque, el Rey Elfo del Bosque Negro, estaba enterado de lo ocurrido. Lo normal en los elfos era la enemistad con los enanos, pero ellos intentaban asegurar la senda de todo aquel que no fuese orco, o araña.

-Señor, varios Enanos cruzan el Bosque- dijo uno de los centinelas de la frontera.
-No puedo creer que los dejarais pasar, leal Gladiafel-contestó el Rey enojado.
-Podemos capturarlos, pero eso es un problema minoritario, al parecer, en Dol Guldur, el mal se revuelve-informó Gladiafel.
-Ay, estas son malas noticias de veras-dijo apenado el rey Elfo.
-Señor, tenemos capacidad para repeler una ofensiva, y según he oído, los magos están enterados-afirmo el centinela.
-De veras las noticias son malas, pero si los magos están informados, un mensajero debería llegar de un momento a otro-pensó el rey- Gladiafel, viaja hacia la frontera y espera al mensajero, llegará por el sur. Pues el concilio se habrá celebrado en Rivendel. Mi hijo, Legolas, te acompañará.
-Eso me anima, señor-dijo Gladiafel.
-Parte raudo, la tempestad no espera ni atiende a razones, busca a mi hijo y coge unos soldados, los mejores, rápido-dijo el rey.

Gladiafel salió de la sala rápidamente. Cruzar el Bosque Negro era peligroso, mucho más si unos extraños viajeros estaban en el bosque. Se preguntó cuales serían sus intenciones.
Gladiafel bajó hasta los aposentos de Legolas, allí estaba el inquilino, mirando por los ventanales.

-¿Si, Gladiafel?-dijo Legolas.
-Señor, partimos en misión urgente hacía la frontera sur-informó Gladiafel.
-¿No me explicará el mejor de los centinelas la razón?-pregunto Legolas.
-Podré hacerlo si somos rápidos, iremos a buscar al resto de mi tropa-dijo Gladiafel.
-Sea así leal Gladiafel, en breve estaré preparado-dijo el príncipe-. Otra pregunta me inquieta, ¿qué hay de esos extraños viajeros, de la compañía de enanos, segun creo?
-No tenemos noticias, pero si somos raudos, puede que nos crucemos en su camino, y con suerte, averigüemos sus intenciones-dijo el centinela.

Minutos después, el joven príncipe bajaba las escaleras camino del salón principal. Allí lo esperaban Gladiafle y la tropa. Salieron en silencio y rápidamente a la usanza de los elfos, y durante horas, caminaron sin hablar ni descansar; cuando comenzó a amanecer, decidieron hacer una pequeña parada.

-Ya hemos perdido de vista el Gran Árbol y el castillo de mi padre. Debemos estar lejos de nuestra morada-dijo Legolas.
-Por cierto que sí, señor, el camino del bosque no debe estar lejos, y si es así, no tardaremos en encontrarnos con la extraña compañía- dijo uno de los soldados.
-Parece que las noticias vuelan, Gladiafel, creo que esto era un secreto entre los Capitanes Centinelas y el rey-dijo riendo Legolas.

Tras desayunar, siguieron caminando sin descanso a través del bosque. Pasaron silenciosamente a través de las guaridas de las arañas y, por supuesto, como no tenían tiempo de entablar un combate, pasaron desapercibidos.
La fortaleza de Dol Guldur estaba a muchas millas, y el calor sofocaba a la compañía de elfos. Las hojas no crujían bajo sus pies, y todos fueron mudos durante horas.
En lo que parecía el segundo día de marcha, hicieron una parada, y Legolas desplegó un plano del Bosque Negro.

-Pocas millas distan entre nosotros y el camino, aunque nuestro objetivo esté lejos, debemos estar alerta, las arañas y la extraña compañía no andan lejos- dijo Legolas.

Aquella noche, supieron que no podrían abrir la boca ni hacer ruido durante muchas, muchas horas, así que sacaron sus arpas, y comenzaron a cantar. Cuando llevaban unas horas, algo se movió entre los arbustos, pero los elfos, deleitados por la música, no lo advirtieron. Un enano salió de entre los arbustos, y  todos se asustaron, parecía desnutrido y cansado, y todos los fuegos se apagaron...