La decisión
¿Y si las cosas hubieran ocurrido de otra manera? Marta nos propone un final alternativo para El Señor de los Anillos.

Este relato esta dedicado a Chevius Dreamwalker, que me enseñó una de las mejores parodias de LOTR que he leído nunca. A Chusa, que me apoyó en este final alternativo. Y por supuesto, a los maestros J.R.R. Tolkien y Stephen King.


Lo tomó entre sus manos, tembloroso. Tras tantos años de infructuosa búsqueda lo tenía. Allí. En su palma. Brillante. Dorado.
Perfecto.
Levantó la cabeza con desconfianza. El tesoro no podía haberle sido entregado con tamaña facilidad. No podía.
El amo dio un paso atrás, confirmando su nueva dicha. Era suyo. Sin más. El anillo de poder descansaba todavía sobre la palma de su mano.
Sus dedos, rígidos por la sorpresa, se estremecieron al notar el metal. Estaba caldeado, como si se alegrase de regresar a él; aunque no su legítimo dueño, el que más lo había adorado.
El amo, Frodo, retrocedió otro paso y señaló el fondo de la sima. Llamas mortíferas y atronadores rugidos surgían desde las profundidades del Monte del Destino.
- Tú decides.- Su voz sonó sorprendentemente potente para un mediano.- Salva al mundo o salva a tu codicia.
Smeagol susurró palabras alentadoras en su oído. La ponzoñosa influencia de Gollum lo hizo callar.
- ¡Es mío!- Chilló desesperado.
- El Único sólo se pertenece a sí mismo.- Frodo se arrodilló junto al abismo.
- ¡Sucios hobbits!- Gollum atesoró el anillo entre las garras de sus manos.- ¡Pides demasiado! ¡Pides más de lo que ofreces!
Frodo separó los brazos  a ambos lados del cuerpo, cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás.
- Calma tu odio en mí. Arrójalo a la llama de la que fue forjado y desahoga tu ira en mí.
Gollum le miró sin comprender.
- El anillo debe ser destruido por alguien  que lo ame de verdad. Sólo así se asegurará su final.- El hobbit abrió el cuello de la camisa y mostró su cuello vulnerable.- ¡Vamos, Smeagol!- Le instó. Gollum se asombró al ver lágrimas en sus ojos.- ¡Tuya es la última decisión!
Smeagol se debatió con fuerza, tomando el control sobre el ajado cuerpo de Gollum. Insertó el anillo en su dedo índice y emitió un aullido de auténtico dolor. Frodo escondió el rostro entre las manos, seguro de que Gollum había sucumbido por fin al poder de Sauron.
Huellas se perfilaron en el polvo. Pasos que se encaminaban, primero lentamente y después en una loca carrera, hacia el abismo. El hobbit los observó boquiabierto, los rizos de su pelo aplastados por el sudor frío que le cubría.
Justo antes de alcanzar el precipicio, la silueta de Gollum volvió a perfilarse. Le dirigió una última mirada a Frodo y, sin pensárselo dos veces, saltó al vacío.
- ¡No sufras, mi tesoro!- Gritó mientras caía.- ¡Tú y yo, para siempre!
Frodo sintió la cálida mano de Sam en su hombro.
- Para siempre,- repitió, orgulloso de que al final Smeagol hubiera vencido.
Sin poder evitarlo, apoyó su frente sobre el hombro de Sam y lloró por el hobbit que había quedado atrapado durante tantas décadas bajo la fría sombra del anillo y que por fin, en el último momento, había logrado imponer su voluntad sobre su carcelero.