Esta historia está ambientada en la cuarta edad de la Tierra Media. Durante el reinado del rey Elessar.
Habían transcurrido diez años desde que Aragorn fuera nombrado rey de Gondor, durante todo ese tiempo el país había vivido en paz y armonía y no había ningún indicio de que la situación fuera a cambiar, puesto que el rey era un hombre justo y valeroso que amaba a su pueblo por encima de todo. Los ciudadanos se sentían muy felices y dichosos de tener un rey tan justo que velaba por su seguridad.
Cierto día, el pregonero real anunció al pueblo que la reina Arwen estaba esperando un hijo del rey, el cual nacería la próxima primavera, y que por lo tanto se celebraría una gran fiesta en su honor. El pueblo estalló de gozo y júbilo al conocer la noticia. Por todas las calles de la ciudad se oían exclamaciones tales como: ¡vivan los reyes!
Los meses pasaron rápidamente, hasta que por fin una mañana de primavera el pregonero dio la buena nueva al pueblo. La reina Arwen había alumbrado un precioso niño al que podrían por nombre Eldarión.
Los festejos prometidos por el rey no se hicieron esperar. De todos los lugares de la Tierra Media llegaron comitivas de nobles y plebeyos para rendir pleitesía al príncipe y heredero. Entre ellos estaba la familia de Luthwen.
Luthwen era una doncella de 14 años de edad hija de una de las familias de nobles más importantes de Ithilien, la habían llevado al castillo para que entrara a formar parte del cortejo de damas de compañía de la reina. La niña estaba algo asustada, pues esta era la primera fiesta a la que acudía y se sentía abrumada con tanta gente. Por fin su madre la presentó a los reyes para que rindiera pleitesía a su nuevo príncipe y futuro rey. Después de hacer una reverencia ante la cuna, dirigió una mirada curiosa a la reina Arwen. Su madre le había contado que la reina era una elfa y que por lo tanto era inmortal. Ella siempre había sentido fascinación por los elfos, todos tan hermosos y siempre jóvenes. En aquel momento abandonó sus pensamientos pues notó que la reina Arwen la miraba.
-Bienvenida a la corte Luthwen hija de Thaiden, dijo la reina, y en su rostro se dibujó una sonrisa tan hermosa que la dejó ensimismada y vaciló un instante antes de contestar
- Gracias mi reina y señora. Espero ser digna de vuestra confianza y aprobación... Es un honor para mi ser una de vuestras damas de compañía, os agradezco que me halláis aceptado, y os prometo que no os defraudare mi reina.
La reina la observó con ternura y con una sonrisa le dijo - de eso estoy segura querida, ahora una de mis damas te acompañará a tus aposentos. Y mandó llamar a una de sus jóvenes damas.
- ¿Deseáis algo mi reina? Dijo la recién llegada.
- Sí, respondió la reina. Quiero presentarte a tu nueva compañera, su nombre es Luthwen hija de Thaiden
- Bienvenida a la corte, yo soy Elanor hija de Samsagaz Gamyi, dijo la doncella. Seguidme os acompañaré a vuestros aposentos. Luthwen siguió a Elanor y mientras avanzaba iba mirando de un lado a otro maravillada de la belleza del palacio. De pronto se tropezó con Elanor que se había parado ante una puerta, iba tan distraída que no se había dado cuenta, se disculpó por su torpeza y su compañera con una sonrisa abrió la puerta y le indicó que pasara. Al entrar se encontró en una habitación bien amueblada con todas las comodidades que pudiera desear y en aquel momento mientras Elanor le ofrecía algo de comer sintió que sería muy feliz allí.
Los años fueron pasando, Luthwen ya tenía 17 años y era una muchacha alta y hermosa de cabello largo y oscuro y unos ojos tan azules como las cristalinas aguas del Anduin. Había cogido mucho cariño a la reina la cual les contaba a ella y a sus compañeras muchas historias sobre elfos que a ella tanto le gustaban y se había hecho muy amiga de Elanor.
Cierto día mientras la reina y sus damas tejían en el salón, Luthwen dijo: - mi reina habladnos de Lórien, vuestro hogar. Entonces la reina cerró los ojos un momento como intentando recordar y por fin los abrió y dijo: -Lórien, también llamada tierra escondida, se encuentra en los bosques de Lothlorien y es el hogar de la reina Galadriel dama de la luz. De pronto se dio cuenta de que hacía mucho tiempo que no veía a la Dama, si bien la última vez que la vio fue el día de su boda y de eso hacía ya 13 años. De repente sintió la mirada impaciente de sus damas a las que había dejado en suspense. Siguió contándoles cosas acerca de su país hasta que se hizo de noche.
Aquella noche Luthwen soñó que viajaba a Lothlórien y se tendía en una pradera rodeada por las flores inmortales de los elfos. A la mañana siguiente un mensajero elfo procedente de Lórien llegó con un mensaje para la reina Arwen. Se trataba de una invitación de la Dama Galadriel en la que le pedía que fuera a visitarla con su esposo e hijo puesto que había decidido abandonar la Tierra Media y partir a las tierras imperecederas de Valinor y pronto partiría hacia los puertos grises.
Arwen recibió con agrado la noticia pero también con tristeza pues sabía que una vez que Galadriel partiera hacia Valinor jamás volvería a verla pues había elegido el destino de los hombres. Aquella noche en su alcoba le mostró la carta a Aragorn para ver si podría acompañarla.
-Es una pena que la Dama Galadriel nos abandone tan pronto, dijo Aragorn.
-Lo se, dijo Arwen, pero ella es la reina de los elfos y nuestro pueblo abandona estas costas, ella ha de hacer lo mismo puesto que la era de los elfos ha concluido. Ahora el mundo está en manos de los hombres, espero que sepan respetarlo como hicimos nosotros.
-Yo también lo espero, dijo Aragorn. Pero no puedo acompañarte amor mío, tengo asuntos muy importantes que tratar y no puedo ausentarme.
-Lo imaginaba, dijo Arwen pero no te preocupes amor mío tu has de procurar el bienestar del reino, seguro que la Dama Galadriel lo comprende. -Preséntale mis excusas y dile que la recordaré siempre. Dijo Aragorn.
-Así lo haré esposo mío, dijo ella.
Entonces Aragorn le tomó la mano y se la besó, después la atrajo hacia si y le dio un tierno beso en los labios. - ¿Qué haría yo sin ti amor mío? Le dijo él. De repente Arwen se apartó precipitadamente de Aragorn y lo miró fijamente. - ¿Qué te sucede querida? Dijo el rey con el rostro preocupado.
-Hay otra cosa que debo decirte, dijo Arwen.
-Habla amor mío ¿Qué sucede?
Arwen le tomó la mano y le dijo - estoy gestando un hijo tuyo en mis entrañas.
Entonces la expresión de Aragorn cambió por completo, su rostro reflejaba una gran alegría y satisfacción. Cogió a Arwen en brazos y le dio un beso apasionado en los labios. - ¡Que feliz me has hecho amor mío! Acto seguido llamó a gritos a uno de sus caballeros el cual entró consternado creyendo que pasaba algo grave.
- ¿Que ocurre mi rey y señor? Dijo el caballero
-Una buena noticia dijo el rey, la reina está esperando su segundo hijo, ve corriendo en busca del pregonero para que mañana comunique al pueblo la buena nueva-
El caballero que no cabía en si de gozo, hizo una gran reverencia ante los reyes y salió como una flecha en busca del pregonero.
Cuando se cerró la puerta de la alcoba, Arwen volvió a hablar,
-He pensado esposo mío en quedarme en Lórien hasta que nazca nuestro hijo para que la Dama Galadriel pueda conocerlo. Si te parece bien.
-Todo lo que tú me digas me parecerá bien amada mía y la estrechó entre sus brazos.
A la mañana siguiente la comitiva de la reina ya estaba lista. La acompañarían seis caballeros de la corte y cuatro de sus damas de compañía entre ellas Luthwen y Elanor. Habían dispuesto dos carruajes, uno para la reina y el príncipe Eldarión y otro para sus damas. Aquella mañana Arwen se había levantado algo indispuesta debido a su embarazo y pidió a Luthwen que la acompañara en su carruaje para que distrajera a su hijo. A ella le encantó la idea, puesto que había cogido mucho cariño a la reina y le encantaban sus historias sobre los elfos que seguro ella le contará durante el trayecto.
El viaje hacia Lórien fue tranquilo y sin contratiempos, a pesar de que tardaron dos días en llegar. Por fin ya entrado el medio día los carruajes se detuvieron ante una comitiva de elfos de Lórien. La reina bajó del carruaje ayudada por Luthwen ya que se sentía indispuesta por el viaje y el calor estival. A continuación dijo a uno de los caballeros que la habían escoltado:
-Id a Gondor lo más rápido que podáis y decid al rey que la reina y el príncipe se encuentran sanos y salvos en Lórien.
-Como ordenéis mi reina y señora, dijo el caballero y haciéndole una reverencia partió a galope tendido.
Detrás de ella algo asustado bajó Eldarión. Luthwen al ver a aquellos elfos todos tan apuestos y formales se sintió abrumada, ya que eran igual a como los imaginara ella en sus sueños.
De repente uno de los elfos se adelantó e hizo una reverencia ante la reina, a continuación dijo - Mae govannen. Sin duda había saludado a la reina en lengua éllfica, pensó Luthwen. -es un gran placer tenerla de nuevo con nosotros mi reina Arwen Undómiel. Continuó diciendo el elfo.
- Gracias señor elfo pero el placer es mío tenía muchas ganas de regresar a mi país natal, dijo la reina. -Tened la amabilidad de acompañarme mi reina, os conduciré a vuestros aposentos, dijo otro de los elfos de la comitiva.
-Os lo agradezco señor elfo, la verdad es que me siento algo indispuesta, respondió la reina. Y mientras la reina y sus damas seguían al guía, las miradas de Luthwen y aquel extraño elfo que les había dado la bienvenida se encontraron, y un estremecimiento recorrió el cuerpo de la joven, despertando en ella sentimientos que nunca antes había sentido.
El guía los llevó a Caras Galadon el corazón del reino de los elfos, hogar de Galadriel Dama de la luz y reina de los elfos. Y mientras Luthwen avanzaba por aquel país extraño, pudo contemplar los inmensos mallorn los árboles donde habían construido sus viviendas los elfos, y se sintió maravillada de la belleza de aquel país. Al fin llegaron a sus aposentos, y después de acicalarse y cambiarse de ropa se dirigieron a la audiencia con la Dama Galadriel que los esperaba con impaciencia. Al entrar al salón de la Dama fueron presentados por un elfo ante Galadriel.
-Dama Galadriel, la reina Arwen Undómiel y su hijo el príncipe Eldarión se presentan.
-Hacedles pasar, dijo la Dama con el rostro radiante de alegría.
A continuación apareció la reina Arwen en el gran salón seguida por Luthwen que llevaba de la mano a Eldarión, y el resto de sus damas. Después de que hicieran una reverencia ante la Dama esta dijo:
- Mae govannen Arwen Undómiel me alegra volver a verte querida ¿Ha ido bien el viaje?
-Sin contratiempos, dijo la reina.
Entonces la Dama Galadriel dirigió una mirada cariñosa al pequeño niño de tres años que se escondía tras los mantos de su madre.
-Tú debes de ser el pequeño Eldarión, dijo.
Entonces el niño le dirigió una mirada curiosa y al ver la luz que expedía la Dama, miró a su madre algo asustado y le preguntó- ¿Es una bruja, madre?
Su madre se echó a reír y le respondió -no, hijo mío es una elfa como yo y además pariente tuya.
La Dama entonces se acercó al niño e inclinándose hasta quedar a su altura le preguntó- ¿Acaso te parezco una bruja, querido? Eldarión volvió a mirarla de arriba a bajo y al ver la tierna sonrisa que le dedicaba la Dama respondió:
-No señora sois muy hermosa para ser una bruja. Galadriel, entonces lo tomó en sus brazos y con una sonrisa le dijo
- Te pareces mucho a tu padre, por cierto ¿No ha venido con vosotros el rey, querida?
-No, dijo la reina, sus asuntos reales le han impedido ausentarse, pero me ha pedido que te dijera que siempre te llevará en su corazón.
-Lo suponía dijo la Dama, pero no le guardo rencor, está haciendo una gran labor y es un orgullo para su raza.
-Hay otra cosa que debo decirte, dijo Arwen, estoy esperado otro hijo.
- ¡Que sorpresa tan grande! me alegro mucho por ti querida.
-He pensado permanecer aquí hasta que nazca el niño, así podrás conocerlo.
-Te lo agradezco querida y ten por seguro que aquí estarás bien atendida, dijo la Dama. Cuado terminó la audiencia con la Dama Galadriel, la reina y el príncipe se fueron a sus aposentos y sus damas de compañía recibieron el día libre para poder pasear por las tierras de Lórien.
Elanor se sentía algo enferma y no pudo acompañarlas, así que Luthwen para animarla decidió ir a las praderas de Lórien y traerle un ramo de las flores inmortales que allí crecían y que tenían el mismo nombre que su amiga. Emprendió el camino seguida por las otras dos damas de compañía de la reina. Cuado llegaron, Luthwen se inclinó y empezó a recoger flores mientras sus dos compañeras charlaban alegremente. Una de ellas dijo a su compañera
- ¿Recuerdas al señor elfo que nos dio la bienvenida?
-Como olvidarlo dijo la otra, es tan apuesto...
Entonces Luthwen que hasta ahora no había prestado atención a lo que decían, empezó a escucharlas con atención.
-He oído decir, continuó diciendo la muchacha que es el capitán de los Galadrim y el elfo más apuesto de los que hoy existen.
- ¿Conoces su nombre? preguntó su compañera.
-Creo recordar que se llama Árathain, dijo la joven.
Árathain, aquel nombre se le quedó grabado a Luthwen en la mente y ya no pudo olvidarlo. Al cabo de un rato sus compañeras se marcharon dejándola sola recogiendo flores, aunque Luthwen ya no era consciente de lo que hacía pues su mente solo pensaba en Árathain, no se dio cuenta de que sus compañeras se habían marchado ni de que un extraño visitante avanzaba hacia ella. De repente como si despertara de un sueño se dio cuenta de que la habían dejado sola, y al volverse para buscarlas se encontró con los ojos de Árathain que la observaban fijamente. De la impresión se le cayó el ramo de flores que había cogido. Entonces Árathain al verla tan asustada le dijo:
-Siento haberos asustado señora, esa no era mi intención...
Y se inclinó para recoger las flores que se le habían caído a Luthwen. Cuando le entregó el ramo las manos de los dos se encontraron y un estremecimiento recorrió el cuerpo de la joven. Árathain pensó que aquel escalofrío repentino era debido al frío, y quitándose su capa élfica le dijo a la joven:
- Perdonad que sea tan desconsiderado señora...
Y le colocó delicadamente la capa élfica sobre los hombros. Luthwen aunque no tenía frío aceptó la capa con amabilidad, pues no se atrevía a explicarle el significado de aquel estremecimiento. Al fin armándose de valor Luthwen le preguntó
- ¿Es cierto que os llamáis Árathain y sois el capitán de los Galadrim?
- Es Verdad dijo el elfo ¿Cómo lo sabéis mi señora? -Me lo dijeron mis compañeras, no dejan de hablar de vos y es obvio que se sienten muy atraídas por el capitán de los Galadrim, dijo ella con una sonrisa.
Entonces Árathain con el rostro serio y los ojos azules fijos en ella le dijo: -y vos señora, ¿también os sentís atraída por mí?
Un ardor incontenible invadió el cuerpo de Luthwen y con voz temblorosa le respondió: -a mí me atrae todo lo relacionado con los elfos, y después temiendo que él pudiera leer sus pensamientos bajó la mirada. Pero a Árathain no le hizo falta leer los pensamientos de Luthwen para saber lo que sentía, pues notó que la respiración de ella se había acelerado y que evitaba mirarlo a los ojos. Entonces Árathain viéndola tan nerviosa cambió de tema para que ella se relajara.
-Señora, le dijo el elfo, ¿Por qué os gusta tanto el pueblo de los elfos?
Luthwen agradecida de que él cambiara de tema, le respondió:
- No lo sé, desde muy pequeña sentía mucha curiosidad por saber cosas de los elfos, y más tarde cuando me nombraron dama de compañía de la reina Arwen, ella me contaba muchas historias sobre ellos. Creo que lo elfos son la mejor especie de la creación, concluyó Luthwen.
- ¿Eso pensáis? Dijo Árathain Y ella asintió con un gesto afirmativo.
- Aunque eso fuera cierto señora, nuestra era ha terminado y ahora los hombres deberán ocuparse del mundo, espero que lo protejan como hicimos nosotros.
- Y yo, dijo Luthwen.
De repente Árathain se inclinó para coger la mano de la joven, y sus largos y rubios cabellos rozaron suavemente su brazo haciéndola estremecer. Entonces él besó delicadamente su mano y a continuación le dijo:
-Me alegra haberos conocido señora, por cierto ¿Cuál es vuestro nombre?
- Luthwen, respondió la joven.
- Espero que nos veamos más a menudo, dijo Árathain.
-A mi también me ha encantado conoceros señor elfo y vendré a veros siempre que pueda. Entonces
Árathain le dedicó una sonrisa encantadora e inclinándose ante la joven dio media vuelta y se marchó, y Luthwen se quedó mirándolo fijamente hasta que lo perdió de vista. De repente se dio cuenta de que todavía llevaba su capa élfica sobre los hombros y se preguntó si se la habría olvidado o si lo había hecho a propósito para volver a verla, de todas maneras se sintió muy feliz pues tenía una buena excusa para verle de nuevo.
Al atardecer a la hora del crepúsculo, Luthwen fue en busca de Árathain para devolverle la capa, y lo encontró dando instrucciones a un grupo de elfos que sin duda pertenecían a la guardia encargada de proteger las fronteras de Lórien.Cuando los elfos se hubieron marchado dejando al capitán solo, este se volvió y se encontró con la dama Lthuwen que avanzaba hacia él.
- ¿Deseáis algo de mi señora o acaso solo habéis venido para alegrarme la vista?
-Venía a devolveros la capa respondió Luthwen y le entregó la prenda al elfo, él la cogió y a continuación se quedó mirando a la joven fijamente.
-Venid conmigo, dijo Árathain, quiero enseñaros algo. Pero tenéis que cerrar los ojos, nos os preocupéis, dijo el elfo al ver la expresión asustada de su rostro, yo cuidaré de que no os hagáis daño. Entonces Luthwen cerró los ojos y se aferró al brazo del elfo.
- ¿A dónde me lleváis? Preguntó la joven.
-No puedo decíroslo respondió el elfo, es una sorpresa.
Caminaron durante varios minutos y por fin Árathain se detuvo y pidió a Luthwen que abriera los ojos. Ella lo hizo y se encontró con que la noche había caído y allí delante de ella había un precioso lago iluminado por el reflejo que la luna nueva proyectaba sobre las cristalinas aguas.
- ¡Es precioso! Dijo Luthwen asombrada.
-Lo sé, corroboró el elfo, vengo aquí todos los meses cuando hay luna nueva, este lugar me ayuda a relajarme. Y acercándose más a la joven empezó a cantar un fragmento de una balada élfica.
Luthwen que estaba fascinada por la belleza de la melodiosa voz del elfo, abandonó el pudor que sentía cuando estaba cerca de él, y apoyó su cabeza en el hombro de Árathain y así permaneció hasta que el elfo concluyó su canción.
Cuando Árathain dejó de cantar observó a la joven que aún estaba apoyada en su hombro y le acarició el rostro suavemente. Luthwen abrió los ojos como despertando de un trance producido por la hermosa melodía élfica y al sentir el suave roce de sus dedos sobre la piel se sintió colmada de placer, y rezó para que nada rompiera aquel mágico momento. Entonces Árathain acercó lentamente su rostro al de la joven y la besó tiernamente en los labios. En aquel momento Luthwen sintió que se desmayaba pues era tanto el placer que sentía que su cuerpo no podía resistirlo, y en un arrebato repentino, se abalanzó a los brazos del elfo y lo estrechó fuertemente contra si. Árathain empezó a besarla en el cuello y ella emitió un leve gemido, entonces él temiendo que los sorprendieran la tomó de la mano y le dijo:
-Aquí no señora podrían vernos, venid os llevaré a un lugar más seguro, y llevó a la joven a un bosque cercano, una vez allí extendió su capa en la hierba y después ayudó a Luthwen a desvestirse y una vez desnuda la tumbó delicadamente sobre la capa cubriendo de besos su cuerpo desnudo, y ella ebria de placer dejó que él la poseyera. Y así abrazados pasaron la noche los dos amantes, con el resplandor de la luna nueva como único testigo.
A la mañana siguiente Árathain despertó a Luthwen con un tierno beso en los labios diciendo: -despierta amor mío pronto saldrá el sol y debemos irnos si no queremos que nos sorprendan. Luthwen abrió lentamente los ojos y al ver el rostro de Árathain que la observaba con ternura se abalanzó a sus brazos.
- Creía que lo de anoche había sido un sueño, dijo la joven con lágrimas en los ojos, pero ahora que te veo aquí junto a mí se que fue real. Y apoyó la cabeza de Árathain sobre su pecho desnudo.
-Si que lo fue, dijo el elfo secándole las lágrimas con sus manos, pero ahora debemos irnos amor mío. Ella asintió, entonces Árathain la ayudó a vestirse y la acompañó a la puerta de su alcoba, una vez allí le dio un beso de despedida en la frente y le dijo:
-Hasta pronto amor mío, -que tengas un buen día respondió ella y dando media vuelta entró en su alcoba.
Los días fueron pasando y a la reina Arwen cada vez se le notaba más el embarazo. La Dama Galadriel no se apartaba de ella ni un segundo, pues presentía que el alumbramiento estaba cercano. Así fue, el niño no se hizo esperar y a los pocos días ya entrada la madrugada, la reina empezó a sentir los dolores del parto e hizo que una de sus damas fuera en busca de Galadriel para que estuviera presente. Al fin después de varias horas de dolor, Arwen alumbró a su hija, una niña preciosa, de cabello oscuro y ojos claros muy parecida a su madre. La reina había decidido llamarla Celebrian en honor a su madre que tuvo que huir precipitadamente a las tierras imperecederas aquejada por una herida producida por los orcos.
Aquel mismo día un caballero de la escolta de la reina partió hacia Minas Tirith a llevar la buena nueva al rey.
Galadriel esperó a que la reina Arwen se repusiera del parto, para partir con su pueblo a Valinor, pero cuando la reina estuvo restablecida, empezó a preparar su marcha. Al fin, llegó la víspera del día en el que los elfos abandonarían Lórien para nunca más regresar.
Árathain llevó a Luthwen a la colina de Cerin Amroth, para despedirse de ella, una vez allí Luthwen le tomó las manos y le dijo:
-Es una pena que los elfos abandonen la Tierra Media, con ellos se va todo lo hermoso del mundo... Entonces Árathain la miro fijamente y con una sonrisa le dijo:
-Yo no lo creo amada mía, Luthwen se ruborizó al comprender el significado de sus palabras, después sin poder contener más el dolor le dijo sollozando:
-No quiero perderte amor mío, tú eres lo mejor que me ha pasado en la vida, no podré seguir viviendo si tú me abandonas.
-No te abandonaré, dijo Árathain mientras la estrechaba entre sus brazos.
Entonces Luthwen se lo quedó mirando fijamente sin comprender.
- ¿Qué has dicho amor mío?
-Que no te abandonaré, repitió Árathain, he decidido quedarme contigo para siempre y renunciar así a la inmortalidad, pues no imagino la vida sin ti. Ya se lo he comunicado a la Dama Galadriel y ella me ha dado su consentimiento, ¡Me quedo contigo amor mío! Exclamó el elfo.
Entonces Luthwen radiante de felicidad lo besó apasionadamente en los labios. Y así el destino de Luthwen y Árathain quedó sellado.
A la mañana siguiente antes del amanecer, ya estaba todo dispuesto para la partida de los elfos, y la de la reina Arwen que también partiría ese mismo día hacia Gondor. Arwen se sentía muy triste pues ya no volvería a ver jamás a la Dama Galadriel, la madre de su madre. Por fin llegaron las despedidas. Entonces Arwen le dio un abrazo a la Dama y le dijo con los ojos llenos de lágrimas:
-Cuidaos mucho señora y decidle a mi madre cuando la veáis que la quiero con todo mi corazón y siempre la recordaré.
-Así lo haré dijo Galadriel, cuídate mucho querida y se muy feliz.
Los elfos se marcharon al fin de Lórien y el país quedó desierto y triste, parecía que la hermosura que siempre había tenido, desaparecía por momentos.
Al atardecer la comitiva de la reina Arwen ya estaba lista, Luthwen viajaría de nuevo con la reina para distraer a Eldarión ya que Arwen tenía que estar pendiente de la pequeña Celebrian. Se había unido también a la comitiva Árathain que cabalgaba junto al carruaje de la reina para poder ver así el rostro de su amada por la ventanilla. La reina Arwen que los observaba con ternura, preguntó a Luthwen:
- ¿Estás segura de tu elección querida?
-Sí, mi reina, respondió la joven, nunca he estado tan segura de algo en toda mi vida.
- Si es así, dijo la reina, no seré yo quien me oponga a vuestro enlace.
Pues mi destino es muy parecido al vuestro, puesto que yo también renuncié a mi inmortalidad por un hombre, y elegí lo dulce y lo amargo.
El viaje continuó sin contratiempos. Árathain invitó a Luthwen a subir a su caballo, ella accedió y los dos cabalgaron felices y contentos, y a la reina que los observaba desde el carruaje se le alegró el corazón al verlos tan enamorados y dichosos.
Por fin la comitiva llegó a Gondor y fue recibida por todo lo alto, pues el pueblo ansiaba conocer a su pequeña princesa. El rey Elessar salió a recibirlos a la puerta del palacio, y después de besar a su esposa e hijo, tomó a la pequeña Celebrian entre sus brazos. -Es preciosa querida, igualita que tú, dijo el rey. Más tarde los reyes fueron al balcón del palacio, a presentar a su hija ante el pueblo y este la recibió entre vítores y aplausos.
Aquella noche Arwen le contó al rey la historia de Lthuwen y Árathain.
-Debemos ayudarles amor mío, dijo la reina, su historia es tan parecida a la nuestra...
-Tienes razón, me alegro mucho por Luthwen, aunque no me extraña que se enamorara de Árathain, pues ¿Quién podría resistirse a la belleza de los elfos? Dijo el rey mientras abrazaba a su esposa tiernamente.
-He pensado, dijo Arwen que puesto que Árathain era el capitán de los Galadrim, y por lo tanto muy bueno combatiendo, podrías nombrarlo capitán de tu ejército, y así Luthwen y él podrán vivir en el palacio. -Se hará como desees amada mía, le dijo el rey.
Así quedaron las cosas, al día siguiente el rey, tuvo una charla con Árathain, más tarde pudo comprobar sus aptitudes como guerrero. Y por fin lo nombró capitán de su ejército. Luthwen recibió la noticia con alegría y agradecimiento pues, según creía ella, no merecía tanta hospitalidad.
Los días pasaron, y al fin Árathain y Luthwen se casaron y fueron felices y dichosos.
Se dice que cuando las personas son felices el tiempo pasa más deprisa, pues bien, Luhwen y Árathain debieron de ser muy felices puesto que los años les pararon como un suspiro, tuvieron tres hijas y dos hijos. Su mayor alegría llegó cuando el príncipe Eldarión pidió la mano de su hija primogénita, Cerithwen la bella. Sus padres se sintieron muy dichosos al conocer la noticia, pues eran muy amigos de los reyes, y les alegraba saber que ahora serían parientes y que su hija sería la futura reina de Gondor.
Pero a medida que el tiempo pasaba, Luthwen iba envejeciendo mientras que Árathain seguía joven como el primer día que se encontraron, aunque ella sabía que él la seguía amando igual, presentía que su muerte estaba cercana. Y no se equivocaba, unos días más tarde Luthwen calló enferma hasta el punto de que Árathain temió por su vida y llamó al rey Elessar que tenía conocimientos de curación.
Aragorn después de observarla, salió de su alcoba con el semblante triste, entonces Árathain le preguntó: - ¿Podréis curarla mi rey? - Podría calmar su dolor con athelas, pero el mal que la aqueja nunca desaparecerá, dijo el rey, Luthwen ha vivido mucho, su vida se está acabando y ella lo sabe. Debes aceptarlo Árathain y hacer que sus últimos días sean dichosos, lo lamento amigo mío. Sabes que nos tienes a la reina y a mí para lo que necesites.
El rey salió de la estancia con el rostro triste, entonces Árathain se acercó al lecho de su amada y le sonrió en un intento de disimular su dolor para que ella no sufriera. Sin embargo Luthwen lo conocía bien y sabía que estaba sufriendo, entonces le cogió las manos y con una sonrisa le dijo, - no sufras por mí amor mío, he tenido la mejor vida que una mujer pudiera desear, pero soy mortal y tengo que afrontar el destino de los hombres. -No quiero perderte amor mío, todavía eres joven, dijo Árathain. - Joven para ti que me miras con buenos ojos, pro la vejez ha hecho presa de mí y soy una anciana para mi pueblo. Entonces Árathain la estrechó entre sus brazos y cuando se apartó para mirarla notó que Luthwen estaba rígida como la piedra y fría como el hielo, y supo que su amada se había marchado.
En todo el reino se decretaron tres días de luto por Luthwen, y Árathain vagaba triste y desconsolado por Minas Tirith. Al fin, al no poder soportar más el dolor, decidió marcharse de Gondor, pues no podía seguir viviendo allí sin su amada. Entonces dijo adiós a sus hijos y más tarde se despidió de los reyes. El rey al conocer sus intenciones le dijo: -quiero que sepas que aquí siempre serás bien recibido, espero que encuentres cura para tu pesar, aunque no creo que haya consuelo en este mundo para un mal tan grande. A continuación dio un abrazo al elfo. Después Árathain se inclinó ante la reina y tomándole la mano se la besó. Y ella al ver sus ojos tan llenos de tristeza supo que jamás volverían a verle.
Y así fue, Árathain partió hacia los Puertos Grises, una ver allí se subió a lo alto de un peñasco y mirando al cielo exclamó. - ¡Vuelvo contigo amada mía! A continuación se arrojó a las aguas del mar. Y mientras se sumergía y sentía como la vida se le escapaba, contempló el rostro de Luthwen en el agua que le sonreía, entonces radiante de felicidad, se abandonó a la muerte.
Al cabo de unos días el cuerpo de Árathain llegó flotando hasta las costas de Valinor y allí fue sepultado en la más bella colina. Más tarde la reina Arwen se enteró de que Árathain descansaba en las tierras imperecederas e hizo que llevaran en un navío el cuerpo de Luthwen para que descansara junto a su amado.
Y así los dos amantes pudieron estar juntos para siempre.