El Señor de los Armarios: Las Dos Probetas
Wampag y Oriön nos han hecho llegar la segunda parte de su parodia basada tanto en el libro como en la película de El Señor de los Anillos, sólo que con "algunas" variaciones. ¡A disfrutarla! XD

Aiya de nuevo fenómenos!

Pues sí, aunque parezca mentira, después de tanto tiempo, Wampag y Oriön han vuelto con la continuación de la trilogía de "El Señor de los Armarios". Sabemos que hemos tardado lo nuestro, pero, en fin, hemos de reconocer que ha habido muchísimo trabajo detrás. Muchas horas delante del ordenador, muchos días quedando y, muchas veces, escasez de ideas.

De todas formas, lo que, tenemos que decir, nos ha animado más para hacer esta obra ha sido que aquellos que la han leído nos han animado muchísimo a continuar y a que no lo dejáramos. Así que queremos dedicarle esta segunda entrega de "El Señor de los Armarios" a aquellos que han dedicado su tiempo en leer nuestra obra (sabemos que es una parodia, pero la queremos - sí, la queremos - como si fuera una obra que hubiera salido directamente de nuestra imaginación, como si fuera una original). A todos aquellos que nos dieron un voto de confianza. A todos aquellos que se han molestado en estar delante del ordenador con los ojos como el dos de oros leyéndonos. Y, sobre todo, en especial, a la gente de la "Biblio" (no queremos hacer publicidad, sólo agradecer) por estar ahí.

Bueno, pasado este momento de sensibilidades, daremos a conocer algunas anécdotas (igual que en "La Pandilla del Armario") que han tenido lugar mientras nosotras escribíamos esto.

Una de ellas y creo que la que recordamos con más cariño fue el día en el que escribimos la película como si fuera un storyboard. ¿Cómo?, os preguntaréis. Bueno, como era lógico, teníamos que empezar a escribir esta segunda entrega mientras la película todavía se proyectaba en los cines. Y, claro, nosotras, que no compramos nada de piratería, tuvimos que ingeniárnosla para acordarnos de todo lo que ocurría en la película para poder escribirla después.
Así que un día que fuimos con unos amigos a verla en versión original nos llevamos nuestra "libgggeta" (como nos gusta llamarla) y un boli. Y, en medio de la oscuridad del cine, apuntamos todo lo que pasaba en la película con tanto detalle como podíamos. ¿Qué pasó después cuando salimos a la luz del día? Que al mirar nuestros apuntes teníamos los renglones que parecían olas, escritos uno encima del otro. Menos mal que luego pudimos aclararnos y logramos descifrar todo aquello. Claro que antes tuvimos que llamar a un criptógrafo... Jeje.

Otra cosa que podemos contar es cómo se nos ocurrieron algunas ideas. Por ejemplo, la escena en la que Gandalf expulsa a Saruman de Théoden también ha resultado ser un filón para nosotras. Esa escena en este libro ha sido un cúmulo de ideas después de haber tragado demasiado humo de una chimenea. Veréis. Allá por el 28 de febrero (del año pasado) nos fuimos con diez amigos más a una casa rural a pasar el fin de semana. Y allí, entre el cachondeo y las ganas de reírnos, no nos dimos cuenta y pusimos demasiada leña en la chimenea. Con nostras estaba en aquellos fatales momentos una amiga a la que empezamos a poner al día de los adelantos que habíamos hecho, y poco a poco se nos fue ocurriendo esa escena entre Gandalf, Saruman y Théoden, por lo que es resultado de haber esnifado demasiado humo.

Como curiosidad, y como ya contamos en "La Pandilla del Armario", hemos contado con la colaboración de más personas, además de nosotras dos. En este caso ha sido la respuesta que Théoden da a Aragorn cuando éste, al
hablarle de los Uruk-Hais, le dice que están hechos con un solo propósito. La idea surgió de la mente inagotable de Zak, quien viendo un Making of de "Las Dos Torres", cuando salió esa frase, dijo él mismo esa respuesta. Si queréis saber qué respuesta dio, leed, leed, jeje.

Ahora, como último detalle, es el caso de los huargos (semi-perros en este libro). La idea surgió el mismo día en el que fuimos a ver "Las Dos Torres" en versión original. Después de ir a verla salimos a cenar con los amigos con los que íbamos, y paseando surgió el tema de los perros de una amiga nuestra, unos Yorkshires (los perros, no nuestra amiga) que tienen muy mala idea. Entonces empezamos a comparar a los perros con los huargos de la película. Nos miramos y
dijimos: "Esto hay que meterlo en el libro". Y ahí está, formando parte de nuestro pequeñín, que ya es todo un adulto.

Bueno, aquí concluyen nuestras ideas personales que queríamos compartir con todos los demás. De nuevo, muchísimas gracias a todos, en especial a los de elfenomeno, por haberse tomado la molestia en publicarnos esto y por estar ahí, aguantándonos. ¿Qué haríamos sin vosotros? Un beso y un abrazo muy fuerte dedicado a los masters de elfenomeno, y sobre todo, a vosotros que ahora nos leéis. ¡DISFRUTAD DE LA LECTURA!


El sol se elevaba tímidamente sobre la Tierra Cuarto y Mitad. Los primeros rayos diurnos comenzaban a derramarse sobre las dormidas extensiones de terreno, desde un extremo a otro, desde más al oeste de la Comarca hasta las puertas de Mordor (porque allí siempre hay una oscuridad impresionante, es como vivir en Noruega). ¿Pero toda la Tierra Cuarto y Mitad dormía? Pues no. Si nos dirigimos las Montañas Ahumadas, en su interior se estaba librando una intensa batalla de voluntades. Conforme nos acercamos podemos oír unas voces.

Gandalf: ¡NO PUEDES PASAR! ¡ACABO DE FREGAR EL SUELO!

Si ahora miramos dentro de las montañas vemos que estamos en las Minas de Moria. Gandalf está sobre el puente de Khazad-Dûm enfrentándose al Balrog, mientras el resto de la Pandilla ha cruzado ya al lado seguro y se encuentran ya casi en la salida.

Gandalf: Soy siervo de la lejía secreta, administrador del Ajax Pino, llama de estiércol. ¡NO PUEDES PASAR!

Total, que tal fue el cabreo que Gandalf levantó la fregona, la estampó contra el suelo, y con qué fuerza no le daría que cuando fue a pasar el Balrog hizo que el puente se rompiera (cosa que a los constructores no les sentó muy bien después de años construyéndolo sobre un abismo), y el monstruo cayera al vacío. ¿Sería este su final? El de él no sé, pero se llevó a Gandalf con él, porque con su súper látigo lo agarró por el pie e hizo que se quedara colgado del puente. Así que después de una conversación que no vamos a repetir aquí porque es un poco larga la cosa queda en que Gandalf se despeña con el Balrog mientras el resto de la Comunidad salen por patas.

Argón: (Dirigiéndose al resto) Bueno, ahora que nos hemos deshecho de Gandalf, nos vamos de aquí que esto por la noche se va a poner de orcos como en el botellón.
Gandalf: (Desde el fondo del abismo) TRASGOOOOOOS. TRAAASGOOOOOS...

Ahora bien, lo que no sabían era que este no fue el final de Gandalf. Mientras caía por el abismo con el Balrog tuvo tiempo de alcanzar la fregona en pleno vuelo e ir arreándole en la cabeza al bicho. Mientras le atizaba, el Balrog de Morgoth iba chocando contra las rocas que sobresalían del abismo, cosa que fastidiaba un poco al anciano. Por lo que, entre leña y leña, cuando llegaron a una inmensa cueva (por la que se tiraron y pico de tiempo cayendo), Gandalf aprovechó para sacar su paracaídas, el cual iba a amortiguar la caída contra el agua que se extendía allá abajo. Claro, el Balrog no era tonto, y con sus súper alas (y no me refiero a una compresa), aprovechó para hacer un poco de paracaidismo acrobático con el anciano, alegando que siempre había sido su sueño. Sin embargo, la emoción no podía durar mucho, porque a Gandalf se le enredaron los cables del paracaídas con las alas del Balrog, por lo que al llegar al agua... se pegaron un piñazo "que te cagas" de fuerte. Fue el porrazo más grande que jamás se haya archivado en los anales de la historia. Fue mayor que la que se pegó la de "Máximo Riesgo" al principio de la película. Pero, ¿qué ocurrió entonces?

De repente Frodo se despertó sobresaltado. Había tenido una pesadilla sobre el final incierto del mago rosa.
Frodo: (Incorporándose) ¡¡Gandalf!!
Sam: ¿Está bien, señor Frodo?
Frodo: He tenido una horrible pesadilla. Gandalf no había muerto. Como sea así verás la que nos va a caer cuando nos pille...


El Señor De Los Armarios

Las Dos Probetas

Libro III

Capítulo I: Los Jinetes de Crujan

Una partida de Uruk-Hais iba corriendo, Uruk-Hais de Isengard y orcos de Mordor (es que como iban de maratón, decidieron unírseles en mitad del camino). Claro, como eran tan diferentes, a pesar de ser de la "misma" especie, siempre estaban cabreados, y eran unos racistas los unos con los otros (se parecen tanto a los humanos...). Dos de ellos llevaban a los dos hobbits: Merry y Pippin. Mientras los Uruk-Hais y orcos iban haciendo la maratón, los hobbits iban hablando.

Pippin: No te preocupes Merry, seguro que los otros nos salvarán.
Merry: ¿Tú te estás oyendo? A ti te ha afectado esto demasiado, tienes que tener fiebre.
Pippin: Que sí, hombre, que ellos nos salvarán, serán buenos.
Merry: Anda, anda... descansa un poco. Que te dé el aire que tú no estás muy bien. Con la tirria que nos tienen, ¿tú te crees que van a venir a por nosotros? Y, sinceramente, espero que no lo hagan, porque a Legoland le tendría que devolver un diamante de su melena Pantene, y esto vendido en la Comarca, tiene que valer lo suyo.

Efectivamente, aquel que piense que esta experiencia iba a cambiar a los hobbits, está muyyyy equivocado.

Los uruks y los orcos de pronto se detuvieron, y el jefe de ellos olfateó el aire.

Uruk Jefe: (Con voz ronca) Huelo carne fresca.
Uruk 23: ¡Vaya! Sí que tienes buen olfato.
Uruk Jefe: Sí, eso y que es fácil oler a 20 kilómetros a tres tíos que llevan dos meses sin lavarse.

Pero, ¿qué estarían haciendo en ese momento preciso Legoland, Gimli y Argón?

La oscuridad aumentó. Eran tiempos difíciles, y cada vez más. Legoland, Gimli y Argón estaban completamente exhaustos, pues habían estado buscando a Merry y Pippin por doquier, pero nada parecía indicar qué camino habían tomado. La oscuridad seguía creciendo. Cada vez había más peligro, y ellos estaban buscando desesperadamente y con ánimo a los dos hobbits, entusiasmados por esa exploración.

Gimli: Pues yo sigo diciendo que por qué estamos buscando a dos chorizos hobbits en vez de estar pegando leña en Mordor.
Argón: Pero, ¿tú te crees que nosotros tres vamos a acabar con Mordor? ¿Te has fumado algo que dejó Frodo en su equipaje? Es más, ¿de verdad crees que estaría aquí si pudiera acabar con Marsauron? Primero tendremos que buscar a gente que la pringue, y para hacer tiempo, buscamos a estos dos.
Legoland: Debemoh continuá.
Argón: Espera, voy a escuchar a ver qué me dice el suelo. Saca el estetoscopio.

Y con este instrumento, Argón se puso a escuchar al suelo, y adivinó que los Uruks aumentaban el ritmo del paso. Sí, es que son muy bestias para andar.

Legoland: Venga tío, arreando que eh gerundio.

Así pues, por una vez en la vida del elfo, le hicieron caso, y continuaron en su camino. De repente, en uno de los momentos más emocionantes de la carrera, Legoland y Argón (que eran los que más corrían por razones obvias de altura), escucharon un golpe, como si algo pesado cayera. Cuando miraron detrás de ellos, no vieron nada. Pero nada es nada, o sea, que el enano no estaba allí. El elfo se acercó a la zona donde cayó el enano.

Legoland: ¡¡¡¡GIIIIIIIIMLIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII!!!!! (Con lágrimas en los ojos) ¡Ay, dioh bendito que lo hemoh perdío!
Voz: ¡hummm hummm hiiiiiiiiii!
Legoland: ¿Qué?
Voz: Hmmmmtoy amhiiiii.

Cuando Legoland miró al suelo, vio que estaba pisando la cara de Gimli. Rápidamente lo levantó y le dio un abrazo.

Legoland: ¡Ay! ¡Creí que no te volvería a ver!
Gimli: (Después de una tos) Sí, yo creí tener también la misma suerte.
Argón: ¿Cómo has tropezado?
Gimli: Pues mira, la acción de tropezar se realiza cuando alguien que va andando, o corriendo como era mi caso, encuentra un obstáculo en el camino que no le permite avanzar, y cuando esto suce...
Argón: ¡No me refiero a eso! Me refiero a qué obstáculo te has encontrado.
Gimli: ¿Crees que si lo hubiera visto habría tropezado? (Silencio) Y tú vas a ser el rey de Cóndor. Pues que Eru ampare a los condorianos.
Argón: Por lo menos no soy un enano barrigón que mete la pata.
Gimli: ¿Me estás insultando? Porque si me insultas puedo demostrarte lo buena que es mi hacha.
Legoland: Tranquiliá en lah mazah. Acabo de encontrá un cadáver de orco. Hah tropezao con ehto.

Efectivamente, había un cadáver de orco en el suelo, pero no sólo uno, sino cinco cadáveres.

Gimli: ¡Vaya hombre! ¿Quién los habrá matado? Nos han quitado protagonismo. Yo quería ver sangre en este libro.
Argón: La verás, y bien. Pero ya llegaremos a eso.

Mientras tanto, en Isengard, Saruman se había dedicado a crear más y más Uruks, con nuevas técnicas, que serán explicadas más adelante. Además, Saruman se puso a sobornar a los hombres del Este, alegando que tanto los hombres de Crujan como los de Cóndor les habían privado de sus tierras, de su alimento, y de lo que era peor, les habían dado NOCHE DE FIESTA. Claro, eso cabreó bastante a los hombres del Este, quienes se decidieron en obedecer las órdenes de Saruman y quemar aldea por aldea las tierras de la Marca (Crujan y demás), y por supuesto, Cóndor.

Así, nos encontramos en una aldea donde vete tú a saber quién vivía allí, y a quién le importa. Pero sí que habían dos niños, Alfreda y su hermano mayor, Eothain. Su madre intentaba librarlos de la pesadilla que supondría ver la aldea quemada, y posiblemente su propia muerte. Así que mientas los subía a caballo, la madre daba instrucciones.

Madre: Dad la alarma en Edoras, sed veloces hijos míos. No miréis atrás.
Alfreda: Yo creo que el caballo no es lo suficientemente grande como para que Eothain lo monte. Si le van arrastrando los pies. Esto parece un muñeco salido de "Mi pequeño Pony".
Madre: Sí, vale, lo que tú digas. Pero huid.
Alfreda: Mamá, no me quiero ir. No quiero ir.
Madre: Tú tranquila Alfreda, ya verás como nos volvemos a ver.
Alfreda: Que no quiero ir, mamá. Que no.
Madre: Pero ya verás, nos veremos.
Alfreda: Mamá, que no. Que no quiero ir. No, no y no.
Madre: Niña, hazle caso a tu madre.
Alfreda: Que nooooooooooooo. Joooooooo, que no quiero.
(Bofetón)
Madre: Niña, que vayas con tu hermano te he dicho.

Así, los dos niños abandonaron la aldea y a su madre (Alfreda con los dedos marcados en la cara), probablemente para siempre.

Pero si ahora nos vamos a otro sitio nos encontramos con unos jinetes que llegan a un pueblecito que está en lo alto de un cerro. Esta es la ciudad de Edoras, que dijo la madre de los niños. El que parece ser el capitán de los jinetes y que tiene cara de bruto, llamado Ehomer, lleva en sus brazos a su primo Théodred, hijo del rey Theodoroen de Crujan. No lo llevaba así por gusto, sino porque había sido herido gravemente en una batalla. Una vez en sus aposentos, una joven se acerca a ver al herido. Se trata de Eowyndows 95, hermana de Ehomer, pero a la que todos llaman Eowyn para acortar. Vista la situación deciden informar al rey Theodoroen. El monarca estaba sentado en su trono, con la cabeza medio caída y sin enterarse de lo que sucede alrededor. Se pasaba los días sin abrir casi la boca, sin reconocer ya a los suyos, y viendo a María Teresa Campos y otros programas similares en la tele. Eowyn se acerca con delicadeza al trono de su tío el rey y comienza a hablarle.

Eowyn: (Con tristeza y preocupación) Señor... vuestro hijo... está malherido.
Theodoroen: (Ausente, como si no oyera nada) ¿Hhhmmm...?
Eowyn: Tío... ¿no vais a ir a verle?

En ese instante entra Ehomer en la sala llevando un casco orco con el emblema de Saruman pintado en él, la mano malva.

Ehomer: Mi señor, debemos hacer algo. Los orcos y los hombres del Este campan a sus anchas por nuestras tierras, organizando sus propias fiestas de San Juan con nuestras aldeas. Fuimos sorprendidos por un grupo de orcos en el vado del río. Seguro que esto es cosa de Saruman, porque mirad este casco con...

El joven soldado fue interrumpido por una vocecilla que sonaba desde un lado oscuro del salón.

Vocecilla: Eso es mentira.

En ese momento parece que el rey Theodoroen salió de su estado de demencia senil al reconocer la voz, y comenzó a llamar a su dueño.

Theodoroen: (Casi sin voz) ... Repelús... Repelús...
Repelús: Estoy aquí, mi señor.

El tal Repelús, también conocido como Lengua de Gato, era un tipejo despreciable, vestido siempre de negro y con cara de baboso. Desde hacía ya muchos años ejercía de consejero del rey. Pero en estos últimos tiempos era él quien mandaba, porque Theodoroen tampoco estaba como para protestar mucho.

Repelús: (A Ehomer) ¿Por qué cargar más una mente atormentada con esas nimiedades?
Ehomer: ¿Pero a ti te falta un tornillo? ¡Qué a este paso nos desahucian de Crujan!
Repelús: El rey está ya cansado de tu belicismo. Deja tranquilo al pobre viejo.
Ehomer: (Agarrando a Repelús por el mentón) ¿Y tú por qué te empeñas en que no pasa nada? Eres un espía. Trabajas para Saruman. ¿Cuánto hace que te compró? ¿Cuál es el precio convenido?

En ese momento Eowyndows95 abandonaba la estancia seguida por la mirada de Repelús. Cuando Ehomer se dio cuenta de esto se enfadó aun más y comenzó a apretar más el mentón.

Ehomer: ¡¡Deja ya de mirar a mi hermana, tío baboso!! Ya basta de tanto observarla.

Sin que se diera cuenta Ehomer, aparecieron por detrás varios soldados que le patearon un poco y libraron a Repelús, ya que seguían sus órdenes. Y mientras tanto el rey seguía allí delante, pero como había comenzado la Mesa de Debate de "Día a día" ni caso a lo que pasaba. Los soldados agarraron a Ehomer y lo colocaron delante de Repelús.

Repelús: Bien, Ehomer, hijo de Eomund. Ya me has causado demasiados problemas. Quedas desterrado del reino de Crujan, bajo pena de muerte.
Ehomer: (Con voz de chulo) Perdona, chavalín. ¿Qué me estás contando? Aquí tú eres un cero a la izquierda, eres nada, niente, y sin la orden del rey, eres una colilla, una cucaracha, una...
Repelús: Perdona que te cuente, pero es que ha sido el propio rey quien ha dado la orden.
Ehomer: (Encogiendo la cabeza y cerrando los ojos) ¡D´oh!

Y efectivamente, Repelús le enseñó un documento firmado por el rey, o eso parecía.

Ehomer: (Tras analizar la firma) Oye, Repelús. No es que desconfíe de ti ni crea que es que me quieres echar para que yo deje de darte el peñazo...  Pero, ¿seguro que esto lo ha firmado mi tío?
Repelús: Segurísimo. ¿Por qué lo preguntas?
Ehomer: ¡Oh! Nada, sencillamente nada. La cosa es que parece... No sé, un tanto distinta.
Repelús: ¿Ah, sí?
Ehomer: Sí. Mira, para empezar... Verás, el no suele hacer ese círculo alrededor de la firma. Solía hacer una especie de equis.
Repelús: Ah, bueno. Por eso tú no te preocupes. Ya sabes los tembleques que le dan a tu tío.
Ehomer: Ya, ya... Pero es que además, no suele tener esa... esa... letra, ni ese nombre. ¿Lengua de Gato? ¿Ahora es así como se llama mi tío?
Repelús: (Guardando de prisa el documento) Estooo... ¡A ver! ¿No habéis oído mi orden, soldados? ¡Desterradlo allá a donde no pueda volver a comer roscos!
Ehomer: Mmmmmmmm... Roooooooooooscoooooooos. ¡D´oh!

Pero de momento dejemos a estos por aquí y sigamos con los cazadores de orcos. Argón, Legoland y Gimli había hecho una nueva pausa, pues el Montadito de Lomo había hallado uno de los broches élficos que les dieron en Jarlórien.

Argón: Las hojas de Jarlorien no caen sin razón.
Gimli: Esperemos que esta audacia no les haya costado muy cara.
Legoland: Enga, tenemoh que zeguí.

Y así pasaron otra noche más correteando por los campos tras las huellas de los Uruks, emitiendo gritos de guerra inmundos y horribles para causar en pavor en sus adversarios:

Todos: (En plan familia Trapp) Doooooooo es traaaaaaato de vaaaróoooooon. Reeeeeeee selvático animaaaaal...

Al amanecer Legoland dijo algo muy preocupante.

Legoland: Tíos, ze me han olvidao loh Donuts.
Argón: Ahora no podemos parar.
Gimli: (Obviamente cansado) Arf... ¿seguro que no?
Legoland: Mirad el cielo. Er zol ze levanta rojo. Ze ha derramao zangre ehta noshe.
Argón: Estamos ya en las tierras de los Jinetes de Crujan. Me parece oír cascos que se acercan.

Los tres cazadores se hicieron a un lado para dejar pasar a la tropa de jinetes de Crujan que venían. Éstos no se dieron cuenta de su presencia hasta que Argón gritó.

Argón: ¡Jinetes de la Marca! ¿Qué noticias hay de Crujan?

Entonces, de una forma muy rápida y artística, los jinetes rodearon a los tres, igualito que los Velocirraptores de "Parque Jurásico". Antes de darse cuenta Argón, Legoland y Gimli estaban rodeados de bazokas, 9mm, metralletas, y por supuesto un lanzamisiles. El capitán de los jinetes se abrió paso e interrogó a los extraños.

Ehomer: ¡Mosquis! ¿Qué asuntos traen a un filfo, un hombre y un enano a la Marca? ¡Explicaos!
Gimli: (Con aire chulo) Dadme vuestro nombre, señor de poneys, y yo os daré el mío.
Ehomer: (Bajándose del caballo y notablemente molesto) Te rebanaría la cabeza, enano, si levantara un palmo más del suelo.

Antes de poder decir nada, Legoland sacó una flecha de su carcaj y tensó el arco contra Ehomer en cuestión de segundos.

Legoland: ¡A mi enano ni tocarlo!
Argón: Vaaaaaale, caaaaalmaaaa chicos. Todos somos muy machos, ya lo hemos demostrado. Perdonad las palabras de mi amigo, señor. Yo soy Argón hijo de Radón, este es Gimli, hijo de Glóin, y este Legoland, hijo de... hijo de... bueno, ¿qué más da? El filfo es del Reino del Bosque, en el Bosque Negro. Seguimos el rastro de una partida de Uruk-hais hacia el oeste. Tiene cautivos a dos pringados que conocemos. No somos espías. Somos amigos de Crujan y de tu rey Theodoroen.
Ehomer: (Quitándose el casco) Theodoroen ya no distingue amigo de enemigo, ni siquiera entre los de su sangre. Soy Ehomer, hijo de Eomund, Tercer Marisco de la Marca.
Argón: Bueno, ¿y habéis visto a los Uruks que decimos?
Ehomer: Les dimos caza anoche. No quedó nadie con vida.
Gimli: ¿Y los hobbits? Había dos hobbits.
Argón: Son unos chiquitines, como enanillos graciosos a nuestros ojos.
Ehomer: Mosquis... Ya te digo que nos ensañamos de mala manera. Quemamos los cadáveres. Si queréis podéis ver lo que queda allí (Señalando una colina). Por cierto, veo que vais a pie. ¡Arroz! ¡Hachús!
Argón: ¡Jesús!
Ehomer: No, si es que estoy llamando a los caballos. (Llegan dos caballos). Os los presto para que sigáis con la caza, pero devolvedlos a Edoras después o me la cargo más todavía.
Argón: Gracias Ehomer. Iremos a buscar a nuestros amigos y después devolveremos los caballos.
Ehomer: Buscad a vuestros amigos pero renunciad toda esperanza. Ésta ha abandonado estas tierras.

Con estas palabras los Jinetes de Crujan dejaron a Argón, Legoland y Gimli y cabalgaron hacia el este.


Capítulo II: Los Uruk-Hai

Cuando los tres cazadores llegaron a la colina vieron una cabeza de orco empalada (de lo más decorativa, oye) y una gran pila de cadáveres humeantes. Era cierto, los hombres de Ehomer no dejaron orco con cabeza, en su sentido más literal. Se pusieron a rebuscar entre los restos de esta peculiar barbacoa pero no vieron rastro de los chiquitines. Argón no veía aun huellas claras en el suelo. Entonces Gimli encontró parte de sus cintos en la pila y se lo enseño a los otros.

Gimli: Son sus pequeños cintos.
Argón: (Gritando como un poseso) ¡¡¡NNNNGGGGGIIIIAAAAAGGGGGHHHHH!!!
Gimli: Les hemos fallado.
Legoland: Enjor, acrdemorl, aperwenarl... (en resumen, que era algo parecido a una plegaria élfica que dice así como que encuentren en la muerte el descanso que no han tenido en vida, pero en realidad estaba diciendo "dos hobbits más a la porra").
Argón: (De rodillas, mirando al suelo) Y no llegué a recuperar el cd de Camilo Sesto que le presté a Pippin...

De repente Argón vio en el suelo algo que llamó su atención, un pequeño rastro esperanzador.

Argón: Un momento... aquí yació un hobbit... (Señalando más adelante) ... allí otro...

Se fue moviendo a cuatro patas sobre el suelo buscando más pistas.

Argón: Estaban atados... (Sigue gateando hasta que encuentra un trozo de cuerda) ... cortaron sus ataduras... (Alejándose del sitio) ¡Sus huellas se alejan de la batalla!

Gimli: ¿Ha pensado Grissom de CSI en contratarte?
Argón: Sí, mi contrato con vosotros acaba dentro de un año y medio, así que después estaré con él. Pero id sacando la cámara de fotos, necesito pruebas contundentes de que se alejaron de la batalla.

Siguiendo el rastro de las huellas de los chiquitines se alejaron un poco de la colina y se aproximaron a un inmenso bosque muy oscuro que había por allí.

Legoland: Se metieron en el Bosque de Fango.
Gimli: Hay que estar loco... con la de cosas que se cuentan de este bosque.
Argón: ¡Podré recuperar mi cd!

Y de esta manera los tres entraron en el Bosque de Fango tras el rastro de los enanillos graciosos.

Ahora bien, hagamos un pequeño flashback para concretar lo que ocurrió con los hobbits. Resulta que la noche antes de que Argón, Legoland y Gimli encontraran el rastro los orcos decidieron hacer una pequeña pausa de su maratón.

Orco 7: ¡Por caridad! ¡Por Marsauron! ¡Parémonos! ¡No podemos más!
Orco 13: Necesitamos comer.
Uruk Jefe: Esto me pasa por venir con nenazas. Está bien, nos detendremos aquí.

Mientras tanto, los pequeños hobbits habían sido abandonados en el suelo para que sus transportadores pudieran descansar. Uno de los hobbits, el pequeñín Pippin  no dejaba de oír una vocecita en unos túneles oscuros. Esa voz le decía un mensaje que sabía que tenía que obedecer.

Vocecilla: No vayas hacia la luuuuuuz. No vayas hacia el final del túnel.

En ese preciso momento, Pippin despertó. Supo entonces que se había quedado inconsciente, tal vez por un golpe en la cabeza. Se preguntó cómo estaba su compañero, y lo vio pálido como una hoja de papel. Empezó a agitarlo para que reaccionara.

Pippin: ¡No vale Merry! ¡Me dijiste que me llamarías a la hora de emborracharte! ¡Ya has cogido otro coma etílico!
Merry: (Despertando) ¿Eh? ¿Qué? Hola Pippiiiiiiin. Qué bonito está el cielo hoy. Y, ¡mira!, hay flores por todas partes.
Pippin: (Después de mirar el desierto en el que se encontraban) O sea, que no sólo te has emborrachado sino también te has fumado las flores elenas que robaste de Jarlórien... ¿Y NO ME LLAMAS?
Merry: ¿Sabes? Voy a contarte un secreto. Nunca debimos dejar la Comarca.
Pippin: ¡Ah, ¿sí?! Míralo él, ¡qué observador!
Merry: Anda Pippin, si detrás de ti está Tamara. Dile que te dé un autógrafo.
Pippin: (Aterrorizado) ¿¿¿QUÉEEEEEE ???

En ese mismo momento, Pippin se volvió y vio a aquel que se alzaba detrás de él.

Pippin: ¡Ah, no! Sólo eres un orco. ¡Qué susto!

Merry, en medio de sus alucinaciones, había confundido a un orco con la mismísima Tamara. El orco puso en pie al primero de los chiquitines, y después al otro.

Orco 2: ¡Vamos a comérnoslos!
Uruk Jefe (también llamado Gluglú): Pero, ¿qué haces idiota? Los necesitamos vivos. Órdenes de la mano malva.
Orco 9: Bueno, pero, si nos comemos algo como las piernas o algo así.
Gluglú: Saruman dijo que intactos, e intactos quedarán. O, ¿querréis someteros al castigo? Es un horrible castigo que durará años.
Uruk 16: (Asustado) ¿En qué consiste?
Gluglú: ¿En qué consiste? Nos torturarán durante años, nos meterán en un salón de belleza y de allí no nos sacarán. Y, lo que es peor... ¡¡NOS OBLIGARÁN A VER CINE DE BARRIO!!
Todos: ¡Qué horrible! ¡Es una atrocidad!
Orco 14: (Un poco chulo) A mí no me importa. Yo quiero comer carne, y carne voy a tener hoy. Me voy a comer uno de sus brazos.
Uruk 13: Pero, ¿no has oído el castigo? Es horrible. No comeremos carne.
Orco 14: Pero si tienen carnes tiernas y suaves... Mirad encima de la pantorrilla.
Pippin: Perdonad mi intromisión, caballeros. Pero, en vista de que es a nosotros a quienes os vais a comer, ¿se puede saber por qué no contáis con nuestra opinión?
Gluglú: (Cruzando los brazos) ¿Qué propondrías?
Pippin: Pues mira, sinceramente, y no es por ofender, propondría que nos dejarais libres, y en vista de que estamos maniatados con un pañuelo olor a... a... (se lo acerca a la nariz) ¿POR QUÉ UN PAÑUELO ORCO HUELE A LAVANDA? SOIS ORCOS Y URUKS, TENÉIS QUE SER SERIOS, POR EL AMOR DE ILÚVATAR.
Gluglú: Bueno, es que es el uniforme de Saruman, nos dijo específicamente que os atáramos con esto. 
Pippin: Lo siento, pero no hay excusas. Bueno, a lo que iba, que podéis dejarnos ir de aquí, porque nosotros no queremos ser comidos, y cuando lleguéis a Isengard decís que con lo pequeños que somos, nos hemos colado por unas grietas entre algunas piedras, y en cambio le habéis traído unas preciosas flores de por aquí.

Los seres consideraron la oferta, pero después de un rato de pensamiento, el jefe habló.

Gluglú: Lo siento, pero me temo que no sirve.
Pippin: ¿Por qué?
Gluglú: Por aquí no hay hermosas flores, no colará. Así que lo siento.
Pippin: ¿Pero nos vais a comer de verdad, caníbales? ¡QUE ESTO NO ES SUPERVIVIENTES!
Gluglú: No, no, tampoco os comeremos ahora. Os daremos tiempo para que os pongáis cebones, y después veremos.
Orco 14: Yo quiero cenarlos ahora.

En esto que el orco, movido por un repentino impulso de alimentarse (que crecía desde el estómago) se fue hacia uno de los dos hobbits. Pero antes de que pudiera dar el tercer paso, el Uruk Jefe levantó su espada y cortó la cabeza del orco 14, y después lanzó gritos de que volvían a tener carne en el menú, de quién iba a hacer la salsa, de cómo iban a hacer la carne, si a la parrilla o frita con aceite de girasol o de oliva, etc... Y por supuesto quién iba a recoger el perejil y quién iba a poner la mesa. Una vez todos preparados y todo bien puesto, cada uruk y orco (obviamente con los tenedores y cuchillos y una servilleta en el cuello para no manchar sus ropas) empezó a comer su plato.

Mientras, los hobbits habían caído al suelo, y empezaron a oír unos sonidos parecidos a los que emite una ballena en su época de dar a luz. Uno de ellos, Pippin, le hizo un comentario al otro sobre esos sonidos.

Pippin: Fíjate, Merry. ¿Oyes lo que yo? Viene de los árboles.
Merry: ¿Tú también te has terminado la otra botella de Tía María?
Pippin: Que no, tío, que no. Que es de verdad, que estoy oyendo ruidos que vienen del bosque.
Merry: ¿Y qué te dicen esas voces? Yo también las tengo a veces, pero normalmente dicen que te mate. Nunca les hago caso.
Pippin: ¡Me importa un comino lo que digan las voces de tu cabeza! ¿No oyes el bosque?
Merry: Oigo el dulce sonido de una voz clara como el día que me llama desde el cielo.

En ese momento, Pippin, reptando como pudo, se colocó encima de Merry, con las rodillas apoyadas en el suelo, y maniatado, apretando bien los puños, le dio una caricia a su compañero para que despertara.

(Bofetón)
Pippin: ¡DESPIERTA YA, ASNO INÚTIL!
Merry: ¿Qué? ¿Qué? Vaaale, vaaale, ya voy. Ya estoy mejor. ¿Qué me contabas?
Pippin: Los árboles, el bosque, los sonidos.
Merry: ¡Ah, sí! Son los árboles que hablan. (Silencio) ¡LOS ÁRBOLES! ¡DIOS MÍO ESTAMOS PERDIDOS! ¡VAN A ACABAR CON NOSOTROS!
Pippin: ¡Eeeeeh! Para el carro. A ver, ¿qué pasa?
Merry: ¿Te acuerdas del Bosque Viejo?
Pippin: Dios mío, no me lo recuerdes que todavía me limpio y tengo restos de resina.
Merry: Pues imagínate un puñado de árboles que pueden moverse, hablar, y... caminar.
Pippin: ¡Qué guay! ¡Podré construir una casa en el árbol que sea móvil!
Merry: No, idiota. Te matarían si te ven como algo raro.
Pippin: Bueno... en ese caso creo que tendremos que mantenernos alejados de este bosque. No tengo ganas de volver a ver a Tom Bobmarl...

Las palabras del chiquitín fueron interrumpidas por el zumbido de una flecha, que pasó por encima de sus cabezas. Al mirar de dónde procedían, vieron que el banquete que se estaban pegando los uruks y orcos fue interrumpido por unos jinetes que parecían ser hombres, y que aprovecharon el momento de tranquilidad de los seres de Mordor e Isengard para matarlos. Entre pelea y pelea, como es lógico, salieron corriendo como pudieron, pero cuando ya creían que habían dejado a los orcos atrás, un orco los encontró y, ocultándolo de  miradas ajenas, empezó a cachear a los hobbits.

Merry: Tío, ¿qué te pasa? Deja de sobarme.
Orco 6: Calla imbécil.
Merry: ¿Que me calle? Pippin, ¿tú lo estás oyendo? Me ha mandado callar. A mí nadie me manda callar, y menos un orco de pacot...

Las palabras del chiquitín de nuevo se interrumpieron por un puñetazo del orco hacia la cara del hobbit, que lo dejó otra vez inconsciente. El orco siguió sobando a Pippin, quien no se podía defender. Pero entonces calló en la cuenta de lo que estaba buscando el orco. Quiso ayudar a su amigo Frodo, aunque sólo fuera en la distancia, y por supuesto, como todo amigo verdadero haría, le haría creer a aquel orco que él tenía el armario.

Pippin: ¡¡¡YO NO LO TENGO!!! ¡¡¡LO JURO!!! ¡¡¡NI SIQUIERA QUERÍA VENIR!!!
Orco 6: ¿Qué no tienes? ¿El Armario?
Pippin: ¡Exacto! Le dije a Frodo que lo tirara, que no servía para nada. Pero no me escuchó y se lo llevó.
Orco 6: ¿Que se lo llevó? ¿Adónde?
Pippin: Ya no pienso decir nada más. Ya he hablado suficiente. Y si te lo digo llegarás antes que Frodo al Monte del Pepino y... (Silencio) ¡Ups! Creo que ya he dicho bastante.
Orco 6: ¡Ajá! O sea, que no sois los chiquitines que estamos buscando, ¿no? En ese caso, creo que voy a comeros.
Pippin: ¿Qué? ¿Qué me estás contando? Después de la información que te he dado.
Orco 6: Eso no me es suficiente.
Pippin: ¡Espera! ¡Espera! ¿Qué me dices si te doy esta camiseta de "I LOVE MY PONEY" y nos dejas libres?

El  orco se quedó mirando la camiseta durante un momento, dudando de si debía aceptar el soborno o no.

Orco 6: Mmmm... creo que voy a pasar. Odio a los poneys.
Pippin: Ajam, bueno. Si te doy la camiseta más... este pase pare ver a Macnamara en directo, ¿nos dejarías libres?
Orco 6: Eso no es suficiente. ¿Qué más tienes?
Pippin: ¡Oh, sí! Desde luego.

El orco desató a Pippin para que pudiera extender su puesto "manta" y mostrarle así todas las cosas que tenía y con las que podría sobornar al orco.

Orco 6: Mmmmm... me gusta esa lámpara. ¿De dónde es?
Pippin: ¡Chico! ¡Qué buena elección! Pues mira, es una lámpara importada desde Rivendell, la cual pertenecía a...
Merry: (Saliendo de su inconsciencia) Al decir importado quiere decir robado.

A Pippin se ve que no le gustó ese comentario de su compañero, así que directamente y sin más preguntas, le pegó otro puñetazo que lo volvió a dejar dormido durante un rato.

Pippin: (Al orco 6) No le hagas mucho caso, es que ha bebido mucho. Bueno, como te iba diciendo, tengo esta lámpara importada de Rivendell, junto con la cual te puedo dejar estos bonitos cuchillos y tenedores.
Orco 6: ¿Qué me dices de la tele?
Pippin: ¡Oh, sí! La tele de Figwit. Está bien. Puedo dejártelo todo si nos dejas libres.
Orco 6: No me convence demasiado. Creo que todo esto es ilegal.
Pippin: Vamos, me ofendes con ese comentario. Mira, si te quedas la tele te regalo además una colección de DVDs con los últimos éxitos del cine: "Las Dos Torres", "Harry Potter y la Cámara Secreta", "8 Millas", "Solaris"...
Orco 6: ¿De verdad que esto es legal? ¡Pero si la mitad de esas películas aun están en el cine!
Pippin: No te preocupes, yo te lo doy todo y aquí nadie se entera.

De pronto, una voz procedente de algún sitio en aquella llanura, dio la voz de alarma.

Voz: ¡POLICÍA! ¡POLICÍA!

En vista de este aviso, tanto el orco como Pippin salieron corriendo, cada uno por su lado. Pippin despertó a Merry, a quien no iba a dejar allí porque cayó en la cuenta de que él llevaba el DVD de Matrix que atrincó al uruk que lo llevaba. Así, sin saber a dónde ir, se internaron en el bosque más peligroso que todo el mundo podía encontrar, aquel bosque del que se contaban leyendas horribles sobre una canción repetida constantemente, el "Ave María" de Bisbalín. A Pippin no le importó, porque antes de volver a tener que sobornar a un orco, prefería meterse en el bosque y acabar loco tarareando la canción. Y desde allí, vieron cómo el Uruk Jefe , también conocido por Gluglú, era muerto por la espada de Ehomer de Crujan