La salida al conocimiento
1er libro de la saga de la dulce voz de la batalla
Irwenor era un chico normal como cualquier otro, a lo que me refiero es a que no tiene ninguna habilidad sobre humana, que siempre es mal visto en la sociedad humana. Pero tenía una gran diferencia con los demás jóvenes del pueblo de Basmire. Él no vivía con sus padres, sino que vivía con un anciano, que lo hacía trabajar en una vieja posada. Todos los demás chicos vivían felizmente con sus padres, corriendo por las verdes praderas y recibiendo la educación adecuada. La única obligación que tenían era de vez en cuando cuidar el negocio. Esta posada, se ubicaba a unos metros de las afueras del pueblo Basmire, que fue fundado por el príncipe Basmur, hijo de Basmire, en honor a su difunto padre. Este pueblo, pertenecía al reinado de Rott. No pasaba las treinta casas y un par de guardias enviados por el rey, eran su única defensa. Se puede decir, que el rey es noble de corazón, pero tampoco hay que perder de vista, que hasta el más humilde monarca quiere reducir costos y aumentar las ganancias. La posada del viejo Rynch tenía un aspecto más bien terrorífico y siempre caían borrachos aventureros por un par de copas. La posada quedaba sobre una colina alta, se podía ver desde todo el pueblo. Los ladrillos bien colocados, el techo de madera prolijo, los alrededores siempre limpios, le daban un aspecto agradable. Claro que, en "aspecto agradable", me refiero para los borrachos y aventureros que se juntan en esa posada para contar historias y cantar poesías de lejanas tierras, que a la mayoría no daba gusto escucharlas. Los lugareños siempre se juntan para beber un par de copas, algunos invitados por Rynch, otros por el simple hecho de una fresca y fuerte cerveza. Irwenor tenía un sueño, lo que más deseaba en toda su vida, era llegar a ser adulto y salir de esa horrible posada, que la única función que Irwenor tenía era para andar repartiendo copas a un par de borrachos todas las noches. Con sus diecisiete años de edad, ya no le asustaban que entren a la posada cualquier tipo de persona, ya vio demasiadas caras horrorosas durante toda su vida. Pero tampoco se va a olvidar de los hermosos rostros de unos elfos, que una vez cayeron ahí por equivocación. Bueno, vivió desde los diez meses ahí.
Los padres de Irwenor habían sido bastantes pobres, y habían vivido en una casa, en el pueblo. La casa había sido, por los años de la nueva era(así se conocían esos años por la ausencia del "inmortal"), una especie de choza de madera, que la compartían entre cinco familias distintas. También funcionaba ahí su negocio, aunque bastante mal, era un puesto de frutas que recolectaban de los bosques, pero el fracaso del negocio se debió a que todas las familias de esas épocas, tenían un ranchito, y lo más común era tener una huerta con varias especies de frutos. La madre murió cuando Irwenor había nacido, en aquellos días cuando las noches eran tranquilas. El padre era bastante irresponsable, y cuando murió su esposa, sufrió un bajón tremendo, y se olvidó de que tenía un hijo. Cada día que pasaba se hacía más alcohólico. Nunca pudo terminar con esta odisea, sufría mucho cuando pensaba en su difunta esposa, pero se olvidaba siempre que tenía un hijo a quien cuidar.
Una noche como esta, el cielo todo estrellado sin ninguna nube, entró en la posada, pidiendo unas copas. No tenía como pagar, así que le propuso al anciano, que le cambiaría al bebé por un par de copas de vino. El anciano llamado Rynch, no sabía para que le fuera a servir un bebe, que además le traería muchos gastos, ya que los bebes no se alimentan solos. Pero como buen conservador, lo puso a trabajar en la posada desde los tres años. Empezó trayendo bazos y diferentes tipos de vajillas. Pero con el paso del tiempo, fue recibiendo más responsabilidades. Del padre de Irwenor, no se sabe nada por lo menos en el sector oeste de la lejana tierra. Se dice que salió en busca del tesoro del inmortal. El inmortal es un hombre, o un espíritu que posee a cualquier individuo, siempre que pueda lograrlo. Se dice que bebió una poción especial y ahora es casi invencible, hay una única manera de matarlo, pero nadie lo sabe. Esta escrito en un testamento, en las ruinas sagradas, pero nadie pudo llegar ahí, ni siquiera el inmortal, se dice que hay un fantasma cubriendo la entrada. El espíritu inmortal nunca va a morir, ya que estuvo viviendo tres siglos enteros y ningún mago ni algún aventurero pudo matarlo. Solo se puede matar, dañando profundamente al hombre que posea el espíritu, pero se necesitan armas especiales, y eso no está al alcance de cualquiera. En estas tierras, entre los mortales, ni siquiera se sabe que se puede matar con armas especiales. Solo los dioses saben cuales son esas armas, pero es muy difícil dar con estos grandes seres.
Irwenor media un metro setenta, pelo negro y muy abundante, aunque desordenado. Flaco, ya que no recibía la debida alimentación ni cuidado. Le encantaba salir al campo, no sé si será porque odiaba la posada o por que en verdad disfrutaba la vida en la naturaleza como los otros chicos, pero cuando salía, era para comprar las bebidas al distribuidor. Nunca tenía mucho tiempo para divertirse, ya que Rynch solo le daba veinte minutos para comprar las cervezas y volver a la posada. Pero estas salidas le gustaban bastante a Irwenor, el aire de la naturaleza, limpia del olor amargo de las cervezas de la región de los enanos. Los demás chicos lo trataban como una bestia. Cada vez que él salía, todos se marchaban a jugar a otro sitio, generalmente a sus casas. Esto no le molestaba mucho a Irwenor, ya que él prefería la soledad que escuchar el griterío que provocaban los demás chicos con sus juegos. Lamentablemente, Irwenor no tuvo una infancia como todos los otros chicos, sino que pasó directamente a la adustez, forzado por los duros trabajos que Rynch le hacía hacer.
Todos los días, Irwenor recibía un descanso para salir a donde él quisiera, aunque no por mucho tiempo. Él aprovechaba para ir lejos de la cabaña y del poblado, y se internaba en el bosque, pequeño y solitario por donde corría un suave arroyo. Se sentaba en una roca grande y bien gris, a la orilla del arroyo, viendo el baile del agua, yendo hacia una dirección única, sin retorno.
No tenía amigos con quien compartir sus pensamientos y sus secretos, por eso le contaba sus sentimientos al agua, quien se llevaba silenciosamente sus palabras lejos de esas tierras. Cualquiera hubiera pensado que este chico estaba loco, pero esa es una buena manera de descargarse, contándole a la naturaleza. Le cantaba a los pájaros, quienes se ahuyentaban con la vos de Irwenor, la naturaleza era todo un asombro y misterio para él. Todas las soleadas mañanas, trabajaba duramente en la posada, pero siempre se iba con sus pensamientos más allá de aquel lugar, hacia muchos lugares imaginarios, donde no existía el sufrimiento, la maldad, mejor dicho, quería estar lejos de la humanidad.
Una de esas noches, terminando el invierno, y aproximándose la primavera, entró a la posada un anciano, seguido de cinco hombres. Uno de ellos miró a Irwenor con su barbuda cara y ordenó cerveza, pero el anciano le recordó que no habían venido para embriagarse. Los otros cuatro hombres se sentaron en la mesa en silencio. El anciano se paro frente del muchacho y le dijo:
- Soy Klor, mago de la conspiración "ojos negros"- dijo el anciano con voz firme. Irwenor estaba bastante confundido, nadie nunca le había hablado a no ser para pedirle alguna bebida o para hablar con Rynch- Necesito saber donde esta el señor Irwenor.- terminó.
- Soy yo señor.- dijo el muchacho con un poco de pánico. Sus ojos miraban al anciano, quien lo miraba a él.
-¿Qué pasa acá?- interrumpió Rynch.- Si no van a pedir algo para tomar váyanse.
- Nos vamos a ir sí. Pero con el pequeño Irwenor.- objetó Klor con tranquilidad.
- No veo porqué tanto interés en una laucha como esa. Pero igual no lo voy a dejar ir.- seguido de esto Rynch hizo un gesto para que todos se vayan de la posada. Klor no tenía ningún interés en quedarse en la posada, pero si quería al chico. Tomó al anciano por los hombros.
- Estoy dispuesto a pagar por tener los servicios del chico.- Dijo Klor, que ahora no estaba tan amable como antes. Su cara se había tornado diferente. El agrio tono de su voz lo decía todo. Sus oscuros ojos relampaguearon frente al viejo hombre, quien por un instante sintió temor. Luego largó una diabólica sonrisa para intimidar a Rynch.
-¡Estás loco, Klor!, ¿ Vas a pagar por una sabandija? Si no nos sirve.- dijo el grandote de barba. La cara expresaba una gran sorpresa, pero estaba tan sorprendido como Irwenor
- Todavía no, pero estoy seguro de que nos va a servir bastante, no té impacientes Fruk. El consejo de magia me dijo que éste chico, puede llegar a ser el que devuelva la paz al continente de Mendavil, siempre y cuando no intervenga el inmortal en persona.- Terminó con esas palabras. La paz en Mendavil ya no existía, desde hacia años que no se encontraba paz en un lugar como este.
- No me importa que rayos le pase a Mendavil, o que este chico sea el salvador, no se va a ir de mi posada.- Dijo Rynch bastante furioso.- Ahora largo de aquí si no queréis que llame a la guardia del pueblo.- aunque no sea mucha. Creo que si se enfrentaban con esta guardia, los destrozarían sin ninguna duda. Pero Klor no quería matar a más gente que le ayudara a pelear con el inmortal. Es sabio, nadie se lo puede negar. Además su reputación se vería notablemente destrozada. El clima que se vivía en la posada estaba realmente tenso.
- Té la estas buscando anciano- dijo uno de los hombres, que ya se había levantado y sacado su espada de su gran y lleno de oro cinturón.- Si Klor dice que nos llevamos al chico, nos lo llevamos. No veo razón para que hagas bastante alboroto.- Había clavado la punta de su metálica espada, forjada por grandes herreros, en una mesa redonda de madera.
- Guarda tu espada Zort, Si no quiere que nos llevemos al salvador, dejémoslo.- Dijo Klor yéndose por un pasillo angosto. Klor sabía que las palabras "Salvador" y muchas otras con las cuales describió al chico, eran una exageración para ablandar al anciano y los deje partir.
Pero... - Zort quedó boquiabierto. Fue interrumpido por Rynch que ya estaba más calmo:
- No escuchaste al viejo, déjenme en paz.- Con estas palabras, los cinco hombres salieron malhumoradamente por la puerta de la posada.
Rynch, se había olvidado que Klor se había quedado dando vueltas por la casa. Miró al chico y le ordenó que se vaya de inmediato a su cama, que se ubicada en el establo junto con un caballo de Rynch al cual Irwenor quería mucho. Pasó por el angosto corredor y llegó a una puerta de madera que daba al establo. La puerta tenía marcada una extraña señal, que a Irwenor le pareció normal. Pero esa marca, era el símbolo de la conspiración "ojos negros". De un empujón Irwenor abrió la puerta que chillaba por cada centímetro que se abría. Se tiró sobre la paja que había en el suelo, y tapándose con una sabana vieja y sucia, se puso a pensar sobre lo que había dicho el anciano. Las palabras "inmortal" y "salvador" le venían a la cabeza cuando intentaba dormir. En la mitad de la noche, se levantó exaltado, pero no sabía porque se había levantado. No recordó haber tenido ninguna pesadilla. Miró para todos lados en el establo, pero no vio más que a su caballo que dormía cómodamente. Tuvo la sensación que alguien lo estaba mirando, el pánico le vino como un rayo a la cabeza. No sintió la soledad normal del establo, ni tampoco se sentía con la libertad a la cual él estaba acostumbrado. Respiraba un aire que no solo él respiraba. Noto que el caballo de Rynch estaba inquieto. No sabía que hacer, no tenía ningún instrumento para defenderse ante el surgimiento de algún visitante inesperado. Extrañas sombras se movían en la oscuridad, difícilmente visibles. De repente, entre la oscuridad del establo y la noche, aparece entre las sombras Klor. Su majestuosidad, mostraba que sus túnicas eran dignas de ser vistas, y que sin ninguna duda, pertenecía a alguna conspiración, una de las más grandes que existía en ese momento. Irwenor se paró de un salto, el aspecto del mago lo reconfortó un poco, pero no lo suficiente como para calmar los ánimos sobresaltados del muchacho. Klor se estaba frotando la larga barba que salía de su mentón. La seriedad de su rostro, mostraba que las preocupaciones deban vueltas en su cabeza, como los caballos en un corral pequeño. Hizo un gesto con la mano y le dijo:
- Irwenor, ven para acá un momento.- Irwenor se acercó en plena oscuridad hacia donde se encontraba Klor sentado en un banquito de madera que parecía tener sus muchos años. Caminaba lentamente, con miedo, sin saber exactamente las intenciones de este sujeto. Pero algo en su interior le hizo moverse hacia el mago y escucharlo.
-¿ Queréis salir de esta pocilga?
- Si señor, pero no tengo a donde ir.- susurró con miedo a que se encuentre el anciano Rynch.
- Yo té ofrezco venir a nuestro viaje. Uno que te alejará de este pueblo y de estas tierras. No te digo que no tengamos problemas en el camino, ya que en estos días hasta los mismos ladrones tienen miedo a ser robados.
- Pero Rynch no me deja. Además no sé a donde van y cual será mi destino.
- No hay problema por eso, Rynch no se va a enterar.- dijo con un aire sombrío que casi asusta a Irwenor - El viaje es uno que de seguro te va a interesar.
Al finalizar las palabras del anciano, entró repentinamente Fruk, quien parecía de tan mal humor que Irwenor ni se atrevió a mirarlo por miedo a recibir un golpe. Se quedaron hablando mientras Irwenor iba corriendo silenciosamente por los pasillos de la casa, buscando utensilios que le servirían en el viaje. Cuando volvió al establo estaban allí junto a Klor, Zort y Fruk, tres hombres más. Irwenor no entendía como de un día para otro ya estaba por abandonar la posada, donde había vivido casi sus diecisiete años, o sea casi toda su vida. Siempre soñó que un milagro lo sacaría de ahí, pero no era este el tipo de ayuda que él esperaba recibir. Siempre quiso que Rynch le diese la libertad, no escapándose como pudo haber hecho todos los momentos libres. Sentía cierto afecto por el anciano, que sin ir más lejos le alimentaba y le daba un techo. No podía irse como él quisiera, pero consideraba a Rynch como una persona buena pero terca.
- Ahora nos vamos a presentar, como tu ya has escuchado, yo soy Klor miembro del grupo "ojos negros".- Dijo Klor, seguido de esto se presentaron los demás.
- Yo soy Fruk, mi hacha es mi mejor amigo, pertenecí a la legión que combatió contra el inmortal hace años. - Fruk era alto, corpulento, casi dos veces más grande que Irwenor, y el pelo era tan rojo que parecía que tenía fuego en la cabeza. Siempre estaba de mal humor, y solo un buen plato de comida le haría cambiar su ánimo. Vivió en una isla en el sur. Su gente siempre fue grande y barbuda, enamorados del arte de la guerra, pero no de la caballería en sí. Les qustaba salir a pelear al estilo bárbaro, sin tácticas ni armaduras, solo el más fuerte debía vencer. Además sentían un gran afecto por la cerveza, que aceptaban sentándose al lado de una agradable hoguera, contando anécdotas de ellos mismos o de sus antepasados. También sentados en la misma hoguera, cantaban canciones tradicionalmente suyas. Son muy orgullosos de sí mismos, pero a la vez muy agresivos cuando atentan contra su persona, física o verbalmente. Sus ojos son claros, pero muestran una fuerza interior a la que es muy difícil romper. Su vestidura era sencilla, llevaba puesta una chaqueta de cuero de ciervo, un grueso cinturón de plata y unos zapatos de paja finamente tejidos. En la cabeza, relucía un elegante yelmo de hierro, el cual usa casi todo el tiempo, con dos cuernos de alce a cada costado. Un escudo con la forma de un león, colgaba de su espalda, sostenido por una tira de cuero bastante endurecida.
- Yo soy Zort, pertenecí a la milicia, para el gobierno de Rott.- La espada que tenía en su mano derecha lo decía todo. Un guerrero experimentado. La armadura era de acero, el acero que solo se encuentra en la mina de los Enanos.- Mi espada es la muestra de mi habilidad en este arte.- el cabello negro azabache se mimetizaba con la oscuridad de la noche. Un hombre de guerra seguramente, que no habrá recibido el título de caballero, porque seguramente él no hubiese querido comprometerse como lo hacen tales personas, y que generalmente, rompen su palabra ante dios. Su espada hace que chillé el aire, con un zumbido largo y agudo. Lucía una camisa de cuero bricantino, que le cubría todo el cuerpo. Llevaba puesto unos zapatos de un cuero oscuro, muy difícil de describir, atados finamente por unos cordones hecho de algún material parecido al cuero. Los de su raza, siempre vivieron solitariamente por los grandes bosques de Mendavil. Resulta agradable verlos en una posada contando sus aventuras.
- Soy Oghort, arquero. Presté servicios a los Enanos en la guerra contra los Elfos. Perdí la cuenta de la cantidad de corazones que mis flechas atravesaron.- En la oscuridad de la noche no se podía observar su pelo rubio como el sol. Pero se veía en su mirada, aguda y percepcionista, valentía y un aire amistoso. Vestía una simple camisa del cuero más fino que se podía encontrar en esa época. Los de su raza detestan la guerra, pero este no es el caso. En su infancia fue muy amigo de los elfos, pero hubo un alejamiento mutuo y Oghort luchó contra ellos, por una cuestión de rencor. Se cree que sus padres fueron asesinados por el mismo inmortal, por eso creció con mucha bronca en su interior, y bagó solitariamente por los bosques durante muchos años.
- Soy Uryfeh, caballero de espada larga. Mi caballo y yo vamos juntos a todos lados. Cuidar a mis caballos es lo que quiero hacer cuando termine esta maldita misión.- dijo no muy complacido con la aventura que les esperaba, el único en el grupo que era de tez negra. Uryfeh era pelado y con una altura demasiado admirable. Es el más hábil de todos. La armadura de hierro relucía en su presencia. No era de esas armaduras bien gruesas, que no permiten el movimiento, más bien era fina, pero tenía bastante resistencia como para aguantar varios hachazos al mismo tiempo. Su gente vivió en los puertos del este. Gente muy amistosa, agradable y amante de sus posesiones. !Qué dios ayude al desgraciado que se atreva a meterse con ellos!
- Soy Brieh, fui adiestrado para manejar catapultas y barcos. Yo destruí el castillo de Amahien mucho antes de que nacieras. Explotar castillos es una de mis diversiones.- su tamaño indicaba que le debe ser fácil esconderse y escabullirse de sus enemigos. Con solo mirar sus trapos a los que llamaba ropa, se notaba la pobreza en la que vivía. Provenía de una de las razas de las montañas, admiradores de las sombras de las cuevas.
Había salido el sol, el cielo estaba despejado como de costumbre salvo por un par de nubes que se visitaban en el horizonte. Irwenor veía distintas especies de aves que deambulaban por el lugar. Pequeñas flores crecían al lado del camino. Encontró la naturaleza tal cual la había soñado. El deseó haberse quedado en las verdes praderas que veía. El viejo Rynch dormía como un oso invernando, soñando, seguramente, con riquezas de todo tipo alrededor de él.
Klor predecía buen tiempo hasta para dos días más, pero no aseguraba nada. La adivinanza del tiempo, no es tarea fácil, es un arte viejo, pero a su vez difícil. Irwenor no entendía porque tanta preocupación por el tiempo, pero se dará cuenta seguramente en las aventuras que le esperan.
Los seis hombres y el joven Irwenor prepararon los caballos para la nueva aventura que les esperaría. Irwenor ya arriba del caballo, esperaba ansiosamente la seña de Klor para dar inicio a la partida. No sabía si quería irse. Había llegado el momento que esperaba, el momento para irse de esos parajes. Pero la posada del viejo Rynch, era para él como un hogar. Sus pensamientos no estaban del todo claros, pero ahora no podía dar vuelta atrás. Lo único que podía hacer, era mirar para atrás, ver la posada por última vez y partir hacia donde lo llevaban estos extraños hombres.
Ya el sol estaba sobre sus cabezas, todos estaban hundidos en sus profundos pensamientos. Irwenor ansioso por conocer el significado de la aventura, se acerca a Klor para pedirle una explicación de la situación:
-¿Cuál es exactamente el significado de nuestro viaje?
- Veo que te has adelantado a lo planeado- El anciano seguía con la misma expresión en el rostro, sin dirigirle la mirada a Irwenor, quien esperaba ansiosamente la respuesta- bueno te contaré toda la historia.
" Tu abuelo y yo éramos muy buenos amigos. Bruhum, el magnifico. Matamos incontables de veces a servidores del lado oscuro. No había rival que nos pudiera vencer cuando estabamos juntos. Salvo uno quien fue el que nos arruino la amistad, el inmortal. Bruhum creó la sortija con el poder suficiente como para vencerlo. Usó la sortija para debilitarlo, pero tu abuelo cayó en su trampa, lo que lo llevó, lamentablemente a su muerte. Todo el mundo creía que el inmortal había muerto, pero solo estaba debilitado, escondido por sus asquerosos secuaces. Todos sus sirvientes fueron en busca de la sortija, destruían pueblos, grandes murallas, y muchisimas vidas desperdiciadas. Cuando yo me enteré de esto era demasiado tarde para ir a ayudar a tu abuelo, ya que había sido asesinado por los secuaces del inmortal. Por suerte la sortija quedó en mis manos. Yo sé que tu abuelo querría que nuestro enemigo sea derrotado para devolverle la felicidad al mundo. Pero la sortija no surgía ningún efecto. Varios valiosos guerreros, sabios y magos, se perdieron en el intento. Pero luego de unas deducciones, me enteré de que solo puede ser utilizada por un pariente de tu abuelo. Por eso es que estas aquí"
- No entiendo porque no se la dieron a mi padre.
- Creo que no te contaron acerca de tu padre. Hubiera cambiado la sortija por un vaso de cerveza. No era el hombre indicado para realizar semejante proeza.
- Nunca conocí a mi padre, me hubiera gustado haber podido tener un ejemplo de vida. Estuve toda mi vida con ese anciano, que lo único que me hacía hacer, era trabajar en esa sucia posada. Me hubiera gustado tener un padre de verdad y que me sirva como ejemplo, uno con el cual yo pudiera salir a jugar, y compartir momentos juntos. Quisiera haberlo conocido, y vivir junto a él.
- No creo que ese sea un ejemplo para un chico como vos. Te mereces un padre más responsable que ese. No me gustaría verte como él.
- ¿Entonces yo tengo que matar al inmortal?- Una sombra cubrió el rostro del chico. Nunca se hubiese imaginado semejante tarea.
- Se cree que hay otras soluciones, pero la teoría de que sois el único en vencerlo es la más cierta- se frotó la larga barba y continuo - No irás solo, tendrás toda la ayuda que te podamos dar. Ahora solo debemos preocuparnos por llegar a Rott. Klor se adelantó, dejando al niño solo, en el fondo.
Llegada la tarde, Irwenor tenía mucha hambre, puesto que no había comido en todo el día. Miró alrededor, todo lo que se podía ver era una extensa llanura verde, sin árboles donde poder refugiarse en la noche. En el oeste apenas se llegaban a ver los picos más altos de las colinas verdes. Para el este se veía un sendero que conducía en línea recta varias millas. No había señales de vida animal, las aves habían dejado de cantar hace muchas millas atrás. Ya estaba empezando a hacer frío cuando Klor dio la señal para que el viaje hiciera un alto. Irwenor se alegró demasiado al escuchar las palabras del anciano. Estar con las simples ropas que él tenía, no cubría el intenso frío que sentía. Estaba todo oscuro, la noche parecía inquietar a Irwenor, pero a las demás personas del grupo parecía que estaban alegres con la oscuridad tranquila. Se frenaron al lado de un bosquecito, y se internaron en él, para resguardarse del frío.
- Hasta acá llegamos hoy, mañana saldremos con la salida del sol. Hará falta hacer guardia esta noche, en un desierto como este, se dice que a la noche muchas criaturas hambrientas salen en busca de alimentos. Las grandes manadas de bestias salvajes son vistas muy a menudo por estos pasajes, pero no queremos que hoy sea un día de estos, ¿no?.
Oghort y Uryfeh buscaron la madera más ceca que encontraron. Se dificultó la tarea de prender una hoguera. Ya que la madera húmeda es muy difícil de prender, incluso con la poca magia que Klor utilizaba para ayudarlos. Luego de varios intentos, se logró encender una pequeña llama que apenas servía para calentar los cuerpos desabrigados de los viajeros.
La primer guardia fue para Zort y Irwenor. La idea de hacer guardia la primer noche no le gustó para nada a Irwenor que temía que salga cualquier animal atraído por las pequeñas llamas de la hoguera. Pasó una hora desde que empezaron a hacer guardia cuando por fin Zort habló:
- Yo conocí a tu padre y a tu abuelo. Yo era un niño, conocí a tu padre en el campo de mi abuelo. Tu abuelo le encargó al mío que se haga cargo de su hijo, o sea tu padre, cada vez más seguido y cada vez más tiempo. Con el paso del tiempo, nos fuimos haciendo amigos, el era cinco años más grande que yo. Que bien que la pasábamos... - su relato se interrumpió para que Zort pudiera secarse las lágrimas que le caían por la mejilla-... disculpa, pero éramos grandes amigos. Vagabundeábamos juntos por todos lados, espantando a las aves y persiguiendo a los caballos salvajes. Mi abuelo nos dijo que hacíamos un buen equipo juntos, casi tan impresionante como Bruhum y Klor. Pero desde ese día empezamos a vernos menos, él encontró un libro de hechicería de tu abuelo, y en vez de jugar conmigo a los caballeros, se la pasaba lanzando hechizos que siempre terminaban quemando mi espada de madera, o haciéndome caer al barro. Yo lo tomaba como un juego, pero al ver el rostro de tu padre, lleno como de una maldad, veía tanta codicia en sus ojos que me daba miedo acercarme. Pero luego de prenderme fuego la espada o de tirarme al barro, volvía en sí, preocupándose por mi salud. Yo notaba que tu padre luchaba interiormente contra alguna fuerza mayor que lo obligaba a cometer maldades, aún cuando él no quisiera. Pero mi abuelo me dijo que no me meta esas ideas en la cabeza. Me decía muy seguido, que era solo una etapa de su vida, que ya se le iba a pasar. Me comentaba que todos los chicos se emocionan con trucos nuevos, y siempre tratan de mostrarse. Después de pasar diez veranos juntos, se enamoró de tu madre, eran muy felices, pero luego de la muerte de tu madre desapareció misteriosamente, luego de la huida de inmortal. Yo entré en el ejercito, deseando algún día encontrarme con mi antiguo amigo. Pero nunca lo logré. Ya sin esperanzas, renuncié al ejército y me dedique a ser mercenario, que pagaran por mi espada. Nunca pude ganar bien, pero me pesa mucho más haber perdido a un amigo. Esta misión la acepté gratis, sin cobrar nada, porque estar con el hijo de mi mejor amigo, y ayudarlo, me da satisfacción, y siento que estoy ayudando a tu padre.
Así terminó el relato, Irwenor parecía una estatua, no entendía porque de un día para otro, se hizo irresponsable y estúpido como le habían contado. Se paró enfrente de la hoguera y se atrevió a preguntarle a Zort.
- ¿Porqué crees que mi padre abandonó todo?
- Creo que tu padre quiso tener a tu abuelo cerca, para poder tener alguien quien lo ame de verdad. Según yo creo, él le sacaba los libros a Bruhum, y se estudiaba los sortilegios básicos, y así crecer y llegar a ser un gran mago y demostrarle a su padre que podía confiar con él para hacer sus viajes. El tiempo pasó, y creo que se rindió. Tu padre estaba tan hundido en sí mismo, que según me enteré un día, lo único que pudo sacarlo del borde del precipicio fue tu madre. Pero luego de su muerte entró devuelta en ese precipicio, pero no había nadie para cubrírselo, ya que tu abuelo estaba peleando con el inmortal. Según dicen en el oeste, a tu padre lo vieron en el norte, cerca de las montañas sagradas. Pero la gente esa ven todos los días alusiones, esa zona es bastante terrorífica.
Así terminó el turno de guardia de Irwenor y Zort, quienes fueron reemplazados por Oghort y Uryfeh. Irwenor no podía dormir a causa de la conversación que tuvo con Zort. No le entraba en la cabeza como su padre hizo para derrumbarse si tenía buena capacidad para la hechicería. Sin duda alguna, Irwenor creía que si su padre estuviera, sería un gran rival para Klor, aunque mucho más joven. Cuando Irwenor consigue pegar un ojo, se escucha un grito seco y corto, interrumpido por un grito estremecedor. Irwenor se congeló hasta el corazón, pero Klor, Fruk y Zort, se levantaron de un salto yendo a la hoguera, advirtieron que solamente estaba Oghort. Asustado como estaba, el chico escuchaba atentamente la conversación:
- ¿Dónde rayos fue Uryfeh?- preguntó uno, que por la voz parecía a Fruk.
- No sé, salió a dar un paseo, por lo menos es lo que me dijo él.- A Oghort le temblaba la voz al decir esto.
- Quédate aquí Fruk, y cuida al niño, Brieh cuida las provisiones, si andan las bestias cerca, no quiero que toquen las pocas cosas que tenemos. Zort y Oghort vengan conmigo. ¡Rápido!.-
Y así salieron en busca de Uryfeth. Al cabo de dos horas volvieron con Uryfeh al lado. Su aspecto era normal, sin ningún cambio. Irwenor notó que su camisa estaba manchada con sangre. También notó una amarga expresión en su rostro. Para ese entonces Irwenor ya estaba sentado junto a la hoguera. Cuando logran instalarse todos alrededor de la ardiente hoguera, Uryfeh contó lo que le había pasado.
" Estaba haciendo guardia, todo estaba mal. El frío me helaba el corazón, el ambiente no me es familiar y no sé con que me voy a encontrar. En todo esto escucho un movimiento que llama poderosamente mi atención. Pensé en ese instante en los caballos, pero no escuchaba que anden mal. Se me ocurrió salir a fijarme si todo estaba bien, pero al internarme en el denso bosque, encontré que faltaban uno de los caballos, precisamente el mío. No pude aguantarme más, y salí en busca del mismo. Pero, lamentablemente, al llegar a un claro, lo encontré ahí, tendido en el suelo, y con una bestia, que parecía una rata, peor que eso, era mas grande, de un color gris, que apenas se distingue de la oscuridad. Desgarraba su carne con agresividad. Mi caballo todavía estaba vivo, no le quedaba mucho, pero notaba como respiraba con dificultad. Sus ojos me miraban con desesperación mientras la bestia lo comía. Me acerque cautelosamente, mientras mi ira aumentaba. Tenía los ojos grandes y una boca curva. Un hermoso collar le apretaba suavemente la piel."
-¡Ratles!- dijo Klor- Son una mutación de las ratas pero mucho más inteligentes y grandes.- Se interrumpió con una mirada al oeste- Es obra del gran mago Sebhathiar el grande. Vendió sus servicios al inmortal luego de la segunda guerra de la compañía.
-¡Qué guerra!- exclamó Zort. -murieron un montón de vidas inocentes.
- Esa guerra fue testigo de como nos traicionó Sebhathiar. Creo que dentro de poco tendremos un encuentro con él, pero no uno amistoso, puede que haya catástrofes.- terminó Klor.
-Déjenme terminar- dijo Uryfeh.
" Ni un instante más me quede ahí, saqué mi espada al instante y salí en la cacería del animal. Lo corrí varios metros, pero se me iba alejando cada vez más, hasta que se me perdió de vista. Volví donde estaba el caballo tendido, la sangre le salía del estomago como un volcán en erupción. Lo terminé de matar para que no sufra más. Ahí largué el grito de desesperación. Pero me dolió mucho, y con mucha pena escarbé un pozo, al lado de un roble grande. Lo enterré entre la oscuridad de la noche, me costó mucho transportarlo, pero lo logré luego de mucho esfuerzo. Ahí quede de rodillas mirando a mi pobre caballo, el que tanto me acompaño por sendas enemigas en otros tiempos. Pero ahora se fue, nunca más volveré a verlo. Pero si me llego a encontrar con esa miserable bestia, le rompo el pescuezo."
- Muy probable que te encuentres- interrumpió Klor- Hay miles de criaturas como esas, encontrarás muchas más en este camino. Pero lo que sí puedo asegurarte es que según las características que nos contaste, es el rey en su manada- al decir esto Uryfeh lo miró con asombro, pero el mago siguió- Solo el rey tiene un collar de oro con una perla verde en el medio. Seguramente vos no viste la perla porque estaba llena de sangre. Pero dicen que esa perla da poder y sabiduría a aquel que la posea, pero eso sí- dijo con expresión sabia- solo le da poderes a las criaturas del mal, ya que fue hecho por Sebhathiar.
- Mi pobre viento veloz- se lamentaba Uryfeth con la cabeza gacha- por lo menos moriste en manos de una bestia de alto rango. Por eso mi venganza será terrible y sin piedad.
va galopando viento veloz,
pero en la maldad de la noche
lo acecha esa bestia,
con la mirada fría y maligna,
que arranca la vida de su corazón,
pero siempre, estará en el alma
de quienes lo aman"
Esta canción entonó por primera vez Uryfeh, en el valle de Lomyr, que repetirá muchas veces en esta aventura, en los tiempos de soledad y angustia. Esta canción se haría un éxito en la tierra del norte, considerando a viento veloz un gran caballo.
Volviendo al camino, Irwenor no se dio cuenta que no durmieron en toda la noche. Siguieron caminando casi todo el día, sin pronunciar una palabra, salvo una que otra para hacer un alto. Uryfeh iba con la cabeza gacha, lamentándose la gran pérdida de su caballo. El valle que estaban cruzando se les hacia interminable. No había señales de vida por ningún lado, salvo uno que otro viajero misterioso. El sol no apareció en los siguientes tres días, tiempo que duró el camino por el valle. Pero cuando estaban por llegar al gran bosque de Lymor, el sol se asomo por entre las nubes, desapareciendo estas totalmente. La primavera estaba empezando a aparecer, el canto agradable de los pájaros, hacían que a Irwenor se le alegrara el corazón y por primera vez en el viaje se sintió feliz. El que no parecía nada contento era Fruk, quien andaba con el ceño fruncido todo el tiempo. Lo más alarmante para Klor, era el estado de ánimo de Uryfeh, quien seguía con la cabeza gacha, cantando su canción en honor a su caballo. Cada vez que terminaba de entonar la canción una lágrima caía por su mejilla.