26 de febrero de 3019 de la Tercera Edad: La muerte de Boromir y la disolución de la Comunidad del Anillo
Según relatan testigos que lograron escapar de la refriega, los orcos atacaron al alba. Venían de todas partes: del Norte, de Mordor, e incluso de Isengard, un hecho que despierta serias preguntas sobre la coordinación de fuerzas oscuras en esta guerra. La Compañía, dispersa y sin un plan de defensa concertado, se vio superada por la avalancha de enemigos.
Los ecos del Gran Cuerno aún resuenan en el aire. Se escuchó su llamado en la distancia, un sonido profundo y desesperado que, según algunos, llegó hasta Minas Tirith. Boromir, hijo del Senescal de Gondor, luchó con una fiereza inigualable, defendiendo a los más pequeños de la Compañía. Testigos de la contienda afirman que derribó a decenas de orcos antes de caer, atravesado por flechas negras. Su cuerpo fue encontrado después por Aragorn, Gimli y Legolas, quien, visiblemente conmovido, nos relató: "Nos resistimos a creerlo hasta que vimos su cuerpo. Estaba en pie aún cuando le hallamos, con su espada rota y el cuerno de Gondor partido en dos. Luchó como un verdadero guerrero de su pueblo."
Boromir, herido de muerte, vivió lo suficiente para intercambiar sus últimas palabras con Aragorn, quien nos confirmó que el capitán de Gondor lamentó no haber podido proteger a los medianos y pidió que su pueblo no cayera en la desesperación.
El ataque de los orcos no solo cobró la vida de Boromir, sino que terminó con la captura de los hobbits Merry y Pippin. Se les vio forcejeando, intentando resistirse, pero la superioridad numérica de los Uruk-hai resultó demasiado para ellos. Varios rastros indican que fueron llevados hacia el norte, en dirección a Isengard. La desesperación de la Compañía es evidente, pero su reacción no se hizo esperar.
Poco después del anochecer, Aragorn, Legolas y Gimli emprendieron una persecución feroz. “No descansaremos hasta dar con ellos”, declaró el montaraz. Con un paso rápido y la determinación reflejada en sus rostros, desaparecieron en la maleza siguiendo el rastro de los captores.
En medio de la confusión y el horror de la batalla, el portador del Anillo, Frodo Bolsón, y su fiel compañero Samwise Gamgee lograron escapar. Sus huellas indican que han cruzado el Anduin y han penetrado en las traicioneras colinas de Emyn Muil. Lo último que se sabe de ellos es que una sombra los sigue de cerca.
Lejos de aquí, en los salones de Edoras, Éomer, capitán de la Marca, ha sido informado del descenso de una banda de orcos desde Emyn Muil. Aunque aún no hemos podido confirmar si se trata de los mismos que atacaron a la Compañía, la noticia ha provocado inquietud en Rohan. “No dejaremos que la escoria de Isengard campe a sus anchas por nuestras tierras”, aseguró uno de sus jinetes.
El destino de la Compañía del Anillo está ahora disperso entre los caminos de la Tierra Media. Solo el tiempo dirá si volverán a encontrarse o si este fue, definitivamente, el último día en que marcharon juntos.